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En un día cálido y exquisito, cuando las nubes engalanaban el vasto cielo turquí de manera desordenada, la brisa solfeaba una dulce melodía.
Un cántico silvestre que olía a melancolía, por esos días que no fueron y nunca serán. Aquellos que quedaron en el olvido sin ser recordados y jamás serán realizados.
En un cálido día en que mis alas saborearon la libertad que otorga soltarse, de las cadenas que nos atan a nuestros miedos más profundos.
Ese hermoso día que en mi memoria perdurará por el resto de mi vida, la sonrisa en mi rostro era la más grande que jamás pude portar. Una sonrisa que me hizo sentirme viva, creer por primera vez que sí puedo lograr lo que más quiero.
Una sonrisa que puedo portar de manera sincera y sin ocultar mis verdaderos sentimientos, mi verdadero estado de ánimo.
Aquel caluroso día en el que el sol brillaba esplendoroso en el cielo, saboreé la libertad. Comenzó una nueva vida para mí.
Volví a nacer y hoy soy feliz de verdad, sin aparentar.
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Decidí subir cada relato a partir de hoy, espero les guste y se animen a participar.
Dedicado a Walatino por proponer el reto de éstos 30 días de lágrimas de tinta.
