Hola, diario. ¿Recuerdas mi gran humillación de ayer? Bueno, a pesar de que realmente me planteé si seguir o no con este trabajo de clase... Decidí que prefiero no suspender a dejar de escribir solamente porque Dylan y sus amigos ya saben de mis patosos sentimientos. Bueno, no voy a dejar que este accidente contigo y Dylan influyan en mi vida, es más, lo veo como una oportunidad de abrirme a nuevas personas. Ya era hora de darme cuenta de que estaba cegada de amor por un idiota.
Sí, lo sé, es un cambio radical. Marta Wilson no volverá a ser la misma. Bueno... seguiré siendo torpe y patética, pero no permitiré que ese chico me controle y me haga sentir acomplejada por lo ocurrido. Ni mucho menos, es más, lo considero otro más de mis ridículos recuerdos. Tengo la esperanza de que, algún día, cuando tenga mi propia familia, les contaré estas historias y todos nos reiremos. Quién sabe... a lo mejor mi marido acaba siendo Dylan después de todo... No. Marta, no. Tienes que pasar página, olvidar al imbécil y seguir tu vida.
En fin, hoy es domingo, cosa que agradezco porque no tenía ganas de toparme con nadie del instituto. Decidí quedarme en casa, hablando con Lauren por videochat sobre todo lo que ocurrió ayer. Ah, por cierto, ayer dejé la historia sin concluir y, puesto que hoy no he hecho nada más allá de pasearme por mi casa en pijama con una bolsa de papas en la mano, supongo que os contaré el resto de acontecimientos que tuvieron lugar ayer. Así, para rellenar, ya que tengo que escribir cada día algo, así que...
Bueno, ¿recuerdas que ayer acabé mi historia en el vestuario maloliente? Bien, pues ahí comienza esta vez. Yo, sentada en un banco, mirando a la pared, contigo entre mis brazos, pensando en lo mucho que Dylan estaría disfrutando de mis estúpidos sentimientos hacia él. No sé cuántas veces llamé a Lauren, solo sé que después de la quinta llamada dejé de contar mis intentos de contactar con ella. Me sentía bastante sola en aquel lugar, estaba oscuro y no se escuchaba nada. A otros podría desagradarles esta escena, pero para mí en este lugar no se respiraba un ambiente deprimente, sino uno de paz, lejos de las risas y los comentarios ajenos. A veces estar sola se siente bien, otras puede llegar a ser un completo agobio. En aquel momento, no sabría decirte en cuál de las dos me encontraba yo.
"Ey" la voz de Connor me trajo de vuelta a la realidad, así que giré mi cabeza hacia él, para verlo entrar al vestuario con una bolsa en la mano. Se sentó a mi lado en el banco.
"Hola de nuevo, creí que te habías ido".
"Solo quería darte tiempo a escribir en tu cuaderno" dijo para después tocar tu portada, querido diario.
"Oh, bueno, pues ya acabé. ¿Qué te trae por aquí? ¿Y esa bolsa?" quise saber yo. Sí, por si no lo habíais notado ya, soy muy curiosa.
"Venía a cambiarme" me respondió.
"¿Cómo aquella vez que tenías que ir a visitar a alguien?" reí divertida, recordando la escena.
"Sí, algo así" sonrió y, por un segundo, me pareció que su dentadura brillaba en medio de la oscuridad. "En fin, aquella vez fue realmente interesante. He descubierto que me gusta verte con mi ropa".
"Pues no te acostumbres, señor Hunter" me atreví a golpear suavemente su frente, alejándolo un poco de mí.
"Oh, como usted desee, señorita Wilson" se volvió a acercar. "Me sorprende que de golpe la chica inocente y tímida me esté hablando con tanta fluidez".
"No soy tímida, lo que pasa es que me da miedo hacer el ridículo, así que no me arriesgo. Tengo mi orgullo" dije mientras me apartaba un poco.
"Ya veo, ya" hizo una pausa y noté como una de sus manos se posaba en mi cintura y me atraía hacia él. "¿Sabes? No deberías dejar que ese orgullo tuyo te controle, es mejor ser uno mismo. Todos nos equivocamos, somos humanos".
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Diario de una torpe
Teen FictionMarta no es gafe. Marta no es rara. Marta no tiene mala suerte. Marta no es torpe. No no, que va... ¡Es mucho peor! Marta es SÚPER gafe. Marta es BASTANTE rara. Marta tiene MUCHÍSIMA mala suerte. Y, por último pero MUY importante, ¡Marta es la torpe...