Otoño » Meanie

Octava hoja

El cuerpo del moreno estaba hecho un ovillo en el sofá de su sala de estar, su celular no dejaba de sonar y mostrar el nombre de Choi Seungcheol, tal vez para asegurarse de que todavía estaba respirando. Mingyu no quería hablar con nadie, ni ver a nadie que no fuera Jeon Wonwoo. Por estar preocupado por el chico, el moreno no quiso ir a trabajar los siguientes días, le iban a descontar todo aquello de su sueldo, pero al demonio, él tenía que estar en casa cuando Wonwoo decidiera regresar —cosa que nunca se sucedió por el resto de la semana—.

Durante ese tiempo aislado, a veces si podía comer un bocado de algo, pues su estómago se oprimía ante la preocupación que cargaba encima. ¿Wonwoo estaría bien? ¿Estaría comiendo? ¿Se abrigaba? ¿Lo odia? Esas y muchas preguntas surgían de vez en cuando. También estaba el hecho de que Seungcheol había llamado a su puerta muchas veces, pero este no respondía, no quería compañía, él se sentía como la mierda y no estaba para hablar con nadie, ni siquiera con Cheol. Él solo quería llorar sin que nadie lo estuviese consolando porque tal vez era su culpa el que Wonwoo esté desaparecido.

A la siguiente semana decidió que era hora de superarlo, que se jodiera Wonwoo, que se jodieran todos. Mingyu, por fin dio la cara en la universidad, su aspecto era tétrico, ojeras por casi no dormir y la piel pálida por la falta de comida y nutrientes, sumado a eso, su humor de perros habitual multiplicado por 100. Si alguien se atreviera a hablarle, de seguro lo iba a mandar a la mismísima mierda y sin retorno. Decir que estaba enojado era poco, el estaba malditamente frustrado con toda la situación del chico. Wonwoo nunca apareció, por lo que el moreno dedujo que él había sido quien hubo saqueado su hogar, claro, esa no era la razón de su furia; era el hecho de que Wonwoo no tuvo las agallas para pedirle más dinero y simplemente huyó a quién sabe dónde.

Ese lunes fue nefasto, retó a sus estudiantes y hasta puso algunas malas calificaciones. Un listillo llamado Lee Chan lo acusó de irrespetuoso con el rector, por lo que decidió bajarle algunos puntos y de paso, abarrotarlo de preguntas en un supuesto interrogatorio sorpresa que nadie aprobó.

—No es justo, nadie pasó el interrogatorio, señor Kim.

—Y me encargaré de que nadie pase el año si siguen los pajaritos cantando, señor Lee, ¿quedó claro? —El tono de voz fue despectivo y a más de uno asustó, nunca nadie había visto al moreno tan molesto, ni cuando le daban trabajos que merecían un rotundo cero.

Soonyoung había estado murmurando algo sobre que necesitaba un acostón y Mingyu le sonrió, no de forma bonita, sino de una manera que le puso los pelos de gallina al rubio.

—Y tal vez tú necesites dejar las drogas, Kwon.

Sus compañeros se habían quedado con la boca abierta, no muchos sabían del pequeño problema de Soonyoung y que el profesor Kim lo haya expuesto así, sin duda fue cruel y estuvo fuera de lugar.

—Y-yo, ¿de qué habla?

—Tú sabes de qué hablo.

Después de la fatídica clase, Mingyu recogió sus cosas dispuesto a irse, pero su huida fue pospuesta por Seungcheol, quien lo interceptó en la salida.

—¿Qué mierda te pasa? —Parecía que el alto no era el único molesto de por allí.

—¿A mí? Nada, ¿a ti te pasa algo?

—No me has contestado ninguna puta llamada, Kim Mingyu. He ido a tu casa y ni siquiera sales, ¿qué coño pasa contigo? —Bien, Seungcheol estaba molesto porque su amigo nunca, jamás, usaba palabrotas.