Capítulo 2

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El día laboral había sido agotador, en verano, miles de turistas recorrían la ciudad de Buenos Aires. Pero el turismo aquí no era nada comparado con el que ella solía ver de pequeña en su ciudad natal Mar del Plata, uno de los lugares más elegidos para vacacionar por los argentinos. Cada tanto ella solía recordar cuando iba a la playa con Santiago y Lucas, pero de inmediato intentaba quitar los recuerdos de su mente. No quería pensar en ellos, recordarlos le hacía pensar en otras cosas que ella prefería olvidar.

Después de dos años de trabajar sin parar en el hotel Bel se merecía unas vacaciones, o al menos eso le sugirió su jefa Inés. Tenía que tener un tiempo para ella misma, vivir un poco.
Pero Bel no tenía adonde ir, ni con quien. Sus únicas amigas eran Inés y Paula, esta última trabajaba en la recepción del hotel con ella y cada tanto solían salir juntas. Esta noche saldrían a tomar algo en un bar.

Estaba por dejar el hotel cuando Inés la llamó.

-Bel, te buscan al teléfono.

Bel se asustó. ¿Quién podría llamarla? Si las únicas personas que conocía trabajaban aquí con ella.

-¿Quién es?-susurró a su jefa.

-No lo sé. Una mujer. Parece importante.

Inés nunca había insistido con conocer el pasado de Bel. Sólo sabía que ella había dejado su casa a los dieciocho, pero también sabía que era una muchacha herida que no estaba lista para hablar de lo que sea que le haya pasado. Así que nunca la presionó.

-¿Señorita De la Torre? ¿Belén?

-Si-respondió dudosa.

-Buenas tardes, la llamo de servicio social. Desde Mar del Plata. Mi nombre es Cecilia. Hace varias horas estoy tratando de encontrarla, por suerte tengo acceso al registro nacional de personas y pude saber su ubicación, y de ese modo su teléfono, es decir, el teléfono del hotel en donde usted vive.

Bel se mantuvo en silencio. No le gustaba que alguien la haya encontrado así de fácil.

-Se trata de su madre señorita, lamento tener que darle esta noticia por teléfono, pero me han dicho que se ha ido hace muchos años y no tiene contacto con su familia. Así que no creo que esté enterada, pero su madre ha muerto. Lo siento mucho. Ella tuvo un paro cardíaco tras una sobredosis.

Bel dejó de respirar por un momento, no esperaba que la noticia le doliera pero así fue. Sin embargo, no fue tan duro como lo sería para cualquier persona que tiene una linda relación con sus padres. Ella sólo derramó una lágrima. Inés la miró con preocupación. Sabía que Bel era fuerte y no era de esas que lloran. Sólo una vez la había visto llorar y fue cuando la conoció.

-Gracias por avisarme-fue lo único que Bel se atrevió a decir.

-Se que es un momento duro señorita, pero no la llamo solo para avisarle. Resulta que su hermano Tomás esta con nosotros. Si no encontramos un familiar cercano que se haga cargo pronto, el irá a un orfanato.

-¿Disculpe? ¿Qué ha dicho?-la interrumpió Bel.

-OH. Usted no sabía de el-no fue una pregunta, más bien una afirmación-usted tiene un hermano de cuatro años señorita De La Torre. Nosotros lo conocemos bien por nuestras constantes visitas a la casa de su madre. El padre del niño la había dejado hace un par de años y últimamente ella venía de mal en peor, el niño creció en un ambiente horrible. Aún así, no habíamos podido quitárselo aún. No sabemos nada del padre y el niño no tiene a nadie ahora. Sólo a usted. Sería de mucha ayuda si pudiera venir. Si tan sólo pudiera conocerlo. Es un niño muy dulce.

Bel cortó la comunicación. Se quedó petrificada allí, al lado del mostrador.
¿Ir a Mar del Plata? No. No podría. ¿Hacerse cargo de un niño? Mucho menos.

Inconfesable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora