II. Alguien más

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Estaba agradecido de saber que aun en los días de descanso podía escuchar el movimiento dentro de una oficina en particular, sus pies llegaron mecánicamente frente a la puerta y entro sin permiso junto a su acompañante, concentración era lo único que podía observarse en los expertos ojos, dominado por el libro que sostenía en la mano el hombre no prestaba mayor atención a su entorno, si alzaba la cabeza más allá de las letras plasmadas en esas hojas era para colocar las propias en otra, algo que realmente no le extrañaba a Colin, ello explicaría porque no fueron escuchados los fuertes pasos del pasillo y el abrir y cerrar de la puerta o la exaltación ante la repentina presencia del par de jóvenes.

"Maestro, necesito su ayuda" el joven pálido no le tomo importancia y se aproximó hacía el hombre de cabello cano. Arthur no pudo escuchar nada de la conversación, fue dejado a un lado mientras curioseaba entre las cosas revueltas sobre el escritorio. Cuadernillos de piel, plumas metálicas, velas, un extraño objeto negro y largo con una pequeña bola que emitía una luz amarillenta que término rompiendo junto al globo terráqueo que estaba junto a un gran librero.

"¿Podrías dejar de tocar todo, por favor?" escucho al pelinegro desde la otra esquina de la habitación, entonces opto por sentarse, de vez en cuando sentía las miradas de ambos hombres, pero fingía no enterarse mientras aun miraba a su alrededor. Todo era extraño ahora, el suelo afuera era duro, la gente vestía de manera inadecuada, especialmente las mujeres que mostraban sus piernas sin ningún pudor.

"Muchacho, acercarte" le dijo el maestro, el rubio tuvo la oportunidad de mirarlo bien, quizás tenía el cabello más corto y pantalones en lugar de la túnica, pero era el médico de la corte sin lugar a dudas. Arthur no dijo nada en un principio y le dejo hablar, preguntas sobre su nombre y su procedencia fueron hechas y respondidas sin ningún problema, parecía una charla normal Gaius le hablaba sobre sí mismo también buscando generar alguna pizca de confianza tal vez, mientras su pupilo detrás miraba impaciente. En este mundo Gaius ya no era más un doctor y poseía una esposa, impartía clases de historia y era antropólogo, claro que Arthur se limitaba a escuchar cada vez que el de mediana edad hablaba, era demasiada información para procesar, además de desconocer la mayoría de lo mencionado, limitandolo.

"¿Qué rayos es un antropólogo? ¿Ahora existían establecimientos de enseñanza?" pensaba "¿Merlín era un estudiante?" Oh Merlín, ahora se mostraba tan distante y frío, se veía tan diferente sin su bufanda y sus botas, sin su común sonrisa boba que solía hacer sentir mejor al rubio no importando la situación que estuviese atravesando. La sensación de desolación y nostalgia le inundo, tenía a su amigo de nuevo ante él, pero era alguien más, alguien que no lo quería cerca, tanto que decir se quedó guardado en su pecho el último día que paso junto al pelinegro y la impotencia de no poder dejarlo salir ahora que le tenía enfrente le comenzaba a desesperar, ya ni siquiera estaba escuchando al hombre frente a él, sabía por el movimiento de sus labios que aun hablaba, pero no podía concentrarse, necesitaba actuar, necesitaba que le creyeran, necesitaba a su Merlín de regreso.

"Es un placer verte Gaius" se atrevió a expresar ya avanzada la conversación mientras estrechaba su mano con familiaridad, el hombre de mediana edad se mostró muy sorprendido ante tal declaración, no sólo porque no recordaba a ese joven de ningún sitio, sino porque en ningún momento le revelo su nombre, se había presentado como el tío de Colin y ya, Arthur comenzaba a ser consciente de que quizás nadie le recordaba, siendo así lamento la brusquedad con la que trato al pelinegro que lo miraba más desconfiado que antes, sus ojos se conectaron, en un instante se transmitieron sentimientos de tristeza y cansancio, el momento fue interrumpido por unas quejas de dolor. El viejo maestro se sostenía la cabeza y la piel de su rostro se había tornado rojiza, Colin se acercó en su ayuda y Arthur se quedó en su lugar sin saber cómo reaccionar, al cabo de unos minutos el hombre regreso a la normalidad, con los ojos desorbitados y totalmente sudado se dirigió al rubio que tenía enfrente para colocar una mano en su hombro, la mirada ya no era indiferente como antes y los labios estaban curvados en una sonrisa sincera, "Bienvenido de vuelta, Arthur".

El joven larguirucho se confundió aún más, no sabía si su tío le seguía la corriente al rubio perdido o si también se había vuelto loco, no tenía cabeza para comprender lo que siguió, Gaius había prácticamente ordenado que el chico demente se quedara en su departamento, pretendía dejarlo solo con aquel desconocido, pero a cambio prometió explicarle después el significado de ello y lo que se avecinaba, por supuesto con una simple promesa no logro calmar al pelinegro ni un poco, en seguida comenzó a pedir una aclaración de inmediato. El maestro se fue hacía el estante en donde los libros estaban perfectamente ordenados, a diferencia del resto del lugar, y bajo un gran libro rojo de orillas roídas y hojas amarillentas, retiro algunas cosas de su escritorio e invito a los jóvenes a acercarse. Lo abrió en una página en específico y con su dedo índico un párrafo, pero Colin, a diferencia de Arthur y Gaius, fue incapaz de leerla, el libro era tan viejo que estaba escrito en inglés antiguo, jamás sabría de donde sacaba esas cosas el vetusto hombre.

"Habla sobre como Arthur resurgirá el día en que Albión lo necesite" comento Gaius ante la mueca de confusión de su sobrino, ni las descoloradas imágenes representando hombres envueltos en grandes capuchas con copas en las manos que adornaban la superficie por los lados le hubiesen dado una pista de ello "no he logrado recordar más que simples trozos de mi vida pasada, pero si él está aquí algo importante esta por suceder y tú también estas implicado, eres Merlín, el gran Emrys para los druidas en esos tiempos, pero más importante que todo eso, el fiel seguidor del rey, la otra cara de la moneda". El libro fue cerrado y estirado hacía el pelinegro.

"No puedo leerlo" dijo apartándolo de si, seguía sin entender y se negaba a hacerlo, su tío actuaba raro de la nada y le decía que era un mago, por un momento sintió que la frente le ardería debido a una cicatriz hecha años atrás. Las palabras de Gaius estaban vacías para el joven que se mostraba indispuesto a mezclarse en ese juego, pero alegando algo de sus recuerdos el hombre lo coloco en sus manos. "Me niego a ser partícipe de esto, no comprendo y no pretendo hacerlo" declaro abiertamente ante la mirada atónita de los presentes.

"Merlín realmente es alguien más" pensó angustiado el rubio observando el desarrollo de la escena, pensó que su reencuentro sería diferente, no esperaba que Merlín lo recibiera con lágrimas y los brazos abiertos listos para un gran e incómodo abrazo del que luego probablemente no hablaran, pero tampoco incluyo en sus planes la situación actual, que Merlín no lo recordara y no tuviera interés en hacerlo, Arthur escucho un pequeño ruido, probablemente un invento de su cabeza, el problema erradicaba en que también lo había sentido, el pecho apretado y adolorido, algo fue partido ahí dentro gracias a las crueles palabras del joven pálido.

"No puedes escapar del destino, Merlín" replico severo Gaius ante la confesión.

"Si no lo recuerdo probablemente ya lo he hecho" el pelinegro se veía molesto, no sabía qué, pero algo lo llevo a responder de manera grosera a su maestro, quizás eran las locuras que soltaba de repente o la manera en lo había llamado, la probabilidad se inclinaba más a esa respuesta, el nombre "Merlín" le provocaba una incomodidad inexplicable, lo repudiaba, le hacía mostrarse arisco ante quien lo mencionara.

Gaius callo, no pretendía alterar más al muchacho y simplemente le repitió lo que haría por el rubio antes de despedirlos a ambos de su estudio, tenía cosas más importantes que hacer ahora que el rey estaba entre ellos de nuevo. El joven Pendragon siguió al pelinegro fuera de ahí, en ningún momento de lo que se convirtió en una discusión soltó palabra alguna y no lo haría ahora que, quien fue su amigo, estaba a la defensiva ante todo.

En Gaius y Arthur quedo la esperanza de que en algún momento los recuerdos del pelinegro regresarían como los del antiguo médico, el tiempo se encargaría de ello. 

La desesperación del príncipe ⚔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora