Narra Jane.
Masky arrastraba el cuerpo hasta colocarlo en frente de mi, yo me agaché y le amarre unas cuerdas que estaban unidas a unas pesas para que se pudiera hundir hasta el fondo.
— ayúdame Hoodie.— dijo Masky una vez que termine de atarle las cuerdas.
Ambos lo tomaron como pudieron y lo aventaron a lo más profundo del río.
— bueno, creo que hemos acabado por hoy.— se sacudieron sus manos, yo tome el teléfono y marque al que había pedido el servicio.
— en el callejón derecho del hotel Sheraton, contenedor número tres.— colgué inmediatamente y nos subimos al auto para partir en busca de nuestro dinero.
Me comencé a juntar con Masky y Hoodie por el hecho de que, son humanos, y como todo humano, necesitan dinero para sobrevivir, igual que yo. Trataron de contactar con Jeff y Liu, ya que son uno de los pocos contactos que aún siguen en la ciudad, aparte de mi, pero como a ellos dos no les gusta compartir ni trabajar en equipo, decidieron buscarme a mí, claro que los ayudaría.
— ¿y esta vez cuanto es?— pregunto Masky mientras nos bajábamos del auto y entrábamos al callejón que nos habían dicho.
— son setenta mil, nos toca de veintitrés a cada uno y sobra un poco de ganancia, así que repártansela entre ustedes dos como siempre.— me paré en frente del tercer contenedor y lo abrí, le indique a Hoodie que entrara y obedeció. Sacó unas bolsas de basura, que, efectivamente traían el dinero.
— gracias Jane.— Masky pasó su máscara hacia atrás y tomo las bolsas para subirlas al auto y empezar a contar.
Subimos al auto y Hoodie separó su dinero del mío, una vez que terminamos de todo este alboroto, los chicos se ofrecieron a llevarme a casa, claramente acepte, no quería caminar sola con veintitrés mil dólares en una bolsa de basura. Justo cuando Masky encendió el auto alguien cayó sobre el cofre, los tres nos asustamos y dimos un pequeño grito, jamás hubiéramos esperado que alguien cayera sobre el cofre, en eso asoma la cabeza y aparece el rostro de Jeff riendo como psicopata y se acuesta haciendo una pose provocativa.
— ¿los asuste?— Masky colocó su mano en su pecho, respiro profundo y frunció el ceño, Hoodie se rió nervioso y mis mejillas tomaron un rojo carmesí.
Los tres bajamos del auto y Jeff igual se quitó, se colocó al lado mío y rodeo mi cuello con su brazo izquierdo mientras miraba a Masky.
— Woods, estamos trabajando, ¿podrías dejar de molestar?— dijo enojado y cruzándose de brazos.
— siento molestarlos pero, pasaba por aquí y al verla dije, vaya, tengo que ir a recordarle cuanto la odio, y molestarla un poco, tal vez matarla.— Hoodie miraba hacia arriba, como si buscara algo. — ¿se te perdió algo Hoodie?— pregunto.
— ¿desde dónde caíste?— Jeff se rió y apuntó el tercer piso del estacionamiento. — oh vaya.—
— ¿no habían olvidado el matarse entre sí?, como sea, ya nos iremos a descansar y supongo que Jane igual está cansada. ¿Por qué no dejas tus niñerías para otro día?— se rió y apretó más su agarre, al parecer ya le estaba hartando el que insistieran tanto.
— ¿cuántos años tienes tú Masky?, ¿veinticinco?— él asintió — solo me ganas por tres años, no te creas maduro. Bueno Jane, ¿nos vamos?— Masky intentó acercarse pero negué.
— Nos veremos en una semana chicos.— tome mi bolsa de dinero y me fui con Jeff, quien le mostró el dedo de en medio mientras nos alejábamos.
Ya cuando nos encontrábamos a una distancia bastante considerable lejos, respiro profundo y peino su cabello hacia atrás.
— pensé que tendría que usar mi cuchillo.— me sentía un poco molesta, él sabía que no debía molestarme cuando trabajaba, mucho menos meterse con los chicos. —¿pasa algo?— negué y evite contacto visual con el.
— tú ya sabes qué pasa.— suspiró, tomó mi bolso y la bolsa con el dinero para cargarlos por mi. — te he dicho mil veces cuanto me enoja que vengas a mis horas de trabajo y te pelees con la gente con la que trabajo.— me cruce de brazos y camine más rápido, apresuró el paso igual que yo y comenzó a molestar como un niño.
— ¿me perdonas?— repetía varias veces mientras trataba de que mi mirada coincidiera con la suya, llego un momento en el que colmó mi paciencia y me pare de golpe.
— ¿qué quieres?, ¿solo acostarte conmigo e irte por la mañana?— se pone en frente mía y hace una cara de disgusto.
— tú lo haces sonar muy feo.—
Al llegar a un pequeño departamento que rentaba, Jeff dejó las cosas sobre la mesa mientras que yo me quitaba los tacones y me lanzaba sobre la cama, suspirando frustrada y cubriendo mi rostro.
De pronto sentí las manos de Jeff recorrer mis piernas e igual sus labios que las besaban mientras subía poco a poco, levante un poco mi brazo y lo mire de reojo.
— ¿qué haces?— pregunte sería.
— tratando de consentirte, ¿no te gusta?— sonreí un poco de lado y aparte mi mirada.
— tal vez.— sentí su mano querer entrar a mi zona pero lo detuve con mi pie en su mentón — no tan rápido niñito.—
— no me gusta que me llames así, ya sabes.— tomo mis tobillos y me jaló hasta que mis muslos quedarán al par de sus caderas. — solo hay diez años de diferencia.— me reí y estire mi mano para acariciarlo sobre la tela del pantalón negro.
— sigues siendo un niño que no madura.— desabroche sus pantalones y lo tome con suavidad mientras me acomodaba boca abajo para que mi rostro quedara a la altura de su falo, él se paró haciéndome más fácil el trabajo. — necesito educarte.—
— haz lo q-qué quieras.— hablo jadeantemente, ya que me encontraba usando todos mis conocimientos de lengua. Tomo mi cabello y lo recogió en una coleta para que no me estorbara.
Su respiración se aceleraba con cada succión que hacía, me miraba con unos ojos llenos de excitación, sabía que él lo estaba disfrutando, ya que arqueaba su cabeza hacia atrás de vez en cuando mientras se relamía los labios.
— te tengo un regalo.—