Sorpresa

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Verlo triunfar en aquello que amaba, que respuesta más llamativa pensó el castaño cuando las escucho. La realidad ni él mismo sabía que quería de su vida, siempre se dejó llevar por los acontecimientos a su alrededor ¿El tenis? Solo se le presento ¿Vivir con Tezuka en Alemania? Solo paso sin el premeditarlo ¿Tener un hijo? Ni siquiera lo planificó. Para ser sincero en ese aspecto de su vida, el jamás se impuso grandes metas, era como si se dejara llevar por el viento hasta donde este lo dejara, siendo sus únicos pasatiempos la jardinería e investigación de cactus, y un cierto amor hacia la fotografía de paisajes.

Tezuka sintió como poco a poco el castaño se perdía en sus pensamientos, quizás necesitaba pensar en aquello, ponerse metas. Lo abrazo por la cintura llevándolo hacia sí, cuando se quiso dar cuenta comenzó a besarlo dulcemente, en un intento de aclarar sus ideas.

Eso le encantaba al genio, cuando en espontáneamente el ex capitán comenzaba el juego, a veces solo intentaba como una manera de confortarlo, como cuando Kunihiro era más chico y no lo dejaba dormir tranquilo por lo que estaba literalmente volviéndose loco por el estrés. Y en eso vio al infante, estaba dormido profundamente en la cama, justo al lado de ambos, mientras las manos del de lentes comenzaban a explorar la piel ajena buscando quitar las prendas a su alcance

— Mitsu, Kunihiro está aquí.

— Déjalo dormir entonces.

— Es un poco irresponsable que papá y mamá tengan intimidad cuando su hijito duerme a un lado — sonrió mirando al infante.

— No es algo que no hubiéramos hecho antes.

— Siempre hay dos camas en las habitaciones de hotel.

— ¿Cuándo ha dormido solo? — Pregunto mirando al niño.­ — Siempre duerme conmigo por más que tenga un partido importante al día siguiente o necesite dormir porque tuve un partido difícil.

— Lo tenemos muy mimado ­ — sonrió en burla.

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La luz de la luna alumbraba el firmamento del cielo invernal, con el cielo despejado. Las luces de los locales estaban encendidas al igual que los juegos e iluminación de navidad en cada parque o sitio turístico. Era media noche, un horario poco común para ver gente en las calles, pero en un parque estaban reunidos un grupo bastante grande de hombres de entre 22 a 24 años, todos con paquetes en sus manos, algunos demasiado grandes para caber entre sus brazos y otros bastante pequeños como para que cupieran en sus manos.

— Están todos — exclamó el líder del grupo mirándolos detenidamente uno a uno, muchos no habían cambiado nada desde la última vez que los vio.

— Duke es el único que falta, está en Francia, pide lo disculpen — exclamó el más bajo de todos los de lentes— Ahí vienen Ochi y Mori.

— Oigan chicos ¡Cuánto tiempo! — exclamó sonriendo animado el más bajo de los recién llegados.

— No cambias más Mori.

— Sigues igual de criticón Kimijima.

— Bien — interrumpió el jefe. — Kimijima ¿Has hecho el plan?

— Si, negocie con Oishi la dirección de los Tezuka, también tengo una imagen satelital de la casa, y otras que conseguí. La residencia Tezuka es una casa de dos pisos que ha pertenecido a la familia Tezuka al menos desde hace ocho generaciones, cuenta con un mínimo de cuatro o cinco habitaciones en el segundo piso y la planta baja tiene la sala, la entrada, cocina, cuarto de lavado, un jardín ornamental con estanque incluido y un cuarto de Tatami para la ceremonia del té. Y probablemente también un cuarto para la práctica de Judo, aunque no esta confirmado.

El Regreso a CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora