–Camila, ya deja de jugar y ayúdame.Lauren sonrió divertida cuando Camila se giró a mirarla con un puchero y dos peluches en sus manos. Un oso y un lobo que Ally se había encargado de hacer.
–¿No crees que éstos puedan ser peligrosos para una bebé?
Quería reír por sus palabras, pero Camila lucía realmente seria, y el rostro levemente fruncido de concentración. Así que optó por morderse la lengua.
–Amor, ¿cómo eso podría hacerle daño? Es felpa –repuso Lauren sin borrar la sonrisa, poniéndose de pie.
–Pero les puede quitar los botones, o sacarles la felpa ¿qué pasará sí se los come? –continuó angustiada, acercándose a Lauren para entregarle los peligrosos peluches–. ¡Se va a atragantar!
Lauren los miró en sus manos, y luego sus ojos subieron a Camila alzando una de sus cejas.
–Creo que estás exagerando.
Camila la miró indignada, arrebatándole suavemente los objetos.
Parecía realmente angustiada por la seguridad de Lena, en cualquier sentido y rincón de la habitación.
–Cuando yo era niña me metía todo lo que veía en la boca, Lauren. Incluso me comí muchas hormigas.
Lauren estaba reprimiendo su risa en todo momento, apretando sus labios con fuerza.
–Bueno, escuché que tienen proteína –intentó bromear, logrando que al fin Camila la mirara correspondiendo a su sonrisa.
–Bueno, eso no lo sé. Lo que sé es que estaban muy saladas.
–¿Así le enseñarás a crecer fuerte y grande como tú? –continuó Lauren, forzando su voz para sonar más como Camila–. Escucha, cachorrito. Sí quieres ser un Alpha ejemplar como yo, deberás hacer el ritual de las hormigas.
Camila la miraba con ojos entrecerrados y acusadores. Se colocó ambas manos en la cintura esperando a que la risa de la chica se detuviera.
Últimamente era lo que ambas hacían, bromear sobre cómo sería la otra en el futuro.
–Bueno, ya. ¿No querías ayuda para armar la cuna? –acusó, intentando pasar de largo a Lauren, quién con una enorme sonrisa la detuvo tomándola cariñosamente por las muñecas, pero Camila estaba decidida a no volver a hacer contacto visual con ella.
–Ya mi amor, por favor. Ya no me voy a reír –prometió Lauren, intentando entrelazar sus dedos con los de su mujer, cosa que no le dejaba nada fácil.
–¡Pero sí te sigues riendo!
Camila se mantuvo reacia a ceder a Lauren hasta que ésta dejara de reírse. Aunque interiormente también moría por unirse a ella.
–¿Ves por qué no te cuento de mi infancia? Te burlas de mí.
Lauren calló de inmediato, y sólo así fue como los ojos de Camila volvieron a buscar los suyos.
–¿Ves ésta cicatriz? –dijo Lauren, señalándola justo cruzando su ceja izquierda, casi imperceptible por el paso del tiempo.
Camila asintió levemente.
–Sí la había notado, pero di por hecho que era una cicatriz de tu entrenamiento.
–Pues... no precisamente –alegó Lauren, notando que tenía la total atención de Camila–. Tenía diez años, estaba con June y James en el bosque donde se suponía estaba prohibido sin supervisión. Nos encontramos con unas bayas que parecían de arándano, las cuales se nos hizo fácil comer. Y cuando menos esperábamos estábamos teniendo unas terribles alucinaciones. Yo me sentía alguna clase de súper heroína, así que le pedí a June que me arrojará una piedra para que yo la desviase antes de que me tocara con mis poderes mentales. Cuando desperté estaba en urgencias de la Comunidad.
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➳ LUNA ➳ Camren
Fanfic-Mate -la escuchó murmurar, casi en un ronroneo. Por su tono de voz, apostaba a que tenía una gran sonrisa en el rostro-. Mía. ➳