ᴜɴ ɴᴜᴇᴠᴏ ᴍᴜɴᴅᴏ [ᴄᴅᴍ2] 《ʀᴜɢɢᴀʀᴏʟ》(En edición)

2|| "Charlas que duelen"

Ruggero

Hoy es sábado lo que significa que vendrán todos de la misma manera en la que el papá de Karol.

Eduardo desde lo que sucedió años atrás, ha estado en constante comunicación con nosotros, más conmigo que con su hija por obvias razones. 

—¿Papi?—la vocecita de Luna llama mi atención y automáticamente le regalo una sonrisa que corresponde.

—Princesa—extiendo mis brazos, ella corre y la cargo abrazándola.

—¿Estas triste?—cuestiona, niego rápidamente.

—Solo un poco cansado, pero hoy es mi día libre—recuerdo, ella sonríe aún más.

Me toma de imprevisto su pequeña mano tocándome la mejilla.

—No estes triste papi, hoy vienen las tías, tíos y los abus—termina chillando, río por su alegría.

Agarro su manita y dejo un beso sobre ellos.

—Te amo mucho princesa—le digo dejando un beso exagerado en su mejilla, ella ríe y se remueve tratando de escapar.

—Basta papi—chilla riendo.

El timbre impide que siga molestándola, la bajo y se va corriendo hacia la puerta, apuro mi paso para poder abrir la puerta antes que ella.

Al abrir la puerta la cara familiar de Eduardo y su esposa junto a Fiorella hacen acto de presencia.

—¡Abu!—chilla Luna abrazando las piernas de los dos, quienes riendo aceptan el gesto.

—¿Para la tía Fio no hay abrazo?—cuestiona la ahora media rubia agachándose mientras estiraba sus brazos.

Luna al escucharla rápidamente voltea a correr hacia ella.

—Tita—chilla.

—Rugge—me saluda Eduardo, le sonrío y procedo a saludarlo, al igual que Camila.

—Vamos adentro—digo, ellos asienten mientras se dirigen hacia la sala.

—¿Ustedes se quieren quedar afuera?—bromeo.

Fiorella deja de abrazar a Luna para reírse.

—Buen día para ti también cuñadito—saluda la media rubia. Me río negando.

Hago que pase y cierro la puerta.

—¿Cómo les ha estado yendo?—cuestiona mi suegro tomando asiento.

Luna sonríe y se sienta a su lado.

—Ya puedo contar hasta veinte—relata.

Eduardo junto a Camila empieza una conversación sobre número con Luna cuando escucho el timbre por segunda vez. 

Me dirijo a la puerta, al abrirla me encuentro con la cara de uno de mis mejores amigos.

—Que pinta que te manejas che—se burla.

Por respeto a la pequeña criatura que tienen no le saco el dedo medio.

—Caro que gusto tenerte acá, igual que a ti linda—saludo a la pelinegra junto a su pequeña replica.

—Deja de andar coqueteando a mi hija—dice Agus en broma.

Mar la pequeña hija de los dos se sonroja negando. Me río.

—Deja de ser tan celoso con tu hija Bernasconi—suelto riendo.

—Buen día Rugge—interviene Caro.