Otoño » Meanie

Primera hoja

El otoño está empezando y con ello la brisa fría de la época cala en el moreno, sopla sus manos sin guantes y hace una nota mental de sacar su ropa abrigada del closet. Las luces neón del club al que suele ir de vez en cuando parpadeaban débilmente, los años del lugar estaban pasando factura, pero eso no le quitaba lo agradable y claro, era el mejor sitio para conseguir una chica decente para divertirse. 

Mingyu era un tipo simple, cuando se sentía estresado iba por unos tragos y si con ello podía acostarse con alguna mujer, pues mucho mejor.

Ese día salió del trabajo con ganas de probar suerte con alguna desconocida, la tarde apenas caía y solo unas cuantas personas se encontraban en el bar, esperaría un poco más para utilizar sus encantos. Desde la barra tres botellas de cerveza ya había consumido, y una que unas mujeres mayores que con mucho gusto le brindaron, el castaño sabía las intenciones de aquel regalo. Sonrió para las mujeres que estaban a unos lados de la barra. Al menos ya tenía con quien regresar a casa para calentar su cama.

Más tarde, perdió la cuenta de cuantas botellas llevaba, antes de que perdiera la conciencia por completo pagó lo que consumió y se dirigió al baño para descargar la bebida. Al volver al lugar, decidió ir con aquellas mujeres y ver quién sería la afortunada de ir con él a casa. Les dedicó su mejor sonrisa de casanova y como era de esperarse ambas cayeron, reían y hablaban animadamente con él.

Mingyu fue empujado por alguien, o más bien alguien había empujado a un joven hacia él. El chico tenía roto el labio inferior, unos tipos robustos tenían su vista sobre el menor de cabello oscuro. Una pelea de pandilleros, genial. Las mujeres se asustaron y huyeron del recinto dejandolo a la deriva. 

—¡Esperen! —Mierda, le habían arruinado el polvo— joder. —Miró hacia abajo donde el chico parecía temblar y no hacía nada por defenderse o tratar de correr.

El castaño se agachó hasta su altura y le ayudó a levantarse.

—Acabas de joderme la noche, pequeño imbécil. —Si el chico estaba asustado ahora parecía querer matar a Mingyu, pues lo miraba de forma fría y amenazante. Uno de los tipos robustos se acercó hacia ellos y tenía pinta de terminar lo que empezó con el de cabellos azabaches.

—Amigo, es mejor que te alejes. —Para ese punto, los clientes habían salido del local y los bármanes y meseros tomaban distancia desde atrás de la barra.

—Amigos, vamos, este no es un lugar para resolver cualquier otro problema que tengan. —A los hombres no les hizo gracia que Mingyu no se haya ido todavía, y de paso se las quería dar de defensor del pueblo. El más alto olía problemas.

—Tienes cinco segundos para irte, o de lo contario sufrirás lo mismo que tu amiguito aquí. —Señaló al chico de cabellos negros y este miró hacia Mingyu, como diciéndole: corre, idiota.

—Pues no me parece justo que dos tipos tan grandes como ustedes se metan con un enclenque —el mencionado gruñó y sin embargo se mantuvo callado en todo momento.

—Eres hombre muerto, —los hombres corrieron hacia Mingyu y este se preparó para seguramente ser jodido por dos mastodontes. Uno de los tipos se lanzó contra Mingyu y el otro aprovechó para propinarle golpes, el castaño como podía los golpeaba, pero era difícil teniendo en cuenta que dos trolls lo tenían acorralado. Antes de que pudiera salir de ahí casi muerto, las sirenas de una patrulla de policías se hicieron escuchar. Los tipos salieron corriendo por la puerta trasera, no sin antes amenazar al azabache de que volverían por él.

Entre los empleados tuvieron que ayudar a Mingyu, el hombre tenía la ceja partida y unos moretones por el cuello y de seguro por otras partes de su cuerpo. La patrulla se había perdido, tal vez para seguirle el rastro a los mastodontes de antes, mientras algunos camareros ayudaban a limpiar las heridas de Mingyu las personas que antes se habían ido, iban entrando y el ambiente volvía a ser el mismo. Lo que no volvió fue el polvo del más alto, quien estaba molesto por ser golpeado y de paso dejado sin sexo. Maldito niñato.