día dos.

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Masticaba el último pedazo de pizza en la mesa

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Masticaba el último pedazo de pizza en la mesa. La odiaba. Tenían que haber ordenado la clásica y rica Hawaiiana, pero no, el tonto de su hermano iba de engreído una vez más.

Pero bueno, ¿qué podía decir? Al menos algo tenía en el estómago luego de no haber provado bocado todo el día; estar pendiente del teléfono como niñata de trece años enamorada por una llamada de su novio... ¡Nada!

Cambió los canales desganado, chistando por la fecha y por lo trágico de su relación.

—¿Nada aún? —preguntó su madre saliendo de la cocina.

—Nop...

—Ah, vamos, ¡no te desanimes! Apenas y está atardeciendo, tal vez venga a visitarte.

—No. No lo creo, es Kakarotto de quien hablamos.

—¿Cuántas veces ya van?

—Cinco, descontando el día en el que olvidó su propio cumpleaños.

Suspiró la mujer acercándose a abrazar a la "Julieta esperando por su Romeo".

—Oh, tén le paciencia. Ese chico es lo más adorable que pueda existir, confío en su responsabilidad como pareja.

—Uff. Háblale de tareas o recordar algo, lo arruina casi siempre.

—Ese "casi" significa que lo quieres y lo esperas. —Un beso en la mejilla—. Anda, ayúdame a ordenar el ático y luego, si quieres, vemos una película. Será la que tú elijas.

Se rindió en el sofá. Octavo mes de relación y el tonto de Kakarotto seguía olvidando la importancia del veintidós de cada mes.

Su madre y él estuvieron muy pendientes de los teléfonos en casa, pero ni una sola llamada y mucho menos mensajes.
Allí recostado le sonrió a su madre, después de todo ella se había entusiasmado tanto como él.
Con decir que lo ayudó a escoger el regalo para esa ocasión, teniendo la esperanza de que fuera algo especial.

Seis y cuarenta y tres de la tarde. ¿Qué podía esperar a esas horas?

Okey. Mal sería decir que no habló con él en todo el día; le envió un mensaje de "Buenos días", con el corazón bombeando a mil a la espera de que lo saludara. Pero no hubo festejo. Él respondió lo mismo y luego le avisó que saldría de compras, sólo eso.

Lo maldecía por inútil; sin embargo, conservaba el último chance para entregarle su presente de ese mes.

Sonrió. Tal vez debía rendirse e ir él mismo a su casa, a ver si tramaba algo o si a su cerebro no le quedó grabado el dichoso número veintidós.

—¿Vegeta? —llamó el pequeño de la familia— ¿No vas a salir?

—No.

—Mamá dijo que saldrías con Goku.

🗝- 30 días de OTP |KakaVege|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora