Día 3

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Su reflejo mostraba a una chica segura de sí misma y más que todo sumamente bella, así era Ochako Uraraka, una joven que emanaba calidez y hermosura por donde pasara. Después de verse nuevamente al espejo de aquella habitación desordenada debido a su desesperación por encontrar algo que la hiciese lucir despampanante comenzó a dar vueltas en varias direcciones para comprobar que no se le viera mal el vestido. Ese día, Bakugou había logrado invitar a la castaña a una cita sin tener que gritarle ni nada parecido, cosa que agradecía internamente Uraraka, así que su empeño por verse más que bien en esos momentos sobrepasaba a las veces anteriores.

Se colocó los aretes plateados que resplandecían y le hacían ver bien junto al vestido negro que usaba.

Ochako salió de la habitación y bajó a la sala de estar donde Katsuki la esperaba impaciente.

—Bakugou-kun ¿cómo me veo?

Bakugou dirije su mirada hacía Uraraka y queda paralizado por unos segundos. Ella se veía demasiado bien.

—No te ves tan de la mierda como otros días —responde dirigiendo su vista a otro lugar, más específico la ventana, donde podía observar en el reflejo el color de la vergüenza en sus pómulos.

—Gracias —responde mientras se le dibuja una gota en su cien. Sabe que eso significa que en verdad se ve hermosa, le ha costado pero puede ver un doble significado a algunas de las cosas que dice Katsuki.

—Te advierto que si hay muchos idiotas viéndote, te meteré en un costal y te traeré de nuevo a casa cara de ángel.

—Está bien ¡vamos! —exclama mientras se aferra al brazo de un avergonzado rubio.

Disparejo | #KacchakoWeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora