Editado
_________Recuerdo perfectamente el día que Dylan pidió la mano de mi hermana.
Fue un sábado 1 de octubre. Estábamos en una cena con mis padres en un restaurante muy elegante festejando el cumpleaños de Dylan, ellos llevaban tres años de novios (uno y medio viviendo juntos), así que a nadie nos sorprendió.
Durante la cena el nerviosismo podía saborearse como si lo hubieran puesto de ingrediente principal en todos los platos. Al terminar el postre, mi hermana tomó la mano de Dylan y le murmuró: "ya es hora, cariño", él asintió y se aclaró la garganta para empezar a decir:
-Señores Bloom, hoy además de festejar mi cumpleaños, los reunimos aquí para poder pedirles que me permitan llevar a su hija al altar – el silencio se hizo tenso, él volteó hacia mi hermana que sonreía e inhaló hondo – La amo con cada célula de mi ser y nada me haría más feliz que compartir mi vida con ella. Amber es lo mejor que me ha pasado y cada día a su lado me hace estar más convencido de que ella es la persona junto a la que quiero vivir. No puedo imaginarme una vida donde Amber no esté... porque simplemente no sería vida.
Mi madre lloraba, mi padre solo pensaba, pero yo sabía que les daría su permiso y que en caso de que no lo hiciera, ellos se casarían igualmente. Ambos se miraron y él apretó la mano de mi hermana. Fue ahí donde me di cuenta de que papá les daría el sí de inmediato. No por las palabras dichas anteriormente, ni tampoco por la antigüedad de la relación, sino por esa mirada que compartieron. Era como si al mirarse no existiera nadie más en el mundo que ellos, como si con tan solo mirarse pudieran resolver todos los enigmas del universo, o más bien, como si esas incógnitas dejaran de tener importancia porque lo único importante era el otro.
Era esa mirada que yo siempre había deseado ver en los ojos de Dylan cuando me miraba. Pero nunca la tuve, nunca fui dueña de esa mirada, ni de esa sonrisa ladeada que en ese momento le dirigía a mi hermana.
Recuerdo que mis ojos se llenaron de lágrimas que no me molesté en ocultar. Y fue un sollozo mío que los despertó de su ensueño y los hizo mirarme. Yo le sonreí a mi hermana y me levanté para abrazarla y llorar en su hombro, lo cual ella interpretó como una felicitación, por lo que también me abrazó y lloró junto a mí. Pero cuando levanté la vista, me encontré con esos ojos de un azul imposible mirándome con culpa, remordimiento y lástima.
Esos ojos que habían sido mi bote salvavidas en los momentos difíciles, esos ojos que eran mi cable a tierra y mi razón para despertarme por las mañanas y enfrentar a todos. Pero él no era para mi, era para mi hermana, de la cual se enamoró dos semanas después de conocerme. Porque yo los presenté. Yo cavé mi propia tumba y nadie lo notó.
Nadie notó que cuando mi hermana lo presentó como su novio yo lloré toda la noche e incluso cuando el sol entraba por mi ventana seguía sollozando por él, tampoco notaron que cuando mi hermana se mudó con él yo dejé de comer durante algunos días hasta que nos visitaron y él me convenció de que matarme de inanición no era una salida.
Así como tampoco notaron que cada vez que mi hermana salía de viaje yo dormía con él. Y cuando él decía salir de viaje, iba a mi departamento.
Era un acto tan masoquista que no sé cómo pude soportar despertar a su lado y prepararle el desayuno para irme antes de que el sol terminara de aclarar el cielo.
Y lo peor de todo era que nunca me sentí mal por hacerlo. Nunca miré con culpa a mi hermana porque ella me lo había quitado a él. Ella lo había enamorado y se había asegurado de que nunca dejara de amarla. Yo no podía competir contra eso. Pero si tener mis pequeñas noches de venganza en las que solo éramos él y yo, a pesar de saber que su corazón era de mi hermana yo sabía que en una parte de su mente estaba yo.
Mi hermana me quería tanto que me pidió ser la madrina de los anillos, a pesar de que no éramos tan cercanas. La más importante. Y también que le ayudara a planear su boda, ya que ella nunca había sido buena planeando eventos. Textualmente me dijo: "planéala como si fuera tu boda".
ESTÁS LEYENDO
Destino Adelantado
Genç Kız EdebiyatıLa maternidad nunca fue una prioridad para mi, de hecho, pensé que a mis veintitrés años,aún estaba lejos de esa etapa de mi vida, pero como suele pasar, nunca nada sale como lo planeas. Ahora tengo un bebé, un pequeño niño y ni siquiera tuve que em...