Siempre me han gustado las muñecas, cuando pequeña las coleccionaba y las cuidaba como si fueran mis hijas.
Al cumplir los dieciocho años mi madre me había obsequiado una bailarina de porcelana, tan frágil y delicada.
Con los años, cuando empezaba a formar mi propia familia la vida me obsequió una pequeña niña, mi propia muñeca de porcelana.
Había nacido con la discapacidad somatosensorial, no sentía el frío de la brisa de invierno, era incapaz de disfrutar la calidez de un día de verano y debía cuidarla de no romperse ni cortarse, pues el dolor físico le era desconocido.
Siempre me habían gustado las muñecas y las cuidaba como si fueran mis hijas. La vida me regaló mi propia muñeca de porcelana.
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Treinta lágrimas de tinta
RandomUn reto de escritura propuesto por Wattpad Latino. Un relato cada día, por un mes.