-Gracias. – curvó sus labios y se alejó. Me quedé observando su cuello.
-Maslow – la llamé. Volteó.
-¿Qué? – frunció el seño.
-Ven un momento.
-¿Qué? – entrecerró los ojos. - ¿Para qué? – Negué cansado y me acerqué yo.
-¿No te duele? – pregunté observando los rasguños que estaban marcados en su cuello.
-¿El qué? – llevó su mano a este por inercia. - ¡¿Me ha marcado?! – preguntó alzando la voz. Yo asentí curvando los labios. Ella miró al suelo y apretó su mandíbula reprimiendo la furia. Luego, alzó la vista y me miró.
-Adiós. – dijo secamente.
No dije nada. Simplemente, la dejé ir.
|| Narra ___ ||
-¿¡Dónde estabas!? – preguntaron Anahí y Ash casi al unísono mientras yo daba un gran portazo. Me miraron sorprendidas. – ¿¡Qué te pasó!? – gritó esa vez Anahí acercándose a mí. Dejé las gafas a un lado. Respiré hondo, furiosa.
-Nada. – dije tajante.
-¡Qué te pasó ___! – dijo Pau bajando las escaleras rápidamente.
-Juro que como vea a esa estúpida plástica, cortaré cachito a cachito cada uno de sus…- me cortaron.
-¡Que pasa! – gritó Ash. Me sobresalté.
-¡Que me ha pegado! – dije señalándome el cuello.
-¿Qué, qué? – dijeron las tres a la vez.
-¡Que la voy a matar! – me puse en pié. Estaba demasiado furiosa.
-¿¡Pero qué ha pasado!?
-Nada. – negué. – Nada.
-Cuéntanos ___, somos tu amigas.
-Está bien. – asentí y tomé aire.
Y entonces les conté todo. Todo. Absolutamente todo. Desde mi pasado, hasta mi presente. Les conté mi historia. Toda mi vida. Se enteraron que intenté morir. Les conté que mi padre me abandonó. Les conté que estuve en una residencia para poder salir a delante, cuando pensaba que todo se consumía y acababa. Todo.
-Dios. – susurró Anahí con lagrimas en sus ojos.
-Eres muy fuerte. – dijo esta vez Ash.
-Demasiado fuerte. – retractó Pau quitando sus lagrimas. Yo suspiré hondo y me tiré hacia atrás.
|| Narra Justin ||
-Oye. – dije acercándome a Logan.
-¿Qué? – me preguntó sin dirigirme la mirada. Desatando sus zapatillas.
-Ayer no estuve muy bien que digamos.
-¿Lo siento quieres decir?- Tragué saliva. Yo era Justin. Era fuerte. Era un Bieber. Últimamente estoy demasiado flojo, no sé que me está pasando. Este comportamiento me asusta. Asentí y volví a mi cama. No le iba a regalar un perdón.
-Yo también lo siento. – dijo él esta vez. Lo observé. – Creo que tienes que aprender a aceptar tus errores. – Me miró desafiante. Y luego se fue. Me quedé callado, no tuve tiempo dar una respuesta. Sonó mi teléfono móvil.
-Justin. – reconocí la voz de mi padre.
-¡Hola!
-¿Cómo estás hijo?