Un tierno adiós.

16 1 0
                                    

Capitulo ocho: Un tierno adiós.

Todo iba bien para mí, los abusos escolares se detuvieron luego de que Blas “castigara” a esa chica, y por fin había conseguido una amiga, además de que estaba en un buen camino para olvidar a Blas, pero cuando lo veía todo mi esfuerzo por olvidarlo se esfumaba en un abrir y cerrar de ojos, superarlo sería difícil, sobre todo que en unos días nuestros padres se casarían, y supongo que viviremos todos juntos, y tendré que verlo todos los días, no sabría decir si estaré en el cielo o en el infierno, solo sé que debo superarlo, y rápido.

-¿En qué piensas Rina?

-No puedo dejar de pensar en mi situación actual.

-¿Y cuál es tu situación actual?

-Bueno, mi madre se casará con el padre de Blas.

-¡OH! Así que esa era la razón de que siempre estuvieran juntos, ¿Pero que tiene eso de malo?

-Bueno, el problema es que Me gusta Blas.

-Eso es un gran problema, ¿Y él lo sabe?

-Sí, o eso creo, cuando me le iba a confesar, él no me dejaba ni terminar y ya me había rechazado, bueno, eso no importa, mi gran problema es que no  puedo olvidarme de él.

-Eso es porque no le comunicaste tus sentimientos, la única forma de deshacerte de esos sentimientos es decirle a Blas que te gusta, y ser rechazada como corresponde.

Pensé en lo que Steel me había dicho por un largo tiempo, hasta que sin darme cuenta llego el día de la boda, me puse el vestido que mi madre había comprado para mí, me maquille, y por ultimo me  peine, nunca me había visto tan hermosa, bueno debía estarlo, después de todo era la boda de mi madre, después de eso  nos fuimos a la iglesia, me senté en el asiento que mi madre había preparado para mí, el cual tristemente estaba junto al de Blas, pero a él parecía no importarle, luego de que la boda terminase y toda la gente se levantara para saludar a los novios, alguien me tomo de la muñeca entre el revuelo que se armó, y me aparto del resto,  ese “alguien” era Blas, el cual me llevo al jardín que está atrás de la iglesia.

-Rina, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

-Pues dímelo, que no tengo todo el tiempo del mundo sabes- él se sorprendió al escucharme decir eso.

-Volviste a ser como cuando te conocí ¿Eh?-puso una cara de frustración.

-Bueno, no te quitare más de tu tiempo, e iré al grano, quiero que sepas que tú vivirás sola con tu madre y mi padre, ya que yo planeo irme a vivir solo a un departamento, así que no te preocupes por tener que verme allí.

-¿Tu padre lo sabe?

-No, planeo decírselo luego.

-Bueno, no es mi problema, pero de todas maneras a mí no me molesta tu presencia, esa será tu casa tanto como la mía, es cierto que será incomodo, pero eso debe superarse, bueno al menos eso planeo hacer yo, yo quiero olvidar todo lo sucedido, pero para olvidar necesito decirte algo, que siempre he querido decir, y que tú nunca me has dejado, y es que te amo- Blas no dejaba de mirarme mientras le hablaba, pero al  oír mi confesión, puso una cara de frustración y pena, luego se lanzó al suelo.

-Lo lamento, pero no puedo aceptar tus sentimientos- las palabras apenas salían de su boca, se notaba a simple vista que le costaba decir aquello y que sufría al intentarlo.

-Lo sé, solo quiero deshacerme de estos sentimiento, este es el adiós Blas, luego de esto solo seremos simples extraños que estarán relacionados por un lazo de hermanastros- me arrodille frente a él, él estaba llorando, pero se hacia el duro, el cerro los ojos  y dio un suspiro, pero antes de que los pudiera abrir, me acerque a él, y nuestros labios chocaron los unos con los otros, yo lo había besado, ese momento sería algo para recordar, mi único recuerdo de mis sentimientos por él, ese beso sería signo de nuestra despedida. Me levanté y me aleje lentamente de él.

-Adiós Blas, te deseo lo mejor, de ahora en adelante no te molestare más con mis sentimientos y haré como si no te hubiera conocido hasta el día de hoy.

Este sería el fin de nuestro amor, el cual se terminaba con un dulce beso.

Primero siendo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora