3. Déjame sentirte

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Me desperté,
Tuve un sueño.

No un sueño de esos comunes... Te soñé.

Un sueño hermosamente perfecto. De esos que al despertar, te hacen sentir desconcertado.

 De esos que sientes como si los estuviste viviendo.

Estabas tú, a mi lado, entre cobijas blancas de seda y tu cabello lacio. Tus pestañas dulces y tus ojos mirándome, siguiendome a cada paso.
Reíamos sin cesar, entre cosquillas y almohadazos.
Que te acercabas a mi y podía percibir tu tacto, tu aroma, tus labios.

-¿Sabes cuánto me encantan tus nalgas? - Me decías a risas ahogandome a besos - y cuánto te amo.

Detrás de la pantalla estaba tu rostro escuchándome atento, con tus ojos iluminados, una mirada dulce y un semblante travieso.

-¿Sabes todo lo que me ha enseñado el estar lejos?- me dijiste nostálgico - tantas cosas amor ... unas de ellas, el siempre extrañarte, anhelarte, a sentirte con mis pensamientos. Imaginarte a mi lado, cerrar mis ojos y percibir tus caricias como si estuvieses aquí. A recordar tu aroma. A apreciar aún más el tiempo juntos.

Me dejaste sin palabras, al escuchar tu dulce voz quebrarse - No llores mi dulzura - te dije aunque mi corazón se arrugaba por compartir tu mismo sentimiento.

-Te extraño - suspiré, mientras una lágrima recorría mis mejillas.
- Y yo a ti cariño, yo a ti...

Acerqué mis labios y posé un dulce beso que recibiste gustoso.

- Cuando te acercas y me besas, es como estar frente a frente... ¿Cómo lo logras?
- ¿Qué cosa amor?
- Hacerme sentirte sin importar la distancia.

- Me pregunto lo mismo amor... ¡hasta se me olvidó por un instante que estábamos por video llamada! - reímos a carcajadas - Mmmh... luces tan ardiente como siempre - agregué en tono picante.

Tus mejillas sonrojaron al instante. Me encantaba cómo lograba ese efecto con simples palabras.

- Juro que sentí como si hubiesen pasado siglos sin verte querida. Perdóname.

- Yo también lo sentí así. No amor, no hay nada que perdonar, hemos estado ocupados, lo que importa es que ahora estamos juntos, al menos de esta forma. Me encanta tu pijama, es tan cute... quisiera poder quitarla.

- ¡Diablos! No amor... no me digas eso.

Me producía una satisfacción ver tu rostro sonrojado como una manzana a punto de explotar, y aquellos labios rojos... que me producían desespero por besar.

- Y... ¿eso por qué? - te pregunté de forma retórica con apariencia de niña dulce y buena.

- Porque me dan muchas ganas de comerte. Es que, sólo con verte... ya... - cubriste parte de tu rostro con ambas manos mientras sonreías de esa manera tan sensual.

- Mmmhh... amo tu perfume, me encanta olerte - te dije mientras abrazaba la almohada que guardaba tu aroma.

- Tu rico aroma es hipnótico, haces que mi cuerpo tiemble sólo con pensarte.

- ¡Oso! Ahora soy yo la que me sonrojo...

- Eres mi leona...- me dijiste mientras pasabas tus dedos en la cámara, haciéndome imaginar tus caricias.

- Déjame sentirte - te dije, sin quitarte la mirada.

Nos miramos fijo, perdiendo la noción del tiempo. Contemplar tus ojos, tus labios, tu mentón, tu cabello, me hacía sentir que te acariciaba, que te tenía entre mis manos.
Aquella fría noche, se volvió un horno, entre nosotros.

Te imaginaba recorriendo cada parte de mi cuerpo. Tú hacías lo mismo. Acariciando tu abdomen tu entrepierna, todos los lugares que yo te asignaba. Sentía que eran tus manos en mi y tú también sentías mis manos en ti.
Me encanta, como logras que mi cuerpo reaccione sin siquiera colocarme un dedo encima.
Como haces latir mi corazón, como se mezcla el deseo con nuestro amor.

Tus ojos cerrados y tus labios entreabiertos, un suave gemido se escapó de ellos. Apreciaba cómo te complacías imaginándome encima de ti.

Sólo con recordarlo... ¡haces que me moje! Dios, que delicioso cerrar mis ojos e imaginar que me haces tuya.

- Mmmhh.., ¡sí! ... Hazme t...tuya.

Que delicioso ver tu rostro y sentir que estas allí abajo. Ver tu lengua moverse tan rico, jugosa e imaginar que me llenas con tus ricos movimientos, con su rica textura, probando mis líquidos.

-Me encanta que me chupes, ¡lámeme, no te deteng..as! - decía entre susurros y gemidos agresivos.

Es delicioso cómo me desesperas y complaces, mientras mis manos hacen su trabajo en mis partes. Tocándome, haciéndome faltar el aire.

Apreciar tus gemidos varoniles... tu ternura pura y ardiente.
Qué delicioso es ver tus manos darle a tu delicioso Paquete, hasta hacerlo enrojecer. Sentirte... sentirte por completo, hacerme gritar... y expulsar a presión ese liquidito blanco que tan loco te vuelve, haciendo que mis piernas tiemblen, a punto de hacerme llegar.

- J... joder, que delic...ioso.

Temblaba.

Aquella electricidad mágica estremeció mi cuerpo, mientras te veía extasiado de placer, destilando como fuente fresca leche de tu miembro.

Me acerqué a la pantalla, simulando lamer ese rico nectar proviniente de ti.

Me viste cerrar los ojos, y te escuché en voz baja decirme - Buenas noches mi preciosa Sophie, descansa.

Amor... no recuerdo en qué momento me dormí.

Pero ese screen que me mostraste al siguiente día me pareció tan dulce. Como me veías, mientras descansaba del mega-orgasmo que me habías hecho sentir.

Estas travesuras... son cosas que guardaremos para ti y para mi.

Sin importar en dónde te encuentres, nuestro deseo sigue allí, nuestro amor se transforma y fortalece cada instante.

Y toda noche que podamos, nos consentiremos así, tierno, divertido, pensándonos, amándonos apasionado, compartiendo de las sencillas cosas que la distancia nos proporciona, una nueva forma de crecer, sabiendo que será temporal y dentro de un tiempo, podremos estar juntos.

Aunque a veces nos encontremos lejos de esa persona, nuestro corazón le reconoce y nuestros cuerpos reaccionan a su ser.

Parejas Candentes Relatos IndecentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora