Capitulo IV

20 3 0
                                    



Seguían caminando sin parar, sintiendo cada vez más frustración de no encontrar nada más que pasillos y puertas que conducían a nada. Calculaban haber caminado por lo menos hora y media, pero no tenían una manera segura de afirmarlo.

-¿Estás segura de que no estamos caminando en círculos?-

-No podría afirmarte o negarte nada-

-Maldita sea, este lugar ya me tiene harta-

-¿Crees que a mí no? Los pasillos son más largos y cada vez es más el tiempo que paso sin ver nada-

-Al menos tú no te estás muriendo de frío-

-Solo a ti se te ocurre dormir con ropa tan ligera durante invierno-

-Tengo sabanas muy gruesas, incluso podría dormir desnuda sin preocuparme por el frío- De un momento a otro dejo de sentir la prenda entre sus manos, al parecer Alex había jalado de ella haciendo que la soltara al instante. Al dejar de tener ese contacto en sus manos se sintió vacía y parada en la nada, se sintió pérdida en cuestión de segundos, incluso más de lo que ya estaba antes. Las ansias se estaban apoderando de ella otra vez, se sintió indefensa.

Estaba dispuesta a echar a correr sin más en ese momento de vacío, estuvo a punto de hacerlo, pero se abstuvo al sentir algo caliente ser puesto sobre ellas.

-¿Ya estas feliz ahora?-Alex le hablaba de frente, lo sabía porque su aliento choco contra su rostro, haciéndole entender que estaba realmente cerca.

Le había puesto su gabardina sobre los hombres. Todavía se sentía caliente y eso era realmente satisfactorio.

-Mete tus brazos- Le ordeno y sin pensarlo hizo caso a sus palabras. Posterior de haber introducido sus brazos por las mangas, Alex procedió a abotonar la prenda –Ya no te puedes quejar del frío. Sigamos- Deslizo su mano por el brazo de Mei hasta dar con la mano de esta para después sujetarla.

-Vaya Alex-

-¿Qué?-

-No tenía idea de que fueras tan caballerosa-

-Ahora te vas burlar de mi- Su tono se escuchaba entre irritada y divertida

-Nop, solo es para agradecerte. Tu cuerpo es muy caliente-

-¡Jaj! Lo sé, no es necesario que lo digas- No podía ver su rostro, pero estaba más que segura de saber que estaba haciendo una sonrisa de picardía. No pudo evitar soltar una pequeña risa. La conocía demasiado bien.

-Tú nunca dejas tus estupideces verdad-

-Si las dejara perdería mi encanto-

-No se dé que encanto es del que estás hablando, pero si tu lo dices-

-Tú sabes que soy una persona encantadora- Fingía un tono egocéntrico que le divertía a la chica que iba caminando más atrás

-Por supuesto, como digas-

-No trates de ocultarlo, se que no puedes resistirte a mi-

-Sí, no puedo resistir lo molesta que eres- Contra ataco los ególatras comentarios de su amiga.

-Que dura- Rió ante lo dicho

-Tú fuiste la que comenzó- También reía por la extraña conversación

-Claro que no, fuiste tú la que comenzó- Alex palpo la pared percibiendo que había un pasillo hacia la izquierda – Oye ¿seguimos derecho o vamos hacia la izquierda?

Mente en BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora