Tres

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Nunca jamas había visto algo tan hermoso como al ser parado delante de mi. No se parecía a nada a las pinturas de la clase de arte en la universidad. Los maestros renacentistas nunca visionaron a mi ángel tan perfectamente.

No había un ápice de suavidad, ningún teatro de inocencia en su hermosos ojos, tampoco cremosa piel ni Risos callendo hasta sus hombros. lo que mi ángel tenía en cambio eran duros músculos ondulantes, la altura de una torreta, un perfil cencilado ojos marrón llenos de color. Sus enormes alas, eran azules; plegadas detrás de él, mas altas que su altura de metro ochenta, sobrepasando su cabeza y limpiando él polvo del suelo a sus pies. Era glorioso, me quede sin habla por varios segundos en que estaba confundido.

– No lo entiendo – Le dije lentamente mientras él avanzaba hacia mi.

– ¿Como pudiste? – Pregunto y su voz era hermosa.

Tome nota de la armadura de gladiador romano, las sandalias acordonadas en las abultadas pantorrillas, los muslos con acordonados músculos y las destacadas manos y brazos. Tenia él pelo corto castaño oscuro con trozos dorados en él; sus cejas parecían como si hubieran sido cepilladas gruesas y perfectamente arqueras espolvoreadas al mismo tono dorado. En verdad nunca había visto a un hombre mas precioso.

Sus alas, mostrándome su enorme envergadura él movimiento agito él aire en la caverna, creando una refrescante brisa pasajera. Me golpeo él aroma del océano, inundandome de alivio mis sentidos. Mientras yo miraba, las alas se plegaron nuevamente juntas, antes de que él comenzara a avanzar.

– ¿Eres un sabio? – Preguntó mientras me alcanzaba, deteniéndose a pulgadas de distancia, mirándome profundamente a los ojos. –¿lo eres?

– No, no completamente – Suspire temblando con fuerza con frío de nuevo, me había alejado mucho de fuego.

Las alas se abrieron de nuevo; estirándose ampliamente mientras que me agarraba y me aplastaba contra su pecho, sus brazos envueltos alrededor de mi, su cara enterrada en él hueco de mi cuello. El galerus metálico o protector de hombro, que cubría su hombro derecho bajando hasta su mano estaba frío y duro contra mi piel, pero no me importó.

– Perdoname – Gruño, dejándome ir, buscando a tientas la correa de su pecho, hasta que cayo a la tierra a sus pies, antes de que hiciera un gesto hacia mi.

Yo no tenía ni la mas remota idea de lo que estaba pasando, ni siquiera estaba seguro de que si estaba despierto, pero un hombre, un ángel con los ojos mas sexis que jamas había visto me quería de nuevo en sus brazos. No lo dude. Salte hacia él. Me atrapo y me sus tuvo con fuerza, su cara enterrada en mi hombro, la mía enterrada en él hueco de su garganta. Inhale, él olor de ropa limpia sacada al sol. Barriendome, él calor de su cuerpo abrigandome.

– Tu me has recordado lo que era y así, mas has salvado de la locura.

Tembló entre mis brazos, y lo abraze con más fuerza, separando mis labios sobre su piel, solo queriendo probarlo, él beso ligero como una pluma. El gemido que lo siguió me hizo sonreír.

– ¿Quien eres tu?

– Jimin... bueno, Sariel 1* – Dijo, frotando su barbilla en mi cabello e inhalando. – Y tú eres Yoongi.

–Si, Yoongi, pero... ¿como tu...

– Los hombres gritando tu nombre, incluso, ahora en la oscuridad

Sariel [Jimsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora