8. Depredador

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Narra Aitana

15 Febrero 00:30 h

-Antes de llegar al hotel vi un bar que se llamaba "Tasca Paco". Puedo ir allí, qué está cerca y seguro que hay calefacción.-le dije emocionada.

Eso fue lo último que le dije, porque el móvil se apagó. Intenté encenderlo pero lo único que conseguí es averiguar que se había quedado sin batería. Empezaba a pensar que alguien me había echado un mal de ojo, ya decía yo, que tenía que haber comprado el clavel que me quería vender aquella gitana en el parque. Pero no, el rácano de Vicente no quería gastarse 3 € en una mísera flor. Ahora me alegraba de que se hubiera convertido en mi exnovio. Esperaba que también le estuviera afectando el mal de ojo.

No me apetecía convertirme en un remake del cuento de la pequeña vendedora de cerillas, así que decidí ponerme en marcha, y buscar un lugar dónde pudiera guarecerme del frío polar de las calles madrileñas.

Avancé por la calle, al final de ésta se podía divisar un establecimiento abierto. Conforme me acercaba a aquel lugar, más se incrementaba una sensación de desasosiego en mi interior. Al principio no había reparado en las características del bar que ejercería como mi refugio. Obnubilada por la idea de entrar en calor, no me había preocupado por los demás factores a tener en cuenta. Si tuviera que realizar una simple descripción de la "Tasca Paco" las palabras elegidas serían "antro de mala muerte". Sin ánimo de ofender, aquella taberna tenía pinta de ser un "Resort" para las cucarachas, un paraíso idílico para cualquier borracho que se precie, e incluso me arriesgaría a poner una mano en el fuego; asegurando que una familia de ratas residía entre aquellas paredes.

Mi móvil traicionero se había apagado antes de poder mandarle a Luis mi ubicación. Esperaba que él, averiguara dónde me encontraba y viniera a buscarme. No estaba segura si él sabía cuál era el hotel, dónde la productora nos alojaba a todos, siempre que teníamos que quedarnos en Madrid. Ya que Luis vivía en Madrid, nunca se había quedado en el hotel; por lo que existía la posibilidad de que no conociera el lugar dónde me encontraba actualmente.

Tenía que decidir si prefería: arriesgarme a entrar en aquel tugurio, y pedir un teléfono para poder llamar, e informar a Luis del sitio al que tenía que venir a recogerme o quedarme al borde de la hipotermia rezando porque él ya estuviera en camino.

Antes de tener la oportunidad de tomar una decisión, un estruendo inundo toda la calle. Un hombre había salido de la tasca, pegando tal portazo, que la puerta estuvo a punto de salirse de los goznes. Me atrevería a decir, que el dueño de la taberna lo obligó a salir de allí y este hombre no estaba de acuerdo con acabar su juerga tan temprano. Caminaba haciendo eses y tenía una expresión iracunda.

En ese momento desee poder tener la habilidad de un camaleón, para poder camuflarme en la pared a la que me había pegado, intentando fusionarme con ella. Teniendo en cuenta que, llevaba puesto un anorak de color rojo intenso, resultaba irrisorio que tuviera alguna esperanza de pasar desapercibida. Mentalmente repetía la frase "por favor, que no me vea" como si fuera un mantra. Sentí escalofríos y esta vez podía asegurar al 100% que no se debían al frío.

Entonces, se tambaleo y en un esfuerzo por recuperar el equilibrio se giró y me vio. Sus ojos vidriosos por el alcohol me observaron y una sonrisa espeluznante se dibujó en su cara. Parecía que había recuperado algo de sobriedad, porque de repente empezó a caminar sin tambalearse tanto. Sus pasos eran lentos y medidos, como los de un depredador que acecha a su presa esperando el momento idóneo para abalanzarse sobre ella. Cada vez estaba más cerca pero yo estaba tan aterrorizada que me había quedado paralizada.

Estaba tan cerca que casi podía percibir el olor a whisky de su aliento, alargó su mano para tocarme y yo podía sentir la humedad de las lágrimas que fluían de mis ojos.

Antes de que su mano me alcanzara, fue apartado de mí con un violento empujón y desapareció de mi campo de visión.

Soñando ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora