Luego de aquel beso, nuestras vidas debían continuar, cada día la sociedad te pone en tu lugar a la fuerza, con sus miradas despreciables, sus comentarios al intento de seguir adelante, pues en la sociedad que vivimos el que está arriba lo está porque no se preocupa por el que está más abajo, pisándole la cabeza a quien sea con tal de conseguir lo que desea, no cuida ni siquiera el único planeta en el que puede vivir, nosotros intentamos una y otra vez seguir adelante sin darnos por vencidos, pero el hambre nos gana, es una batalla que no se puede hacer fácilmente, sientes como el estómago ruge, la debilidad y el cansancio se hacen parte de tus pensamientos, te consume cada músculo, al punto de no saber si podrás si quiera levantar un dedo, en aquel momento solo piensas en cuándo podrías comer, Juan llegó a la desesperación lo pude ver en su cara no solo temía por si mismo sino por ambos, no sabía a donde podría llegar el hambre te hace cometer locuras, por mi parte pensaba en mis padres que a duras penas llevo no sería la que ellos desearían, lo dieron todo por mi pero no pude complacer sus expectativas, Juan una noche simplemente se fue, pensé que sería el fin de nuestra historia juntos, después de todo me sentí como un estorbo en ese momento apenas podía moverme, el hambre que tuve llegó a un punto crítico en mi cuerpo, cuando ví que su silueta se alejaba silenciosamente sin decirme nada simplemente quebré en un llanto que duró hasta la mañana siguiente.
Me encontraba debajo de un puente no muy transitado de mi ciudad recuerdo aquella noche fría, oscura, sola, cubierta en mis miedos, pensando que mi vida está al borde de su fin, Juan dejándome, el hambre avanzando, mis pensamientos eclipsados por la situación, aquella noche pensé que daría mi último respiro acompañado de una lágrima, llegó la mañana con una llovizna tenue. Juan aún no volvía, deseando dar aquel último respiro que pueda sacar de mi pecho aquella angustia, pero después de cada tormenta llega su amanecer y con el un hermoso arcoiris. Cuando pensé que todo estuvo perdido, al borde del horizonte pude ver una silueta bastante conocida, en sus manos una bolsa, cuando se acerca ví en su cara una sonrisa, Juan había vuelto, jamás sentí tanta felicidad como cuando ví su cara otra vez, me dejó sin decirme nada pensé que lo nuestro no continuaría, desconfíe de él aunque no lo sepa, volvió y para mi sorpresa con comida, una vez más Juan se convierte en mi hombro para llorar, mi protector, mi guía, mi faro en la oscuridad, nos sentamos ambos a por fin sacarnos el hambre que devora nuestras almas, cuando de pronto sentí que su mirada cambio y quebró en llanto, primera vez que ví a aquel joven llorar, me contó lo que debió hacer para que yo pudiese estar comiendo, entre lágrimas sabiendo que decepcionó todas sus creencias, debió robar por ambos, sintiendo aún más despreció por la sociedad, sus gritos no solo llegaron a sus oídos le llegaron al alma, comprendí su situación pero le dejé en claro que esto no lo hacía solo por el, lo hizo por mi así que parte de la culpa también recae sobre mis hombros y sabiendo que juntos lo podríamos superar, con aquella salida nocturna pudimos comer por tres días, intentamos una vez más conseguir un trabajo digno para nosotros, intentando evitar una vez más hacer algo semejante... Pero una vez más no lo logramos, al término del tercer día comimos las últimas reservas con lágrimas en los ojos una vez más ambos, sabiendo lo que se venía luego del último bocado, su orgullo le impedía admitir que estaba completamente destruido por dentro. El no quería parecer débil mucho menos en nuestra situación en la que cualquiera podría pasarnos por delante. Una vez más Juan hizo lo que debía hacer para traernos un plato de comida, comencé a sentirme inútil, además a tener mis dudas... ¿Qué podría ofrecerle yo a él para que no se fuera de mi lado? Tantas mujeres que pasan cada día, a pesar de su aspecto de indigente se que alguna vez lo podrían llevar de mi lado, esos pequeños fantasmas que rondan en la mente de cada uno destruyendo su autoestima y cuestionando su razón son los que me están llevando cada vez más a pensar que no lo merezco.
Cansada de no hacer nada decidí aprender a defenderme, no deseo ser una mujer del montón que es mantenida y solo espera a su hombre con una cara de felicidad. Después de todo estamos en esta situación por decisión de ambos, pero a diferencia de Juan no podía imponerme en fuerza ante otra persona, no podía ganarle en velocidad a alguien más... Me estaría arriesgando demasiado, pero hay otras opciones que tiene una mujer, su vestimenta, la mirada, la delicadeza, la sutileza de saber cuándo meter sus manos en una mochila o un bolsillo sin que se dieran cuenta de que me he movido, decidí entonces convertirme en "mechera" aquella ladrona que por su astucia jamás se dieran cuenta de su accionar. Allí comenzó verdaderamente otra historia.
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Amor sin barreras
RomanceEl complicado pasado de Ana Lucía la lleva a ser una mujer desconfiada en el amor, pero todo cambia con un poco de atención y buenos gestos... Después de todo el amor todo lo puede