—Estás a punto de cumplir un año aquí. —recordó el joven, mientras arreglaba su sucia gabardina—Y aun así, realmente prefieres estar en este lugar... Félix, si tan solo me dejaras ayudarte. Podrías volver, podríamos estar juntos y fingir que esto nunca pasó, te extrañamos tanto. —finalizó, sujetándole otro lado de esa vieja prenda rosa.
—Ya te dije que todo está bien, no tengo necesidad de volver a Bielorrusia... Escúchame: estoy feliz de que hayas logrado rastrear me, y de que vengas a visitarme y traerme cosas; pero me siento más a gusto en este pueblo que allá, las personas de Prípiat son buenas e incluso... Creo que tengo los ojos en alguien de aquí. —refutó calmado, alejándose lentamente hacia los arbustos verdosos de la zona restringida.
—Podrías fingir que extrañas a tu familia, ¡Vamos Félix, tú y yo sabemos muy bien que esto no acabará bien! —regañó frunciendo el ceño y cerrando los puños con coraje—¡Déjame salvarte!
—No necesito que me salves de nada. Si me voy, ellos se quedaran solos, deja de pensar sólo en ti. —exclamó el más alto—Soy la única razón por la que algunos de ellos sonríen, ¿Por qué quisiera regresar a donde el mundo me odia? A diferencia de ellos, tuve familia y una vida normal, una infancia genial y una madre tan buena... Pero ahora... —se dio la vuelta para mirar a su antiguo compañero—Ellos son unos buenos amigos, casi familia; encontré una razón para calzar con ellos, no siento rencor por toda esa gente que me trato mal como para no volver, lo sabes... Pero realmente soy tan feliz en este pueblucho. —afirmó, con una mirada llena de sentimientos.
Observó como su viejo amigo se iba furibundo del sendero verde, haciéndole suspirar tristemente a él por la actitud de éste, no lo culpaba. Para nada. Después de todo, ese chico lo había buscado tantas veces y él siempre rechazándolo, advirtiéndole y alejándolo. Y a pesar de sus peleas, sabía que él volvería. Porque se preocupaba bastante por su persona.
Miró a su mano antes de llevarla a su descubierto pecho, donde sentía un vacíouy extraño, que le calaba los huesos y el alma.
—Demonios contigo, Fede... —susurró cerrando su mano en un puño y golpeando un árbol, dejándole un gran agujero que ocasionaría con una pequeña brisa la caída de éste.
-_-_-
Mientras caminaba de vuelta a su casa, se encontró a los siameses "hablar", parecían nerviosos, gritaba uno y de repente la otra personalidad tomaba el control con palabras suaves intentando calmar la situación por la que su igual sufría. Era algo tan normal de ver allí, ya no le asustaba tanto como antes. Félix se sentía algo experimentado ahora, por el tiempo que tenía ya.
Mucho de los habitantes lo querían por sus obras y ayudas. Y, aunque no había sido capaz de formar algún lazo con Golden, se había enterado de cómo se guiaba la ciudad en ruinas:
Se dividía en dos ejes, el de Golden y el de Mai, aunque al final todos los de un eje eran libres de ver a los del otros y convivir. Pero cada lado tenía leyes, y a él le había costado tanto aprenderlas al pie de la letra como todos lo sabían.
Por otro lado, ignorando la política de la utopía, se había hecho amigo de Springtrap, daba miedo, eso sí. Pero por dentro el chico era tan genial, tan amable y sencillo que cada que le hablaba o cantaba a él le daban unas ganas enormes de llorar y abrazarlo por lo sentimental que era; además de que tenía un perrito muy lindo que le acompañaba (del cual ninguno de los dos sabía cómo llegó a parar allí).
Pero, oh, siendo amigos o no el rubio no dudaría en matarlo, eso se lo había advertido hacía casi cuatro meses, y cuando lo comentó tan serenamente había ocasionado que el pelirosa sudara frío hasta empaparse.
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AISLAMIENTO
Romance"Situación de soledad o falta de comunicación o relación con los demás." ... El pequeño niño de cabellos rosas miraba desde la ventanilla a los autos pasar a gran velocidad hacia las ciudades más alejadas posibles, a la gente con máscaras entrando a...