Muy temprano en la mañana Connor había recibido una llamada de su padre. Después de hablar durante cinco minutos, o mejor dicho, después de que Hank hablara durante cinco minuto, Connor tiró el teléfono contra la cama, deseaba hacerlo contra la pared para que se rompiera o tener que escuchar más a su padre.
Él se había enterado de que Connor había hablado por teléfono con Jennifer la noche anterior y volvió a amenazarlo. Detestaba cada vez más que su padre se metiera todo el tiempo en su vida, pero detestaba mucho más que se metiera con Jennifer.
-No podemos hacer mucho con respecto a las llamadas, Connor – eran las doce de la noche y Connor le había pedido a Charlie se fuera urgente a hablar
-Pero si pudiste bloquear los mensajes algo podemos hacer con las llamadas – se sentía frustrado. Unas horas atrás Jenni le había mandado un mensaje y él no había podido contestarle, Charlie le había aconsejado que no lo hiciera.
-Es más complicado, Connor – a Charlie no le gustaba verlo así, quería resolverle el problema pero no había nada que pudiera hacer en ese momento
-¿Hasta cuándo voy a estar sin mandarle mensajes?
-Es preferible que esperes hasta mañana a la noche, Hank se dio cuenta de lo que instalamos en tu teléfono y creo que lo desbloqueó, pero voy a conectarlo de vuelta mañana. Por lo pronto es mejor que no hablen por teléfono – Connor golpeó la pared con fuerza y Charlie se mantuvo callado, si le decía que no hiciera eso, Connor lo iba a volver a hacer y más fuerte, era muy terco.
-¿O sea, tengo que esperar hasta mañana para poder hablar con Jennifer? – su amigo asintió y trató en lo posible de dejar su expresión neutra – gracias Charlie, voy a dormir – Charlie asintió en respuesta y lo dejó solo en la habitación.
Se dio un corto baño para tratar de calmar sus nervios pero no ayudó como él deseaba. No sabía por qué se enojaba tanto por no poder hablar con su amiga, tal vez porque le hacía bien hablar con ella, siempre lograba sacarle una sonrisa, siempre lo hacía reír sin importar su estado de ánimo. Se acostó en la cama y suspiró, el día siguiente iba a pasar muy lento, tenía que esperar hasta la noche para poder hablar con Jennifer... se quedó con esa fea sensación antes de quedarse dormido.
-¿Segura que vas a estar bien sola? – Rose estaba preocupada por dejar a Jennifer sola toda la mañana.
No sabía por qué sus padres la obligaban a ir a ver a sus tíos si hacía años que habían perdido el contacto. Pero los padres de ella siempre decían que la familia era lo más importante, no quería que su amiga tuviese que soportar esa incómoda situación mucho tiempo, y esperaba ella tampoco soportarlo mucho tiempo. Paul tenía que ir con ella porque era el que conocía mejor el lugar, él ya había viajado y además conocía también a los tíos de Rose.
-Tranquila Rose, voy a recorrer un poco, tengo con qué entretenerme – le brillaron los ojos al recordar la cámara que Paul le había prestado – cuanto antes te vayas, más temprano vas a volver y vamos a poder ver los detalles de esta noche – le guiñó un ojo y Rose le sonrió, le dio un gran abrazo.
-Te quiero muchísimo, Jenn – le besó la mejilla y corrió a la camioneta que ya estaba en marcha.
Antes de salir de la habitación del hotel tomó una cartera mediana y metió algunas cosas, la billetera con algo de dinero, el celular, un abrigo por si acaso y por supuesto, la cámara de Paul. Salió de la habitación con una gran sonrisa, estaba ansiosa por poner más fotos en esa cámara.
Caminó por una estrecha calle hecha de piedras de un color un poco extraño que oscilaba entre el gris y el negro, pero no llegaba a ser ninguno de los dos. Las casas no eran demasiado altas, había alguna que otra con dos plantas, pero todas tenían un jardín, ya fuese delantero o trasero. Jennifer adoraba las casas con jardines, le gustaba pensar en un futuro, con sus hijos, corriendo por el jardín trasero cubierto de pasto, una sonrisa se escapó de sus labios. Siguió caminando y la calle comenzaba a hacerse más ancha, algunos taxis pasaron y pocos autos personales, ella pensaba que en temporada ese lugar seguro estaba repleto. Su teléfono comenzó a vibrar en la cartera y se detuvo para rebuscar entre las cosas, su celular había quedado en el fondo. Al ver el nombre en la pantalla sonrió, pero luego recordó que el día anterior no le había contestado y respondió un poco enojada.
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You make me wanna Die
RomanceÉl, era una persona que lo tenía todo, pero a la vez no tenía nada. A los veintitrés años tenía una gran empresa bajo su cargo, porque su padre era el empresario más importante de Colombia. Él se había acostumbrado a vivir una vida aburrida, viajand...