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Una semana había pasado demasiado rápido para su gusto.

Jinyoung, también, había estado bastante despegado de Jihoon últimamente. Seguían llegando juntos –y tarde– como todos los días, seguían comiendo juntos en el comedor o peleando por los pasillos, pero algunos curiosos notaban que ya no se iban juntos a casa como acostumbraban. Inclusive, muchas veces pillaban al mayor deambular por la sala de profesores o en el baño solo. Aunque para muchos fuese algo normal, varios más sabían que aquellos dos chicos casi eran la misma persona. Por ello, era demasiado extraño que el par estuviese separado. Casi mágico.

No obstante, la razón era bastante simple: el menor estaba demasiado ocupado con el club de baloncesto. Considerando que amaba el deporte y no era tan estúpido como para llevarle la contra a Kang Daniel, era entendible que le brindara mucha atención al tema. Sobretodo porque su evaluación para ver si quedaba en el equipo era al otro día, prácticamente a la vuelta de la esquina, así que Jinyoung estaba a nada de arrancarse el cabello.

Daehwi no ayudaba mucho tampoco.

—No tengo idea de lo que estás planeando —le había dicho un día que decidió quedarse a entrenar—, pero sé que no funcionará.

Y así, con cuaderno en mano, se había ido. No tenía ni la más mínima idea de por qué el lindo muchachito le tenía tanto rechazo, al punto de pensar que verdaderamente lo odiaba. Si bien estaba la estúpida posibilidad de que tuviese celos de él al estar cerca de Kang Daniel (ya que era obvio lo mucho que a Daehwi le gustaba el capitán del equipo), la idea no tenía ni pies ni cabeza. Es más, Jinyoung aún podía recordar su última pesadilla donde Daniel era el personaje principal. Por lo mismo, al detenerse un poco y sentarse en el suelo del gimnasio para meditar el problema, no le quedó más que suspirar y pararse resignado.

—¡Jinyoungnie!

Y Taehyung era la guinda del pastel.

El mayor se está acercando a él con su tan característica sonrisa rectangular, alzando una mano en su dirección. Jinyoung eleva sus cejas evitando una mueca y forzando una leve sonrisa, quitándose el sudor de la frente mientras sostiene con fuerzas el balón entre sus manos.

Los últimos días, Taehyung estuvo bastante pegado a él. Acompañándolo en las prácticas, siguiéndolo a los vestidores, invitándolo a comer en los recesos y saludándole enérgicamente cada vez que le veía. También, después de que las actividades diarias del club terminaran, se quedaba con él (Jinyoung tenía el afán de quedarse más tiempo del necesario) y le proponía jugar un uno a uno, hablándole hasta por debajo de los codos y dándole consejos rápidos. Era demasiado molesto a su gusto, pero tampoco es como si le desagradara. Le caía muy bien y era un alivio, ya que de lo contrario tendría que cargar solo con las insistentes miradas de los demás.

El resto del equipo se la estaba haciendo difícil.

—Hyung —su voz se escucha cansada y aclara la garganta, observándole confundido—. ¿Se le ofrece algo?

—No seas tan formal conmigo, Youngie —Taehyung deja sus manos en sus caderas, más animado que de costumbre. El menor muerde el interior de su labio para ocultar su repulsión a aquél apodo—. De todas formas, ¿no estás emocionado por el partido de mañana? —pregunta, buscando su mirada.

—En realidad... —sisea, sus ojos pegados en el piso y los rayos anaranjados que entran porque es tarde—. No tanto —murmura finalmente, reacio a que el mayor le vea a la cara—. Ni siquiera es un partido como tal, al fin y al cabo —ríe, con cierta pesadez.

—¿Cómo que no? ¡Pero si jugaremos contra ti, Youngie!

—Por lo mismo —le corta frunciendo el ceño. Taehyung se ve sorprendido y eso le molesta—. Son ustedes contra mí, un equipo que ha llegado a las finales de cada campeonato escolar a nivel nacional. Es injusto por donde lo mires, hyung. Yo ni siquiera tengo a alguien a mi lado para darles cara.

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