ii

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Todos los recuerdos son como un infierno;

no sé por qué aún están atrapados en mi mente.




Sehun apretó sus manitas con fuerza, intentando que el dolor de su muslo se detuviera. Hoy, sin querer, había tirado el jarrón de porcelana de su abuela, y ella lo había lastimado por ser un niño malo. Sus lágrimas caían por sus abultadas mejillas. Sehun sollozó bajito; él sabe que a esta hora no debe de estar despierto: muy pronto serán las diez.

Pero en aquel momento, él solo estaba ahí, cubriendo inútilmente sus orejas en medio de una fría cama, tratando de no escuchar la misma pelea entre su abuela y su madre en la sala.

—Tenías un futuro brillante Yoora. Eras la mejor alumna de toda la carrera... ¿qué necesidad había de arruinarte la vida con un maldito estorbo? —gritó su abuela, haciendo que su corazón doliera de nuevo.


Sehun tan sólo tenía dos años, pero no era ningún idiota. Entendía claramente cada palabra que era lanzada en su contra.

Entendía que él no era querido ahí.



La puerta de su habitación se abrió bruscamente, dejando ver la rolliza silueta de un ojeroso y agitado Chanyeol en pijama de tortugas. Sehun mordió su labio con fuerza, intentando acallar sus sollozos: él no quería preocuparle, no otra vez. Pero al sentir sus cálidos brazos enrollar torpemente su cuerpo, seguido de aquellos besitos tiernos en su frente mientras le repetía que todo estará bien, Sehun no pudo evitar aferrarse a Chanyeol como otras tantas veces.

De alguna u otra manera, a ambos les gustaba pensar que todo estaría bien.




El reloj marcó la medianoche cuando los gritos en la casa de los Park comenzaron a intensificarse. Esta vez, parecía que aquella pelea tan cotidiana nunca iba a parar... Y un triste Chanyeol no soltaba al pequeño que temblaba entre sus brazos y derramaba lágrimas sin parar sobre su pecho.

—Eto es mi culpa, Channie —hablo Sehun con dificultad, apretando sus ojitos y golpeando su cabeza con ambas manos —Me odio, ¡quiero morirme porque me odio!

Chanyeol lo abrazó con fuerza, reteniendo todas las ganas que tenía de llorar. Él odiaba ver a su bebé así: Chanyeol detestaba ver aquellos ojitos bonitos tan tristes. Su corazón se rompía poco a poco con cada palabra que el menor lanzaba contra sí.


Apenas era un niño, no se merecía esto.



Con el valor que guardaba para la preparatoria, Chanyeol tomó las manos de Sehun y limpió sus lágrimas, dejando un delicado beso en su nariz antes de bajar de la cama.

—Iré a detenerlas —dijo como si nada. Chanyeol acarició su cabello y caminó hacia la puerta, deteniéndose antes de salir —Por favor, no te hagas más daño, Hunnie. Yo te amo mucho y te prometo que nunca estarás solo, yo siempre estaré contigo. Te sostendré cuando las cosas salgan mal o salgan bien, estaré contigo desde el amanecer hasta el atardecer. Así que no digas esas cosas, porque me duelen.

Y se fue sin más.



Chanyeol cruzó el pasillo con los nervios a flor de piel. También intentó bajar las escaleras de dos en dos, pero ni siquiera llegó a la mitad: se había congelado al ver la fuerte escena frente a sus ojos. A escasos centímetros, su madre golpeaba con furia a Yoora, quien estaba en el piso tratando inútilmente de cubrirse.

Chanyeol siente sus manos picar y las lágrimas salir involuntariamente de sus ojos al ver como la persona que más amaba y admiraba le sacaba el aire a patadas a su hermana. ¿Dónde estaba la señora amorosa que le daba besos en las mañanas y jugaba con él cada tarde? Ahora no la encontraba, solo veía a un monstruo.

—Mami, ¿qué haces? ¡Mami, suéltala! —gritó Chanyeol con el labio temblando, corriendo hacia su hermana al mismo tiempo que su padre llegaba a casa.


Y bastó sólo eso para que la señora Park se detuviera a mirar todo lo que había hecho. Viendo como Yoora estaba en el piso de la sala y su esposo la miraba afligido desde la entrada.

—Yo, yo no quería —tartamudeo horrorizada, lanzando un sollozo — El niño rompió algo y ella, yo... Sung-gin cariño, yo no quería.


—Por favor, vete de aquí —pidió su esposo consternado, corriendo hacia Yoora —Vete y no vuelvas. ¡Hazlo maldita sea! Antes de que llamé a la policía.

Ella asintió, corriendo asustada a su habitación. El señor Park la detuvo del brazo, lanzando un grito que hizo congelar a todos los mayores de aquella casa.

—No, fuera de mi casa Soo. ¡Ahora!


Y así lo hizo, saliendo con una maleta antes que su esposo, quien salió después con su hija en brazos hacia el hospital, diciéndole a Chanyeol que cuidara de Sehun y se fueran a dormir, que mañana hablarían.




Aquélla noche fue la penúltima vez que Chanyeol vio a su madre; la siguiente fue en su funeral meses después. Él no culpa a nadie, pero Sehun se culpa a sí mismo.




Solía jurarme todos los días que todo iría bien.

Pero siempre pasaba lo contrario.




Una vez leí una nota, "Abuela encadenó, cortó y golpeó con un tubo por meses a sus nieta de 7 años". Es un hecho bastante triste, sobre todo cuanto te pones a pensar que la persona en la que menos piensas es la que más puede hacerte daño.

La violencia intrafamiliar es un tema bastante delicado, con situaciones que, en los peores casos, lleva a la muerte. En México, o en cualquier parte del mundo, es un hecho bastante normalizado por la sociedad que de generación en generación conserva el lema: violentar o poner mano dura para educar.

don't tell your mother ; chanhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora