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      11:00 am, una mañana nublada pero con temperatura cálida, amanecí junto a mi gata y decidí quedarme un rato más en cama.

     Me quedé pensando en que nunca supe lo que me pasó en el río. Es decir, ¿habrá sido algo paranormal? ¿O simplemente mi imaginación jugó conmigo? Dudas y más dudas se planteaban en mi recién levantada cabeza.

     Minutos después me cambié y baje a desayunar. Raramente, no había nadie en casa. Me pareció extraño ya que era un Sábado a la mañana. Repentinamente sonó el timbre de casa. Abrí la puerta encontrándome con Eddie.

— Hey Eddie. ¿Qué haces por aquí? —dejé que entrara.

— Venía a avisarte que yo también tuve un episodio paranormal. —le hice una seña para que se sentará en mi sofá para que me cuente— Estaba andando en bici, yendo a mi casa cuando comencé a escuchar mi nombre repetidas veces. Pensé que era alguno de los chicos, pero al mirar atrás me encontré con un leproso¹. Comenzó a seguirme mientras que yo gritaba a todo pulmón, pero parecía que nadie lo escuchaba. Y pues luego...—tragó saliva— No lo sé Dena, tengo mucho miedo. — comenzó a llorar mientras yo le daba un cálido abrazo. Luego de un par de minutos se tranquilizó

— ¿Le haz contado a alguien más? —negó varias veces con la cabeza.— Bien, mira. Este será nuestro secreto. Veremos qué podemos descubrir sobre esta cosa. ¿De acuerdo? —asintió secándose las lágrimas.

      Me parecía extraño esto que Eddie me estaba contando. Pero al mismo tiempo le creía. No era la primera vez que escuchaba sobre episodios paranormales. Pero si la primera vez sobre un leproso.

     Más tarde, decidimos ir con Ed a tomar un helado. El pidió de vainilla y yo de chocolate. Luego nos sentamos al cordón de la vereda.

— De verdad gracias Dena. Fuiste de gran ayuda. —sonreí ante su comentario. Eddie era tierno, y más cuando llora. Comencé a notar que Ed me miraba fijamente. 

— ¿Qué pasa Ed? ¿Tengo algo? —pregunté nerviosa. Pero note que no era la única. El estaba sonrojado. Y como yo soy inútil, me sonroje también.

— No, para nada. Es solo que no me había dado cuenta lo linda que eres. —el nerviosismo me atacó por dentro. ¿Será que Eddie siente algo por mi? ¿O simplemente fue un cumplido?

— Tu también Ed. — me quedé sin palabras. Es como si no hubiera tenido una lengua en ese momento. No me había percatado de que Eddie podría llegar a ser algo más que amigos. Claramente, no me fijaba en ellos de esa manera. Solo eran mis mejores amigos y ya— Creo que deberíamos ir a casa ya...

— Es verdad. ¿Te llevo? —preguntó levantándose de el suelo. Asentí y me subí a la parte trasera de su bici. No podía evitar sentir la brisa en las bajadas sin cerrar los ojos y disfrutarla. Se sentía muy fresco y más que nada, libre de alguna forma. Ed y yo éramos vecinos. Él vivía a unas cuadras de la mía por lo tanto me dejó en mi casa, nos despedimos y camine un par de metros hasta llegar a mi hogar. Eddie me preguntó si podía dejar su bici en mi patio ya que su madre no lo había dejado andar en bici hoy, y luego me encamine a mi hogar.

Entré a casa viendo a mi madre comiendo un waffle y tomando café.

— Hola ma. —saludé cerrando la puerta por la que ingresé.

— ¡Deen! ¿Donde estabas? —preguntó mi madre exaltada.

— Fui a tomar un helado con un amigo. —me senté el la mesa redonda en donde mi madre estaba sentada.

— ¿Amigo? —me guiñó un ojo pícaramente.

— Si mamá, no juegues con eso. Después haces las cosas más incómodas. Es un amigo y ya. —rodeé los ojos.

«Dena Hela with the Looser's Club»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora