Novena hoja

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Decir que Mingyu tenía la peor suerte del mundo era reafirmarlo, el hombre pasó gran parte de su tiempo buscando en diferentes talleres de la ciudad y no encontraba al pelinegro por ningún lado. Los dueños no tenían información acerca de un tal Jeon Wonwoo que trabajara por allí. Estaba tan cansado de ir de taller en taller y recibir la misma respuesta negativa. En esos momentos detestaba vivir en una ciudad tan grande como Seúl, ¿qué probabilidades tendría de encontrar a su chico?

Seungcheol y Jeonghan habían sido de grata ayuda, mientras él estaba ocupado con las clases, los mencionados se encargaban de buscar en otros lugares. Lo cierto era que Mingyu no podía confiar del todo en Jeonghan, pero el chico demostró ser de gran ayuda, él y Seungcheol tenían una especie de relación que no lograba entender del todo, no recordaba a su amigo ser tan cercano a sus estudiantes, pero allí estaba el rubio; siendo todo empalagoso y excéntrico con el mayor. Hasta Soonyoung se había sumado a la búsqueda, le daba vergüenza que sus alumnos supieran de su "relación" con un joven que podría tener perfectamente la edad de ellos, pero ayuda era ayuda. Además, Soonyoung se mostraba entusiasmado con "la búsqueda del tesoro", como lo había apodado.

Joder, Wonwoo era tan escurridizo, estaba casi seguro de que no quería ser encontrado, pero el moreno tenía una meta e iba a cumplirla. Wonwoo iba a rogar cuando lo encontrara, tendría una dura conversación con el menor y si se ponía negativo iba a llevarlo a casa a rastras.

Mingyu se arreglaba un poco el cabello frente al espejo, esa tarde tendría que salir a hacer una cosa importante y la verdad, estaba demasiado nervioso. La búsqueda de Wonwoo sería pospuesta por ese tiempo, primero debía resolver algo de su pasado. Echó un vistazo por última vez a su aspecto y sonrió. Hace un tiempo no era más que un hombre triste y sin motivos, ahora que lo tenía, lucía diferente; Wonwoo lo hizo diferente. Tomó el abrigo de su cama y salió con prisa, se le hacía tarde para su cita.

Corrió hacia el restaurante acordado, un suspiro de alivio salió de su boca al ver que su cita aún no llegaba, aunque también sufría un poco, pues no recordaba que Nayoung fuera tan impuntual, de hecho, Mingyu siempre fue el que llegaba tarde a todo. Tomó asiento en una mesa cercana a una ventana y ordenó un café. Tal vez la mujer se hubiese arrepentido de venir, no la culpaba. Él tampoco estuvo seguro de marcar a su número para acordar la cita.

Se levantó y dejó algunos billetes para pagar su café y salió del local. No culpaba a su exesposa, simplemente hay cosas que no se olvidan con facilidad. Espera cerrar un capítulo de su vida y seguir con el otro.

—Mingyu.

La voz de la mujer lo llamó desde su espalda, calando en lo más profundo de su alma, tantos años de no escucharla lo hizo recordar muchas cosas. Con valentía volteaba para mirarla de frente. Ella seguía igual de hermosa y le hizo sonreír. Realmente la extrañó.

—Nayoung.

—Lamento la tardanza, no tenía con quien dejar a Minhyun. —Y fue cuando reparó en la presencia de un pequeño niño de no más de tres años. El niño se escondía detrás de Nayoung y asomaba su pequeña cabeza para estudiar a Mingyu.

—¿Es tu hijo? —El hombre se agachó y sonrió hacia el menor, quien lucía asustado, suponía que era porque para él, Mingyu era un extraño. Nayoung asintió e invitó a su hijo a conocer al mayor— hola, pequeño, mi nombre es Mingyu.

El niño miró a su madre y luego al extraño, dudando en si podía interactuar con aquel hombre tan alto. Su madre nuevamente lo animó a que se acercara y así lo hizo. Saludó con su pequeña mano y luego llevó su pulgar a su boca.

—Él es adorable, Nana.

Para ambos mayores fue sorprendente como Mingyu dijo el apodo que anteriormente usaba para su esposa, estaba avergonzado. Lo que menos quería era incomodar a Nayoung.

Otoño » MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora