𝓝. 𝓕 𝓞 𝓡 𝓞 𝓡 𝓓

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𝕹. 𝕻𝖗𝖊𝖋𝖆𝖈𝖎𝖔

Les ha costado un año acostumbrarse al paraíso y cuatro meses descubrir que, en realidad, es una isla

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Les ha costado un año acostumbrarse al paraíso y cuatro meses descubrir que, en realidad, es una isla. A Thomas le gusta esto último; ha encontrado cierto consuelo en la inmensidad del mar y sus atardeceres. Hay un acantilado al oeste de la isla donde, cuando llega la puesta del sol, el cielo se pinta de amarillo, rosa y violeta. Es hermoso. Y, al caer la noche, las estrellas brillan sobre el mar y el cielo. Es su lugar favorito. Le gusta lo suficiente para ser solo suyo. Los demás respetan su intimidad y lo dejan perderse en sus recuerdos y lamentos, aunque nunca más de lo acordado. Sus amigos siempre van a buscarlo después del tiempo establecido. Minho dice que no deben estar solos, al menos los primeros años. Thomas lo acepta porque una parte de él odia la soledad y su silencio.

Nunca lo admite, por supuesto. Nunca habla de sus noches de insomnio ni de sus pesadillas, tampoco de sus sollozos ahogados contra su pobre almohada. Thomas habla lo necesario; comparte sobre su dolor lo mínimo. Incluso con sus amigos, las palabras son escasas. Hay secretos que prometió llevarse hasta la tumba y cumplirá su palabra; no importa si los más jóvenes del grupo insisten en escuchar lo sucedido con CRUEL de su propia boca: no cede. Sus amigos hablan con mucha soltura en comparación, sobre todo Frypan, quien adora contarles a los nuevos sobre sus aventuras en el laberinto y en el desierto. A Thomas le sorprende cómo el resto de habitantes siempre lo escuchan con tanta admiración. No debería sorprenderlo. Si piensa en cómo son con el diario de Newt, entonces escuchar a Frypan debe ser para ellos la cumbre de sus sueños sobre un continente que no verán en décadas o, si algún día, podrán verlo otra vez.

Pensar en Newt todavía representa un conflicto interno para él. Thomas se prometió, al llegar al paraíso, dejar el tema atrás: no hablar sobre su amigo con nadie. Funcionó las primeras tres semanas, hasta aquel día. Mientras terminaban de desempacar todos los recursos enviados por esa estúpida organización, Jorge encontró una libreta de cuero entre una de las cajas. Se la mostró a Thomas, y le bastó leer la primera página para saber a quién le pertenecía. Fue el primero en leerlo y, con cada página leída, sus últimos momentos junto a Newt se reproducían en su cabeza como una película. No habló con nadie en todo el día después de eso. Minho le arrebató el diario al día siguiente y se pasó toda la mañana leyéndolo una y otra vez; después se lo entregó a Frypan y a Gally, quienes lo leyeron incrédulos. Minho lo leyó una última vez; luego fue hacia él y solo dijo: «Guárdalo tú». A los demás debió de resultarles interesante ver a los "destructores de CRUEL" leer la libreta, llorosos y con una creciente ira en los ojos, porque a la mañana siguiente comenzaron a preguntar sobre el diario y de quién era.

Thomas solo apretaba el diario contra su pecho con más fuerza cuando las preguntas llegaban. ¿Con qué derecho se atrevían a preguntar por su objeto más preciado?

Minho debió pensar distinto, pues, al caer la noche, reunió a los habitantes alrededor de una fogata y les contó sobre Newt: quién fue y lo que hizo. Tal vez algo en la mirada de Minho los conmovió lo suficiente como para querer saber todo acerca de Newt. Las preguntas dejaron de serlo y se transformaron en pedidos: «¿Podemos leerlo?». Lo decían con tal respeto y anhelo, como si para ellos también fuera importante conocer parte de su historia, y Thomas cedió. Entregó el diario y, en cuestión de días, todos los habitantes de la isla ya lo habían leído. Fue entonces cuando algunas preguntas sobre Newt se hicieron más frecuentes: su flor favorita o su verdura predilecta, alguna manía o el color de sus ojos. ¿Era gentil? ¿Fue un buen amigo? Algunas eran respondidas por Minho y otras por Frypan; Gally soltaba uno u otro dato. Thomas no respondía ninguna.

Proyecto X  [Newtmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora