Había pasado una semana desde la llegada de Yulia y Lena a Nayarit. Tiempo durante el cual parecía que vivían la misma película una y otra vez: Vladimir con su genio, Inessa con sus quejas y sus dolencias interminables, Sergey rebasado por su hijo mayor, los niños temerosos de su padre, Yulia y Lena a la expectativa y tratando de no meterse por completo en el rol de la familia... Tania seguía sumisa y Sergey odiando cada vez más a Vladimir, ya que este efectivamente lo había colocado como obrero en el Ingenio.
En cuanto a las comida, pues Lena prácticamente supervisaba a Crucita, ya que la memoria de la anciana mujer fallaba en cuanto a que no debía usar demasiados condimentos o picantes a la hora de preparar la cena. Así que de alguna manera la pelirroja empezó a familiarizarse con la anciana.
Una mañana de domingo mientras estaban todos reunidos desayunando.
- Hoy me siento muy mal. - empezó Inessa.
- ¿Qué te sucede mamá?
- No se Lenita, me mareo con frecuencia.
- ¿Se está tomando sus medicinas suegra?
- ¡Obvio Yulia! - intervino Vladimir - ¡que pregunta tan tonta!
- ¡Aquí el único tonto eres tú! - le respondió Lena mirándolo fijamente.
- ¡Mira Elena...!
- Basta Vladimir - intervino su padre - deja a tu hermana en paz. - Lena y Yulia ya no dijeron nada por educación, pero Vladimir como siempre se puso furioso, estaba harto de los desplantes de su padre, de que siempre prefiriera a Lena por encima de él.
A la mitad del desayuno, mientras, Vladimir hablaba del Ingenio, su padre lo escuchaba atentamente, con verdadera devoción, Inessa le decía a Lena que moriría sino se comía unas gomitas de azúcar.
- Mamá, sabes que te haría daño.
- Si Lenita, pero sí de todas maneras moriré quiero antes comerme unas gomitas de azúcar... - tratando de no llorar.
Ante este último comentario, todos a excepción de Yulia, su cuñado Sergey, Tania y los niños, trataban de hacer entrar en razón a Inessa, sobre el tema de los dulces.
Fue en ese momento en que Yulia se fijó que la mirada de Sergey y la de Tania se cruzaban constantemente.
- ¿Verdad amor? - Yulia miro a Lena confundida, no había estado poniendo atención a la conversación.
- ¿Sobre qué mi amor? - Lena le sonrió.
- Le digo a mamá que tu dejaste el cigarro hace seis meses y no te costó tanto trabajo hacerlo, entonces ella también puede olvidarse de las gomitas.
- Si, así es, hace seis meses que no fumo.
- Si Yulita - Inessa no se rendía - pero es que no es tan fácil. -Al final, Inessa parecía haber entrado en razón, aunque Lena no le creyó del todo.
Esa mañana Lena y Yulia fueron a dar una vuelta por los cañaverales, ellas solas. En realidad, nadie insistió mucho en acompañarlas, además de que la pelirroja empezaba a notar que el encierro estaba agobiando a su esposa. Dejaron la camioneta a la orilla del camino y empezaron a caminar por una de las veredas tomadas de la mano, no había nadie más ahí.
- Estando aquí siento que retrocedimos en el tiempo un par de siglos - le dijo Yulia.
- Si, nada de esto se ve en Moscú amor -
Por donde caminaban había varias extensiones de cañaverales, la gran mayoría casi listos para ser cosechados y otros a lo lejos aún les faltaba tiempo. Ellas caminaban en medio de la vereda para no lastimarse con las hojas de las cañas que salían del cultivo, y que eran mucho más altas que ellas. Sin darse cuenta ya se habían alejado bastante, sin embargo, ellas seguían caminando, la vereda tenía algunas curvas, por lo que desde su posición ya no veían la camioneta.
- Ya nos alejamos mucho Yul - deteniéndose.
La morena miró hacia atrás no se veía nada más que la vereda y los cañaverales.
- No pasa nada amor, para regresar solo seguimos la vereda. - Yulia empezó a caminar jalando suavemente a Lena.
- Me da la impresión de que no tienes muchas ganas de regresar amor.
- Es que siempre la pasamos en la casa, escuchando a tu familia en sus monólogos interminables.
- Si, a veces suelen ser muy fastidiosos.
- ¿Solo a veces? - sonriendo.
- Esta bien, son muy fastidiosos, ¿contenta?
- Si - deteniéndose y tomando a Lena de la cintura. Ambas se perdieron en sus miradas por un instante.
- Gracias Yul - la morena la miro confundida - por tenerle paciencia a mi familia, por aguantar todo esto... sé que estás poniendo a prueba toda tu paciencia.
- Lo hago por ti Lena, porque te amo.
- Lo sé, yo también te amo - rodeando el cuello de la morena. Ambas acercaron sus rostros hasta besarse suavemente, hacía un poco de viento que les daba de lleno en el rostro y provocaba movimiento en el follaje de las cañas. Ellas se separaron despacio sonriendo. Estaban a punto de volver a besarse cuando escucharon voces provenientes de los cañaverales.
Ellas dirigieron su atención al lugar de donde provenían las voces. Era dentro del cañaveral. Instantes después las empezaron a escuchar más cerca.
- Ven amor - Yulia tomo a Lena del brazo y ambas entraron en el cañaveral que estaba frente a donde escuchaban las voces.
- Yul...
- Shh no hables amor - abrazando a Lena para que los follajes no la cortaran.
Claro que a la morena le pareció sospechoso que hubiera alguien dentro del cañaveral, además que estaban solas, y de ninguna manera iba a arriesgar a Lena. Por eso había decidido esconderse.
Desde ahí ambas observaban atentamente. Las voces se hicieron claras y a ellas les sonaron familiares. Instantes después, vieron a Tania y a Sergey el hermano de Lena. La pelirroja estaba sorprendida, al igual que la morena, pero no dijeron nada. Tanto Tania como Sergey estaban ya en la vereda, ambos volteaban hacía ambas direcciones, tratando de ver si había alguien más.
- Amor - murmuro Yulia en su oído - tenemos que salir.
- Claro que no - en el mismo tono.
- De todas maneras nos van a descubrir, cuando vean la camioneta...
- ¿Y que se supone que les vamos a decir cuando pregunten que hacíamos aquí adentro?
- Nosotras les preguntaremos lo mismo antes a ellos...
- No Yul...
- Ya se - girando despacio a Lena para que quedara frente a ella, luego le desabrocho los primeros dos botones de la blusa a la pelirroja.
- ¿Amor cómo puedes pensar en esto ahora?
- Tú solo sígueme en lo que diga, vamos antes de que se vallan - desacomodándose la camiseta que llevaba puesta.
- Yulia... - Pero la morena la tomo de la mano y la jalo hacía afuera con cuidado. En cuanto ellas salieron Tania y Sergey palidecieron.
- ¿Qué hacen aquí? - les pregunto Sergey.
- Vinimos a dar a una vuelta cuñado, ¿y ustedes?
- ... - Ninguno de los dos sabía que decir - Tanto Sergey como Tania se dieron cuenta de la situación, Lena tenía desabrochada los dos primeros botones de su blusa, dejando entrever parte de sus senos y la morena tenía desacomodada su camiseta.
- ¿Y bien? - les volvió a preguntar Lena, mientras se abotonaba su blusa.
- ... Nosotros... bueno... - Sergey empezaba a sudar - venimos a buscarlas.
- ¿En serio? - Lena lo miro fijamente.
- Si - dijo tímidamente Tania.
- ...Es solo que no las encontrábamos...
- Claro - les dijo Yulia mirándolos fijamente.
- ... De verdad cuñada... - indeciso.
- Pues nosotras vimos que salieron del cañaveral...
- ... Eh si... es que... escuchamos ruidos... y... pensamos... que se trataba de... ustedes... - fue la respuesta más larga que Sergey hubiera dado en su vida.
- Mmm, bueno pues ya nos encontraron - les dijo Lena.
- ...Creo que no es un buen momento... - Sergey miro a Tania - debemos irnos... - Y sin más se alejaron, ni siquiera se despidieron de lo nerviosos que estaban. Ellas los miraron hasta que se perdieron en una de las curvas de la vereda.
- ¿Les creíste Lenita?
- No - pensando un momento - ¿de qué nos perdimos amor? - mirándola.
- No sé, pero en el desayuno ellos se miraban continuamente.
- ¿Tú crees que ellos...?
- Pues...
- No debimos salir, así nos hubiéramos dado cuenta.
- O sea, mi amor, ¿qué es lo que hacen dos personas solas, en medio de las cañas? - Lena la miro sin decir nada - creo que es obvio bebé.
- No te adelantes Yul, no vimos nada.
- Pues a mí no me hace falta ver nada.
- Es que no se amor, Tania me parece en extremo tímida y le tiene pavor a Vladimir, pienso que no se arriesgaría a algo así...
- Mira, nosotras no los conocemos bien, solo tenemos una vaga idea de cómo son, entonces no podemos establecer si lo harían o no.
- ¿Qué vamos hacer amor?
- Nada, absolutamente nada, este asunto no es de nuestra incumbencia, así que evitemos problemas mi amor.
- Tienes razón, aunque si Vladimir se entera, es capaz de matarlos.
- Así es, por eso no vamos a decir nada.
- Como digas amor. - Ellas se tomaron de las manos y empezaron a caminar de regreso a la camioneta. Lena iba muy callada, así que Yulia se detuvo y la miro.
- ¿Qué tienes amor?
- Estoy sorprendida, ¿tú no?
- Si, es raro, pero no imposible.
- ¿Crees que alguien más lo sepa? -
- No creo, fingen bien... bebé vamos a olvidarnos del asunto, ¿está bien?
- Si, está bien. - Ellas se besaron brevemente y siguieron la vereda hasta la camioneta.
Una vez que llegaron a la casa, Inessa las recibió:
- Lenita, Yulita, ¿se divirtieron?
- Si mamá, fue muy entretenido.
- ¿Vieron a Sergey y a Tania? - Ellas se miraron sin decir nada.
- ¿Por qué pregunta eso suegra?
- Es que ellos las fueron a buscar, ¿los vieron?
- Aja, ellos se adelantaron.
- Bueno, no tarda en estar la comida.
- Gracias mamá.
- Voy con tu padre al Ingenio, ¿quieren venir?
- No - le contesto rápidamente Yulia - gracias suegra pero Lenita está algo cansada... -
Lena la miro sin decir nada.
- Es que no estás acostumbrada a caminar Lenita, será mejor que se queden a descansar.
- Si mamá, eso haremos. - Inessa se retiró y ellas subieron a su habitación.
- ¿Por qué le dijiste que estaba cansada amor?
- Fue una excusa para no ir.
- Mmm, ahora ante los ojos de mamá soy una floja.
- Ay ya amor, mejor pensemos en lo extraño que es todo esto.
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MIRADA AZUL
FanfictionUna pareja joven de mujeres va de visita a otro país para ver a la familia política. Suceden cosas extrañas que les llaman demasiado la atención por que no pueden explicárselos, pero pronto encontraran que estos acontecimientos tienen como resulta...