4- Reencuentro

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Como comencé diciendo, amar es algo difícil. A mis veintisiete años y después de más de cinco años sin verla, mientras espero por ella en el aeropuerto, tengo miedo de lo que pueda sentir cuando la vuelva a ver. Mi cuerpo tiembla descontrolado y todo me da vueltas. Quisiera tomar asiento por un momento para reponerme, pero están todas ocupadas por señoras mayores, así que no tengo opción aunque me sienta al borde del desmayo. Puede parecer un poco gracioso o molesto hablar de mi nuevo encuentro con mi hermana de esta manera, pero todo lo que tiene que ver con ella de verdad ha sido algo muy duro de hacer y vivir, pues hay una gran lucha interna con lo que desearía hacer o decir, y lo que es correcto, no sólo para ella, sino también para la sociedad. Cualquier persona que se haya enamorado y no haya sido correspondido o haya sufrido una desilusión podría entender un poco lo que se siente cuando, una vez crees haber superado el dolor, debes volver a ver a esa persona que ciertamente continuó su vida y fue feliz mientras tú sólo sabías llorar. A eso imaginen el caso hipotético, para ustedes, de enterarse que la persona que siempre amaron y por la cual sufrieron es tu familiar. Debes aprender a ser un mentiroso profesional para ocultar lo que sientes, lo que piensas, lo haces y hasta las razones del por qué lo haces, y lo quieras o no, aunque practiques yoga, tu cuerpo se vuelve presa de una energía que ya no puedes controlar. Algo así es lo que viví por muchos años debido a lo que sentía por Hana, y ahora que estábamos a pocos minutos de reencontrarnos, me sentía peleando contra algo abstracto. Sentía mucha inseguridad de todo; de mi forma de vestir, de lo que debía decir, cómo debía saludarla; todo, y mirar el reloj se volvió la peor pesadilla que podía tener.

Deseaba verla, ¡Por dios que deseaba verla!, pero si de mí dependiera y tuviera fuerzas para negarme, no lo haría jamás. No era sano vivir así, amando a alguien en secreto, y ciertamente creo que la vida me era mucho más dura a su lado, pues para ella siempre seré su hermano, y no tenía ganas de seguir fingiendo que quería ser su hermano perfecto si de verdad moría por tomar su mano, besar sus labios y decirle cuánto la he amado.

Con un vuelo atrasado esperé más de una hora hasta que finalmente comenzaron a visualizarse personas por la salida internacional y así, en medio de la muchedumbre, logré distinguirla al fin. Mantenía el mismo cabello largo y oscuro, pero hoy, mucho más mujer y casi tan alta como yo, era realmente hermosa; no había duda, seguía amándola. Quedé sin aliento por unos segundos hasta que ella me vio y sonrió de la misma manera que recordaba me encantaba. Caminó hacia mí con prisa, se quitó la mochila y brincó a mis brazos.

― ¡Hermano, te echaba tanto de menos! ―dijo y comenzó a llorar.

Mis ojos se volvieron llorosos también, por lo que los cerré con fuerzas y crucé mis brazos por su cintura fuertemente mientras el cuerpo se me estremecía y mi corazón enloquecía. Sentí como si el alma que perdí cuando ella me dejó había regresado a mí.

Aguardé en silencio. No me salían las palabras por más que lo intentara, y al parecer a ella tampoco, pues se mantuvo aferrada a mí sólo sollozando. Luego nos miramos las caras al fin y descubrí el universo en sus húmedos ojos otra vez: fue como volver a enamorarme, y sentí deseos de llorar por mi desdicha, así que respiré profundo tomando valor y sonreí en resignación. Tomé su rostro con ambas manos y suavemente sequé sus ojos.

― No puedo creer lo linda que estás, Hana... El tiempo te ha convertido en una hermosa mujer, ciertamente ―le dije y pareció sentir algo de vergüenza.

― Una mujer llorona ―agregó y sonrió.

― Llorona, pero hermosa. No como antes, que eras llorona y fea. Eso sí era trágico.

Reímos.

― ¡No seas cruel, onii-chan! ―me golpeó el hombro― Nunca fui fea.

― ¿Estás segura de ello? ―volvimos a reír.

Hermana, te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora