XLVII. Castigado

537 72 181
                                    

Noel estaba postrado en cama, apenas y abría los ojos y tenía muchas venditas en la cara, como si todas estuviesen sosteniendo su nariz. Liam seguía un poco molesto por la red de mentiras a la que había sido sometido, pero de todos modos no podía evitar sentirse mal por su hermanito mayor, sea como fuera, sabía muy en el fondo que no se merecía todo lo que Tommy le hizo ayer.

—Liam, ¿qué haces aquí? —preguntó Noel con el ceño fruncido, el dolor seguía jodiéndole y mucho. Muy difícilmente pudo medio sentarse sobre la cama.

—Mamá me dijo que te diera esto —sin más palabras saliendo de su boca, el menor le entregó un vaso con agua y unas pastillitas blancas. Noel entendió, eran analgésicos.

—Espera... ¿quién te va a llevar a la escuela? —preguntó el mayor luego de tomar sus pastillas y antes de que Liam saliera de la habitación. El menor lo volteó a ver y por desgracia Noel no pudo identificar ese tinte de enojo en sus jóvenes ojos azules. Si lo hubiese notado, tal vez hubiese tratado de arreglar las cosas desde el principio. El dolor lo tenía muy atontado y Liam trataba de comprender eso, pero reivindicaba su derecho a estar molesto con todos.

—Paul —dijo Liam sin más, saliendo de la habitación y cerrando la puerta con un poco más de fuerza que de costumbre. Noel en realidad no veía ningún cambio ahorita mismo, todo lo que le mantenía la mente ocupada era el dolor punzante en su nariz y lo difícil que se le era respirar con la férula que tenía en la cara, aunque ciertamente no sabía si era una férula o si sólo eran un montón de vendas que le habían pegado con cinta en emergencias. Todos sus recuerdos de ayer eran muy vagos y borrosos, lo único que recordaba a la perfección era el dolor que sintió en el momento exacto en el que su padre le torció el puente de la nariz.

[ . . . ]

A primera hora en la mañana, Alex venía caminando con Graham a un lado, por esto mismo varias chicas de la última generación soltaron risitas porque la diferencia de estaturas era demasiado notoria, incluso se volvía exagerada, sin embargo, a Graham le importaba poco o nada; ciertamente su estatura nunca lo había tenido acomplejado. Es más, ni siquiera entendía por qué debía sentirse acomplejado, al fin y al cabo, si se esforzaba un poco lograba conseguir la atención de chicas mayores, sobre todo en sus clases de música.

Pero volviendo al asunto que nos concierne. Los dos chicos venían caminando desde la entrada de la institución hasta su aula de clases, habían acordado llegar temprano para no estar solos por la ausencia de Damon y Jamie —todavía tenían pendiente hablarles por teléfono para saber más del chisme de ayer, si es que acaso había algo más que contar—, pero en cuanto llegaron al aula de clases y Alex vio que Celia se le estaba acercando, al chico sólo se le ocurrió empujar a Graham hacia el lado contrario.

—Hola, Celia —saludó él con las mejillas coloreándosele de un discreto tono rosáceo que destacaba el color pálido de su piel.

—Hola, Alex —dijo ella jugueteando con algunos mechones de su cabello—. Oye, ¿me puedo sentar contigo? Es que Steele está enferma y no sé dónde está Melanie...

—Cómo no, por supuesto —dijo él, dejando que su brillante sonrisa le delatara—. Siempre eres bienvenida a la mesa de Alex.

—Y Graham —dijo el chico de los lentes empujando a Alex, fingiendo estar molesto por el empujón recibido antes. Como cuando un amigo se indigna porque la novia vino a arruinar el momento de bros, pero obviamente no hubo ningún momento de hermanos arruinado y Celia tampoco era la novia de Alex. Aun.

—No me ayudes mucho, gracias —dijo el más alto.

—Para que aprendas a no empujarme, mamón —respondió el niño Coxon, pegándole con el puño en el centro del estómago, pero como Alex ya estaba acostumbrado a esos bonitos tratos con el pequeño, generalmente contraía el abdomen para que no le pasase nada.

jamie's sketchbook; jamionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora