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Para audiencias mentalmente de 12 años para adelante. O si quieres pregúntale a algún mayor si puedes leerlo.

Se acostó, exhausta y frotó su cara. Bostezó y estiró sus brazos.
Dio la vuelta, quedando boca abajo y lanzó un quejido.
Estiró su mano hacia el mueble a lado de su cama y agarró su celular. Vio la hora. Era muy tarde. También vio que tenía una notificación. Un mensaje. Frotó sus ojos para poder leer. "Bueno, buenas noches, Erica" decía. Era de su novia. Pegó su frente. Se le había olvidado reiniciar la conversación. Estaba cansada, no iba a contestar. No quería que su novia se emocionara ni se despertara.
Dejó el celular de nuevo en el mueble y se tapó con una cobija.
Se quejó.
Su novia estaba en su mente.
Su novia, de nombre René, era una chica más chaparra que ella (aunque Erica es alta), tenía cabello pelirrojo y unos ojos castaños. Casi siempre se maquillaba pecas y se ponía lentes sin aumento. Ella le decía que no lo hiciera porque se veía muy bonita como era, pero a René no le importaba. Está bien, cada quién.
Incluso con esa rebeldía de parte de su novia, la amaba mucho. Siempre se peleaban, pero así sabían que se seguían amando. A veces, simplemente querían terminar la relación, pero había algo que lo impedía y no lo hacían.
Agarró el celular, abrió la aplicación de mensajería y mandó una selfie a su novia. La foto acompañaba el mensaje: "Buenas noches, ¿por qué no te vienes?"
¿Estaba cansada? Sí. ¿Quería visitas? No. ¿Quería que su novia la visitara a esas altas horas de la noche? No.
"No quieres que vaya :P " le contestó inmediatamente.
Erica rodó los ojos.
"Claro que sí. Ven, así pasamos la noche juntas." respondió.
"¡No!" le contestó.
Y Erica bufó. Presionó el botón digital que llamaba al contacto y colocó el teléfono cerca de su oído.
– ¿Por qué llamas? – se escuchó el susurro de su novia en el otro lado.
– Porque estoy cansada de escribir. –
– Qué floja. Adiós. –
– Espera. –
– ¿Qué quieres? – elevó un poco la voz
– Ya sabes. –
– Cállate. –
– Sólo ven. –
– No quiero. –
– Claro que quieres, sólo ven. –
– Que no. –
– Estúpida, ¿ya no me amas? –
Hubo un silencio en el otro lado.
Erica se reía interiormente. Eso era lo que impedía que rompieran la relación. Ese poder y ese dominio que en ocasiones se tenían entre ellas. Esta vez, Erica tenía el dominio. Otras veces, René.
– Sí te amo. Pero el amor no se trata de tener solamente relaciones sexuales, ¿sabes? –
– Cállate y ven. –
Otro silencio.
Erica esbozó una sonrisa. La tenía.
– Llego en cinco minutos. –
Y colgó.

Pero después, se colgó.

Papeles RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora