(6) El BOSQUE DE LAS TORTURAS 1

63 3 0
                                    

A quien que se haya topado con este escrito espero no se sofoque como yo por la mórbida contemplación de la maldad.

En los años transcurridos en un periodo de aproximadamente dos largos siglos se ha dicho mucha peste y se han divagado mitos escabrosos al rededor de la imagen de El Bosque de la Calavera, ubicado en una región remota del extenso México, no me apetece nombrar cual pero admito, hasta la fecha, recidir en susodicha.
Propiamente ante mi opinión, me atrevo a afirmar de manera obstinada la cruda veracidad tan dañina, tan turbia, tan macabra y el máximo de la calamidad del terror más horroso y espeluznante marcada en el espantoso asunto.

Sí, ya dije obstinado y efectivamente, tal es el adjetivo calificativo que debo llevarme por cerrarme a la posibilidad de hayar una respuesta vista desde un punto de vista más, por así decirlo, racional, de tipo analítico y más sin embargo, lo relatado no es resultado de mi desgastada sanidad mental, si no más bien, sucesos causados por la mano ensangrentada de alguien con una mente mil y un veces más enfermiza que la que yo poseo, suficiente para que Judas en el infierno dibuje una sonrisa igual de terrible al conocer la auténtica maldad de esa cosa que me ha atormentado tantas noches. Sí, una mente tan morbosa e implacable, una perversidad de proporciones tan amplias como la propia imaginación humana se atreva a concebir, lo cual por supuesto rebasa mi locura y percepción falta de sencillez así como de simple lógica y cordura de las que solemos interpretar como raíz de nuestro razonamiento.

Deseo ofrecer mis sinceras disculpas por confundir a quien sostiene estas hojas con intenciones de comprender su contenido sin dar mayor importancia a las diversas razones de la existencia del mismo. Se preguntarán entonces, ¿De qué Demonios se supone que habla este tipo? Tranquilo, me encuentro consciente de no estar en el uso pleno de lo que al menos supuestamente tendrían que denotar mis facultades mentales.

D hecho, dista demasiado del entendimiento puesto en el ser humano promedio pero de cualquier manera para evitar fastidiar más al lector me propuse a brindar una explicación satisfactoria para disipar sus dudas; simplemente considero que nacimeinto, vida, procesos naturales y sociales de la misma, muerte y dolor son una misma asquerosa bola negra de putrefacción abominable.

Eso hace experimentar un horror extremo en cada respiro, cada parpadeo y destello de cada paso dado. El trastorno psicológico que reduce mi calidad de vida al color del fuego avivado de manera constante ha llegado a convertirse en algo de lo que doy crédito de estar acostumbrado hasta el punto de que podemos considerarle un estado de ánimo o quinto temperamento posible que ha quedado tatuado y avezado a mi persona. Traumas malignos no solo por causa del demonio del bosque sino que, de hecho ya presentaba psicopatía desde mi infancia.

 HISTORIAS DE TERROR de EDUARDO09, 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora