El Regreso a Casa

Nuevos y viejos amigos

Despertó temprano en la mañana, pensó en salir a correr pero se auto detuvo al sentir un par de brazos que pasaban por su pecho descubierto, entreabrió los ojos y con su mano libre busco sus lentes en su mesita de noche, con ellos vio con gran nitidez al castaño sonriéndole mientras dormía, abrazándolo de manera dulce y quizás hasta compulsiva, ambos tenían el torso al descubierto y era muy evidente que la noche anterior no necesitaron usar sus pijamas para dormir. Imposibilitado de moverse vio de reojo la cuna frente a la cama, el nuevo mueble de color blanco, ahora que ocupaba toda la pared hasta antes de llegar a la puerta, la pelota de tenis no estaba y en su lugar el pequeño infante dormía apacible.

— Fue una buena compra — susurro para luego buscar su cuaderno de anotaciones y comenzar a escribir nuevamente.

— ¿Cuál es el plan hoy capitán? — lo interrumpió el castaño.

— Buenos días Suke, perdona si te desperté— exclamo sorprendido, lo pensaba aun dormido y que quizás su movimiento vespertino lo había interrumpido de su descanso, muy necesario.

— Buenos días, llevo despierto bastante rato, solo admiraba el paisaje.

— ¿Qué tal la vista?

— Ho, Tezuka Kunimitsu se despertó vanidoso hoy.

— Debo admitir, que desde mi panorámica, vislumbro una imagen magnifica, no tengo idea que se ve desde tus ojos. — acoto sonriendo.

— Me harás sonrojar, estas muy contento, volver a casa te relaja mucho.

— Por ello regreso cada vez que me es posible, me es agradable no pensar en mis compromisos laborales.

— ¿Y en que tanto escribes? Está en alemán otra vez.

— Me ha dejado pensando lo que me dijo Oishi la semana pasada, cuando lo fuimos a visitar. — respondió intentando desviar el tema, realmente no era exactamente sobre eso lo que había escrito, pero conocía a Fuji perfectamente y si le decía la verdad, la reacción del castaño no seria agradable.

— ¿Qué te dijo? — pregunto intrigado, le llamaba la atención aquello, era la segunda vez que Tezuka le estaba ocultando algo y para ello escribía en su anotador en Alemán, la primera no le preocupo, era algo que tarde o temprano se daría y quizás le daba vergüenza al de lentes admitir la preocupación por su primogénito pero ya era la segunda vez, dos veces ya era mucho.

— Ambos optaron que Kikumaru y Sumiko se queden en Japón en tanto Oishi termina sus estudios en medicina y Eiji regresara a estudiar en la universidad, no pude evitar pensar en nuestra situación, parecida hasta en cierto punto.

— ¿Y por eso escribes en tu anotador esa preocupación? Podías decírmelo.

— Lo siento mucho, Suke — se disculpó cerrando el anotador, pero eso no calmo los ímpetus del castaño.

— Mitsu, si algo te preocupa, te molesta o lo que fuere, dímelo, yo te escuchare, te apoyare, no me lo ocultes.

— Lo siento, a veces creo que no debo hacerte cargar sobre mis preocupaciones...

— Todo aquello que te preocupe y me involucre a mí, a Kunihiro o tenga que ver sobre nosotros tres, me concierne, no me ocultes nada, podemos hablarlo y solucionarlo, así debe ser, como familia que somos.

Desde que se conocían ninguno tenía secretos con el otro, ambos eran confidentes, ambos se confiaban desde sus anécdotas de la niñez hasta sus más íntimos secretos, jamás se habían ocultado nada. Al comenzar su relación como pareja esto nunca cambio, siempre que algo preocupaba al otro lo comunicaba, la palabra secreto era algo así como desconocida en su relación, ya que habían comprendido desde jóvenes que la base de todo es el dialogo, desde la amistad más sólida hasta el noviazgo más apasionado. Pero en la última semana algo había cambiado.