Capítulo 13

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Fue una semana muy intensa en la que tuvimos que montar la canción y ensayarla todo lo que pudiéramos.

El día antes del reality, estaba yo sola ensayando las partes que más me costaban de la canción, cuando me encontré a Noah apoyado en el marco de la puerta, observándome.

-¿Espiándome? ¿Tan bajo has caído, Pumpk?-me reí, era la primera vez que usaba su apodo.

-Sólo quería ver qué tal lo estabas haciendo. ¿Te importa si te doy un consejito de nada?-preguntó Noah.

-No, no me importa.- contesté.

-A la hora de cantar, es muy importante expresar en cada momento todo lo que causa en ti la canción. En cada nota, palabra o gesto, el oyente tiene que percibir todos tus sentimientos y emociones. Si hace falta llorar, llora; si hace falta gritar, grita. A fin de cuentas, la música es puro sentimiento, ¿no crees?-expresó Noah, dejándome sin palabras.

-¿Qué tal si cantamos la canción de nuevo, poniendo en práctica mi consejo?-propuso Noah.

Asentí y puse la canción y, simplemente, me dejé llevar por completo. Hice parte de mi cada palabra cantada y cada sentimiento que estas provocaban en mí.

Entonces, como siempre que sonaba el último acorde de la canción, nuestras caras acabaron casi pegadas, terminando así nuestro baile. Iba a separarme cuando Noah me puso una mano en el cuello. Alcé la mirada y me encontré con sus ojos, azules y llenos de sentimientos. Poco a poco, Noah se fue acercando más mientras cerraba los ojos. Finalmente rompió el espacio entre los dos, dejándome acariciar sus labios con los míos. Pasé mis brazos por su cuello y empecé a jugar con su pelo. Sus labios eran lo mejor que había probado en mi vida. Cuando, desgraciadamente los despegó de mí me dijo:

-Ya era hora de que sucediese, ¿no, crees?

Oímos que alguien entraba en la habitación y nos separamos. Ed nos miró raro desde la puerta, y Noah se despidió y salió a la terraza. Ed se sentó en mi cama y me hizo un gesto para que hiciera lo mismo.

-Esta mañana he hablado con Pablo.-Dijo con una sonrisita- ¡Adivina con quién estoy saliendo!

-¡Con Daphne! –Exclamé, en broma.

-Eres tonta… ¡Con Mel Grinni! Estoy saliendo con uno de los chicos más codiciados del país. –Comentó, orgulloso.

-¿Y me lo vas a contar todo o no? Vamos, es que a veces dices que soy tu hermana, y luego se te olvida el importante detalle de decirme que tienes novio…

-No te enfades, porfi… Te lo cuento todo, ¿vale? –Asentí- Mira, la primera vez que le vi fue en Loudly, antes de que nos hiciesen la primera audición. Se presentó como Magnus, y yo le dije que necesitaba un apodo urgentemente. Después de diez minutos, llegamos a la conclusión de que Mel era un nombre genial. La segunda vez que hablamos fue cuando nos echaron del programa, recuerdo que Mel estaba muy triste y yo le abracé. Estuvimos abrazados hasta que nos vinieron a buscar y Mel me dio su teléfono. Pasó una semana y nos hicieron volver al programa. Te puedes imaginar cual fue mi sorpresa al ver ahí a Mel, mi nuevo amigo, porque entonces yo tenía novia y tal. Pasamos una fase del concurso por los pelos, sin casi tiempo para ensayar y después nos fuimos a la casa de la playa del hermano mayor de Mel. Ahí empezamos a tontear, hasta que un día me besó. Estuve dos días sin hablarle, hasta que tuve una charla muy profunda con Logan y le conté todo. Log me hizo hablar con Mel y volvimos a quedar como amigos, aunque de vez en cuando le robaba alguna caricia o abrazo que no les das a tus amigos. Pero yo no estaba listo. No podía dejar a Lilly, mi novia desde hace dos años. La cosa mejoró cuando pasamos a la fase de las casas, porque tenía a Mel tonteando conmigo 24 horas al día. Después de varias semanas dejé a mi novia, porque me estaba enamorando de mi mejor amigo y no podía seguir mintiéndola a ella, ni seguir mintiéndome a mí. Desde ese momento, los encuentros con Mel se multiplicaron y surgieron las Melard Shippers. El día antes de fin de año, mi cumple, Mel se declaró. Me dijo cosas que nunca olvidaré y que no te voy a contar porque tienes 15 años. Tres días después me declaré yo y empezamos a salir. Cuando se lo dije a mi madre flipó muchísimo, pero los padres de Mel, que ya sabían que era bisexual, no fliparon tanto. Si te digo la verdad, conocer a Mel fue una de las mejores cosas que me han pasado.

Cuando las palabras fallan, la música habla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora