Camila amaba el control, la hacía sentirse poderosa, y ella amaba ese sentimiento más que a otra cosa.
Tenía el control por completo de toda su vida, de todo lo que la rodeaba y a veces, hasta de la vida de las personas que formaban su día a día, as...
No pasó mucho tiempo cuando Lauren ya había empacado todo, aunque no es como si tuviera que empacar mucho. Fue sólo su ropa y la de su hijo, algunos juguetes de Andrew, pertenencias personales de Lauren, un par de álbumes de fotos y alguna que otra cosa sin importancia, al menos para mi, por lo que sólo hicimos un par de viajes a mi coche para meter todo, tanto en el maletero como en los asientos traseros, casi todo siendo llevado por mi, pues Lauren traía en sus brazos a la pequeña bola de pelos, a la cual yo me negaba a tocar, y así estábamos por irnos, pero justo cuando ya estábamos por salir de aquel edificio, Lauren se detuvo, justo en el primer apartamento del primer piso.
-L: Espere, aún debo hacer algo más.
No contesté, sólo rodee los ojos y la vi llamar a aquella puerta, de donde salió una mujer, de entre 60 y 70 años, con una sonrisa cálida.
-X: Lauren, querida ¿necesitas algo?
Pregunto la mujer amablemente en cuanto observó a Lauren, sin nunca dejar que esa sonrisa desapareciera e incluso hacer que mi asistente sonriera por primera vez desde que llegué a recogerla.
-L: En realidad no, señora Trini, sólo vengo a avisarle que me voy a mudar, el departamento ya está desocupado y vine a traerle las llaves.
-Tr: Oh, que lastima, era agradable tenerte aquí haciéndome compañía de vez en cuanto con el adorable Andy.
-L: También para mi lo era, pero las circunstancias...
Lauren suspiró visiblemente triste ante tener que dejar el lugar y me miró, haciendo que también la mujer se inclinara fuera de su apartamento, donde me observó y me sonrió amablemente, a lo que sólo correspondí con una pequeña sonrisa y un movimiento de cabeza.
-L: En fin, debo irme, se hace tarde y debo recoger a Andy, así que aquí tiene.
Ella le entregó las llaves a la mujer, enseguida se abrazaron cariñosamente y a mi me daba un sentimiento extraño, como culpa de tener que hacer que abandonara toda su vida por decisión mía.
-Tr: Cuídate mucho, hija, y también a ese pequeño adorable.
-L: (Sonrió y asintió) Lo haré, usted también cuídese ¿si?
La mujer asintió y una vez que la despedida había terminado, ella entró de nuevo a su apartamento y Lauren se acercó a mí.
-C: ¿La dueña del edificio?
-L: Así es.
-C: Se nota que se llevaban bien.
-L: Si, es una señora muy agradable y linda, no como muchas otras personas.
Enmarqué una ceja ante esa indirecta muy directa pero no dije nada, mejor me hice a un lado para dejar pasar a Lauren y la seguí una vez que avanzó, salimos finalmente del edificio hasta mi auto, le abrí la puerta del acompañante a Lauren pero ella no entró.
-C: ¿Que? ¿Se te olvidó algo?
-L: No.
-C: ¿Entonces?
-L: Nunca me he subido a un auto como este.
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