Parte 1: UNA TARDE COMO CUALQUIER OTRA (sin editar)

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Transcurría 1985 en el sur de la Patagonia argentina cuando un adolecente de apenas 16 años se subía a un colectivo que lo llevaría a ver a su abuelo. El joven de cabello castaño era inconfundible, medía un metro ochenta y dos y como buen segunda línea de un equipo de rugby tenia una espalda como un ropero, al ser pleno invierno iba vestido con unos jeans, botas altas, una camisa de estilo leñador, una chaqueta de cuero y un gorro de lana que le había tejido su abuela materna.

El muchacho se predispuso a estar sentado en el colectivo las tres horas que tomaba llegar hasta el campo de su abuelo, lo que conllevo a que enganchara su walkman a su cinturón, pusiera el disco ¨Done Whit Mirrors¨ de Aerosmith, reclinara un poco su asiento poniendo su mochila como almohada y cierre los ojos tratando de consolidar el sueño.

Luego de las tres horas de viaje el chofer quien ya conocía a nuestro personaje se levanto del asiento y se acerco a el asiento de este y le dijo...

-eh... Mateo, levantate que ya llegamos- Dijo mientras posaba su mano en el hombro del chico y los sacudiera paraqué se despierte.

-mmm... dejame dormir un rato mas- dijo el adolecente mientras se acurrucaba en el asiento y se acomodaba para seguir con su sueño.

-Dale Mateo, que hay gente esperando para seguir el viaje- Dijo el chofer.

Mateo abrió los ojos, se levanto de su asiento acomodándose la ropa y refregándose los ojos.

-No tienes ni idea de lo que necesitaba esa siesta- Le dijo al chofer mientras agarraba su bolso que estaba en debajo de su asiento y se ponía su mochila.

-Ni me imagino, para que te duermas en este cacharro que no deja de hacer ruidos y de moverse para todos lados, supongo que abras estado muerto-

-Cuídate Raúl- Dijo Mateo mientras le daba la mano al chofer que siempre lo llevaba hasta el pueblo de su abuelo cada año.

-Suerte, y dale un saludo de mi parte a tu abuelo- respondió con una sonrisa en la cara mientras cerraba la muerta del bus y saludaba con la otra mano-

-Bueno, ahora a caminar- Pensó Mateo mientras agarraba el bolso que había dejado en suelo mientras saludaba a Raúl.

Rápido y con paso firme empezó a caminar por un largo camino de tierra sin nada a los lados más que un alambrado de púas, siembras de trigo y algún que otro pajarito que paraba a posarse en el alambrado para así comer el trigo.

Después de 15 minutos de caminata Mateo logro ver la casa de su querido abuelo. Esa casa era lo más linda y tranquila que alguien se podía imaginar, construida hace 60 años el abuelo la fue remodelando, al comienzo solo era una cabaña con una cama y una chimenea donde cocinaban lo que cazaban, pero de apoco el abuelo le agrego un segundo piso, un baño, el ático, se encargo de crear un jardín muy grande y al nacer yo reformo el ático convirtiéndolo en una pieza para cuando yo quisiera venir a visitarlo.

Mientras yo me acercaba a la casa, un hombre con canas, un tanto descuidado y anciano se acerco a la tranquera de roble blanca que se encontraba el final de aquel camino de tierra. Ese hombre era Philip mi abuelo. Y si, el joven de la historia soy yo, solamente que ya no soy tan joven, lo recuerdo como si fuera ayer... mi abuelo estaba vestido con su bombacha de campo verde una camisa de leñador igual que la mía, un chaleco de lana marrón, unas alpargatas y una boina roja.

Mientras más me acercaba hasta aquel anciano nuestras sonrisas se hacían cada vez más grandes y mis pasos más apresurados.

Cuando quedaban unos escasos 5 metros le dije.

El Pasado Hecho PresenteWhere stories live. Discover now