Se sentía terriblemente herido aun si no lo exteriorizaba, el menosprecio del pelinegro era más fuerte que cualquier lesión antes recibida, saber que era consciente de su atención, de las preguntas que debía tener, del pasado que vivieron juntos y aun sí actuar indiferente, ignorar sus palabras, su mirada. El rubio no toleraba que el tiempo para su amigo continuara sin su compañía, celos, dolor, tristeza y cólera le recorrían el cuerpo ocasionando que este hirviera en un abrazador calor inexistente que le quemaba y todos juntos lograban contundir la agotada parte de raciocinio que le quedaba, aquella que con voz suave intentaba pedirle que se abstuviera de hacer algo impulsivo, lo alejaría más sin vuelta atrás de no ser así y no buscaba eso.
Ahí mirando la espalda de su pasado sirviente, en donde pudo vislumbrar los restos del ayer sobre el cuero negro que la envolvía, libró una batalla interior entre la voz y las terribles ganas que tenía de simplemente tomarlo, levantar sus brazos para envolverlo entre ellos y estrecharlo como nunca antes se atrevió, como siempre se privó, como la herida sangrante que la espada de Mordred provoco no le permitió después de ver las lágrimas en los ojos hinchados del brujo, el príncipe suspiro y dejo ir sus deseos, el orgullo lo mantuvo en línea.
La pareja recién salía de hablar con el viejo Gaius, el sol de la tarde ya no estaba y la oscuridad era iluminada por la luz blanca de los faros de la calle, dos orbes azules se concentraron en ellos como si fuese alguna clase de magia extraña, el análisis se acabó una vez el más delgado de ellos comenzó a avanzar, Arthur se preguntó si Merlín aún tenía su magia, pero supuso que su repentina aparición ya había causado suficiente disturbio en su día y en su cabeza.
Los autos, los autobuses, el metro, las calles, las casas, todo aturdía la vista del rubio mudo, todo era tan brillante, la noche sólo lograba hacerlo resaltar más, asombrarlo, la manera de vestir de las personas le causaba tanta curiosidad como él mismo a ellas. Las dudas se acumulaban en su garganta, formando un gran nudo que sabía no podría quitarse en algún tiempo.
Para el joven resurgido todo era extraño al contrario que Merlín, las miradas fijas a su costado y a su persona le incomodaban, al negarse a entender le fue bloqueada la posibilidad de encontrar sentido en esos ojos centelleantes de miedo y fascinación, sin embargo no estaba arrepentido, era demasiado reservado, siempre logrando pasar de ser percibido por quienes le rodeaban, pero la incomodidad de ver al corpulento muchacho en su sala de estar lo supero todo, tocando los sillones de cuero blancos, la mesa de centro de vidrio y sus decoraciones de madera sobre ella. Se dirigió a la cocina intentando ignorarlo, preparar la cena distraería su mente, sin embargo el ruido del vidrio estrellándose contra el suelo le hizo correr de regreso.
De rodillas frente a un portar-retratos estaba el mítico caballero, con el entrecejo fruncido, su mirada se dirigió al pelinegro apenas lo sintió entrar a la habitación "¿Qué significa esto?"
Merlín dejo pasar la pregunta, enfadado fue a recoger el desastre en su piso, tomo la fotografía, admirándola durante largo rato antes de resguardarla en el cajón de medicinas en la cocina "¿Por qué hiciste eso?"
Una vez más pensó en lo injusto que era el mundo, una muerte temprana alejándolo de todo lo que apreciaba y conocía, la vida del joven frente a él que parecía estar bien aun sin su rey en ella, no creía poder lidiar con la frustración, mucho menos tolerar que Merlín enredara con uno de sus brazos a la venenosa mujer de ojos verdes en esa impresión de colores, ambos sonreían, la mano pálida del muchacho ojiazul descansaba sobre la cadera de la joven y viva Morgana, su media hermana a la que vio harapienta y destruida por el rencor intentando matarlos antes de que el sirviente la atravesara en el estómago con una espada, estaba ahí, alegre, vestida de negro y con la cabeza recargada en uno de los hombros de Merlín, se veían tan cercanos que no parecía que Camlann y Camelot existieran alguna vez.
El tiempo entre ambos se volvió lento y denso, ninguna mirada cedía, el pelinegro intentaba guardar la compostura, pero era complicado hacerlo cuando al sólo minuto de entrar el joven estropeaba sus cosas y se atrevía a molestarse después de eso, no sabía realmente a que se refería con la pregunta, pero estaba enteramente seguro de que su vida personal no le debía importar.
"¿Por qué estas con ella?" repitió el rubio. Merlín no respondió, intentando calmarse fue por unas mantas y una almohada a su habitación, ese hombre siendo tan entrometido y raro no le iba a agradar al paso que iba, tampoco tenía en mente darle una oportunidad, las clocó sobre uno de los sillones y se retiró. Arthur escucho el eco del azotar de una puerta, estaba consciente de la distancia creciente entre él y el joven larguirucho, simplemente no pudo quedarse ahí en silencio, observando cómo era traicionado deliberadamente, aun si Merlín no era conocedor de ello.
El rubio se retiró la pesada armadura del cuerpo, cada parte retirada era como quitarse un trozo de frustración de encima, necesitaba dormir con urgencia, todo iba tan rápido que sentía como el peso de los años habían logrado aplastar su existencia hasta no dejar más que un mísero libro roído que lo trataba como un mito, un rey irreal, su vida era ahora un vil cuento. Cuando sintió la suavidad del cojín hundir su cabeza no pudo evitar caer dormido, anhelando regresar a las pequeñas charlas con su buen amigo, sus bromas tontas y su risa molesta se sentían tan lejanas que una vez más su pecho dolió, no se sentía capaz de acostumbrarse a Colin y su actitud cortante y pesada teniendo el rostro de quien fue la persona más tranquila y afable que alguna vez conoció.
En la habitación el pelinegro observaba sin emoción el techo, aturdido, cansado, pero sin ánimos de dormir, ¿quién era realmente aquella persona y por qué buscaba inmiscuirse en su vida de esa manera tan brusca? Era como si pensara poseer alguna clase de derecho sobre ella, repaso las palabras de Gaius y como no tenían nada de sentido, también pensó en cómo debió quedarse en casa ese día, Morgana le tendría que dar una explicación muy larga por no aparecerse en esa cafetería por el mal rato que paso.
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La desesperación del príncipe ⚔
FanficEl único rey a resurgido, vaga por calles modernas confundido, sin embargo no sólo la época a cambiado y Arthur deberá aprender a lidiar con ello.