EDITADO
Dormir en el suelo definitivamente no es una buena idea.
Despierto adolorida del cuello y la espalda, al levantarme, casi puedo jurar que oigo mis huesos crujir. Hoy más que nunca me siento vacía y perdida, como si los recuerdos de Dylan se hubieran llevado consigo todo dentro de mí. Siento los ojos hinchados a pesar de no haber llorado anoche, supongo que es porque traté de sacar lágrimas que no tenía.
Me encamino al baño desganada, me deshago de toda la ropa que tengo encima y sin ningún miramiento entro a la ducha. Creo que en cualquier momento me desmoronaré. No sé qué hacer de mi vida y menos ahora que tengo otra vida en mis manos, no estoy segura de poder ser una buena madre para ese pequeño ser que ahora necesita de todos mis cuidados. Tal vez mamá tenía razón, tal vez no estoy lista para cuidar de un bebé.
No puedo dejar de pensar en el pequeño. ¿Estará bien? Hay muchos más bebés a los que se debe cuidar, ¿lo atenderán adecuadamente? Nada me ha hecho pensar lo contrario, pero es verdad que no he estado en el hospital el tiempo suficiente como para ver como lo tratan todas las enfermeras. Estoy angustiada, creo que no he hecho nada bien con él, por un momento siento que debería faltar al trabajo por ir a estar con él en el hospital, pero de nada me servirá eso si me descuentan el día y no puedo hablar con la directora para ver mi situación.
Me siento vacía, sin ganas de nada, siento una presión enorme en mi pecho, pero no en el corazón como creí que debía ser, sino en los pulmones.
Ahora que lo pienso, no es un vacío, más bien es lo contrario, siento que mi pecho está tan lleno que no me deja respirar, tan lleno que en algún momento va a estallar como un globo.
Pero más allá de esa presión en el pecho, me siento sola.
Dylan era todo lo que tenía y se ha ido. Él me hacía sentirme querida y deseada, me hacía querer seguir adelante a pesar de saber que lo nuestro no tenía un gran futuro, él me daba razones para seguir luchando día a día contra cualquier obstáculo que se me presentara. Él me hacía querer vivir. Incluso en los meses después de su boda, cuando todo terminó, había una parte de mí que esperaba su regreso, y esa esperanza fue la que me mantuvo en pie hasta ahora.
Y ya no está.
No creo haberlo asimilado aún, es decir, murió hace menos de dos días, no puedo simplemente aceptar que se haya ido y me haya dejado. No puedo creerlo, no quiero hacerlo.
Y me es aún más difícil porque estoy acostumbrada a que no esté, a verlo un día y que desaparezca una semana, para después tocar un día cualquiera a mi puerta sin aviso alguno. Pero ya no habrá más de esos días. Esta vez no volverá.
Quiero tenerlo de nuevo a mi lado con sus comentarios indecentes y sus manos traviesas. Quiero que regrese a mí para abrazarlo una última vez, para besarlo y decirle que lo amo a pesar de saber que no tendré respuesta.
Pero así no funcionan las cosas. Así no es como debía de ser.
Casi sin darme cuenta me baño y cuando menos lo espero ya estoy en bata frente al armario. Abro el cajón de la ropa interior y mi pecho se oprime más al darme cuenta de que gran parte del contenido de ese cajón me lo regaló Dylan. Tomo un conjunto y siento como si tuviera espinas en lugar de encaje, pero aun así me lo coloco y busco entre la ropa acomodada y perfectamente planchada.
Suelo guardar conjuntos premeditados para el trabajo y hoy más que nunca agradezco haber desarrollado ese hábito, tomo uno de esos conjuntos y me lo pongo como si fuera un robot, al terminar me dirijo al espejo detrás de la puerta y en el camino tomo mi cosmetiquera.

ESTÁS LEYENDO
Destino Adelantado
Literatura FemininaLa maternidad nunca fue una prioridad para mi, de hecho, pensé que a mis veintitrés años,aún estaba lejos de esa etapa de mi vida, pero como suele pasar, nunca nada sale como lo planeas. Ahora tengo un bebé, un pequeño niño y ni siquiera tuve que em...