Santiago no podía dejar de observarla. Ella era aún más hermosa de lo que él recordaba. La miró mucho tiempo, para asegurarse de que ese recuerdo permanezca en su mente para siempre.
-¿Y bien? ¿Por dónde empezamos?-preguntó Lucas tomando un trapeador.
-Yo limpiaré el cuarto de mi madre-no soporto el olor a cigarrillo que hay en todas las cosas. Tu puedes ir a mi cuarto, es decir, el de Tomás, si quieres-respondió ella.
-¿Y yo? ¿Qué hago?-preguntó Santiago quitándose su remera. Su cuerpo parecía estar tallado por los mismos ángeles.
Bel tragó grueso. Se sentía incómoda.
-Tu has lo que quieras-respondió desganada.
-Vamos Bel. Estoy aquí, déjame ayudar en algo-suplicó Santiago.
Lucas se fue con Tomás hacia el cuarto y los dejó solos. Su amigo, aprovechando la ocasión de acercó a Bel y la tomó de la mano.
-Me gustaría hablar contigo, déjame explicarte.
Ella no quería tener esa conversación en ese momento.
-Puedes limpiar la cocina si quieres-dijo, antes de darse la vuelta y dirigirse a la habitación de su madre.
Santiago suspiró frustrado. Bel no se la haría fácil. Y el se lo merecía. Le había fallado. Había traicionado a su mejor amiga, a la única chica que había amado en su vida. Ella se merecía al menos una disculpa de su parte. El había sido un idiota.
Estaban terminando de limpiar cuando Lucas llamó a Bel.
-Hey, vengan aquí. Bel, Santi. Miren lo que encontré-dijo el y se dejó caer en el viejo sofá.
Sus amigos se acercaron a él para ver que sucedía.
Bel se detuvo en seco al ver a su amigo sosteniendo aquella foto en la que los tres estaban sentados en la plaza. Aquella plaza que los vio crecer, que los vio convertirse en adolescentes.-¡No puedo creerlo! Pensé que esa foto ya no existía-dijo Santiago.
Bel no dijo nada. Esa foto le generaba una mezcla de sensaciones. Por un lado estaba sorprendida de que su madre no la haya tirado a la basura. Por otro lado, recordó porque no se llevó esa foto el día que se marchó. Ella quería dejar el pasado atrás. Porque estaba herida, tenía el corazón roto.
-Pueden quedarsela, yo no la quiero-admitió con frialdad. Lucas dejó de sonreír.
-Debes decirnos que sucedió Bel ¿por qué nunca llamaste? ¿Por qué te fuiste así? No sabes cuanto tiempo te buscamos. Llegamos a pensar que habías muerto. Hasta que tu madre, un día que estaba sobria admitió que te habías llevado todas tus cosas, ahí supimos que tu decidiste marcharte, pero nunca entendimos porqué.
-Váyanse. Ahora. No quiero hablar. Les agradezco que hayan venido pero ya deberían irse-dijo ella y abrió la puerta de entrada.
Lucas tomó la foto y comenzó a recoger sus cosas, desganado. Triste.
Santiago imitó a su amigo, pero sin despegar sus ojos de los de su amiga.Tras cerrar la puerta ella rompió en llanto. Se apoyó en ella y dejó caer su cuerpo.
Estar ahí la hacía sentir confundida y triste. No estaba lista para abrirse al mundo aún y guardaba mucho rencor. La heridas aún dolían y estaban más frescas que nunca.Esa tarde decidió salir. Su pequeño hermano necesitaba ropa y zapatillas. Así que se dirigió al centro de la ciudad con Tomás.
Hacía mucho que no iba de compras y no tenía idea cuanto costaba la ropa para niños.
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Inconfesable ©
ChickLitBel tiene un secreto. Bel no confía en nadie y no quiere enamorarse. El mismo día en el que su mejor amigo le rompió el corazón, algo más sucedió, un secreto que Bel tiene bien guardado, ese día ella se rompió para siempre y se marchó sin mirar atrá...