Capítulo Ⅰ

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La Primavera Cristalina


En cierta residencia se encontraba un pensativo joven de inquieta mirada cían. A pesar de ya haber transcurrido casi un día entero desde su encuentro con aquella singular muchacha, el androide no era capas de sacarla de sus pensamientos, en especial aquella melodía y aquellos ojos cristalinos que lo miraron tras finalizar dicha pieza. Eran alrededor de las 2:15p.m. y el aún seguía con las mismas dudas; ¿cómo era posible reflejar aquellas emociones ta distintas en un mismo instante? ¿cómo era posible expresar eso y más en aquella melodía de una manera tan vivida y natural? ¿qué era ese sentimiento? ¿qué eran esos sentimientos? y ¿acaso lo podría sentí él mismo?. En ese momento el chico se dio cuenta de algo que hasta ese momento había ignorado por completo, "sentimiento," él ¿había sentido algo?

Muy en su confuso interior él había llegado a "sentir" algo, eso es lo que le cursó por la mente en el mismo instante en el que trató de definir qué fue aquello tan peculiar que "sintió". Seguramente algo estaba fallando en su sistema operativo, él era un androide y aunque estuviera echo a base de un ser humano, él no lo era, por lo tanto era imposible e inimaginable que él llegase a "sentir" algo, y aún así, un algo extraño le oprimía en el área en la que los humanos poseen su corazón.

Esto no le pareció correcto, en definitiva algo andaba mal en su sistema, mas al realizar una serie de chequeos en los cuales no encontró nada fuera de lo normal y al llevar a cabo una minuciosa búsqueda en su base de datos y memoria para confirmar si era cierto que no le había acontecido algo así antes, llegó a la conclusión de que lo más recomendable seria visitar a Hakase lo antes posible.

—¡Haruka!, ¿me esta escuchando? —llamó Tomochika con algo de preocupación. Desde el día en el que su amiga había salido a un "rutinal chequeo medico" que fue como lo describió la joven, esta había estado algo distraída y distante, lo cual le preocupaba, pues pensó que algo le había pasado.

—¿Eh? Si, no, perdón. —confesó algo fuera de lugar y avergonzada, pues no había puesto atención a lo que decían sus amigos desde ya hace algún rato. Su mente giraba y divagaba en el recuerdo del joven de mirada cían que tanto le había parecido a su querido y viejo amigo.

—Estábamos hablado de ir al centro a ver una película. —alegremente informó el pelirrojo.

—¡Oh! Se acaba de estrenar "El Príncipe de los Precipicios" —exclamó Syo con emoción por ver a su Sensei en la gran pantalla.

—¿Es en la que aparece Hyuga-sensei? —preguntó la compositora.

—Si, ¡hay que ir a verla! —vociferó emocionado.

—¡Por que no! -apoyó la pelirroja. —Y así también podemos pasar por el CD que querías comprar la otra vez, ¿no? —le dijo a su amiga.

—Pues ya esta decidió, ¿vienes Icchi? —cuestión el pelinaranja.

—Hump. —fue la única respuesta.

—Vamos, ¡también hay que pasar al Pyo-chan café! —aludió el rubio.


—¿Hum? Las palpitaciones y la activa cerebral presentan un ligero cambio. —el profesor mencionó con esperanza tras realizar el chequeo de aquel día. 

Ya habían pasado al rededor de tres años o incluso más, y esta era la primera vez que veía un cambio tan notorio y que fuera para bien.

¿Qué Es El...         ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora