Me quedé quieta, escuchando los ruidos de la casa y supuse que todo estaría más en calma. Abrí la puerta de mi habitación y me topé con mi hermano mirándome desde su habitación. Los contras de tener a tu hermano enfrente, por algún motivo me sentí culpable y sólo agaché la mirada cuando me encontré con sus ojos. Sus ojos eran azules, como los de mamá, los míos eran color caramelo. Desde pequeña yo había deseado tener el color de sus ojos, pero él me decía que los míos eran especiales. Dylan siempre tenía esa capacidad de tranquilizarme. Él era, más o menos, mi figura paterna.
Bajé por las escaleras y mi mamá estaba en la sala, leyendo el periódico como todas las tardes. Tomé un largo suspiro.
- Iré con Cassie a la universidad... A la biblioteca, tenemos que recoger unos libros – le dije, ella arqueó una ceja y temí lo peor.
- ¿Volverás temprano? –
- Depende de si el club cierra temprano – pensé para mis adentros, pero asentí.
- Sí, mamá... Volveré temprano – respondí con una sonrisa inocente, ella sonrió. Aunque sabía que aún estaba dolida por lo del almuerzo. Cualquier madre lo estaría.
- Quiero que hagan las pases – me pidió. Cerré los ojos y sólo me encogí de hombros. No podía prometerle nada. Dylan me exasperaba ahora y no perdonaría lo que hizo. Jamás lo haría.
- Vamos a ver qué pasa, mamá – le respondí para que me dejara en paz y para que estuviera algo tranquila. Tampoco pensaba estar en guerra con Dylan toda mi vida, pero mientras, lo estaría. Hasta que se disculpara, por lo menos.
Oí la bocina de Cassie y besé a mi madre en la frente, deseosa de poder ir a la biblioteca y directamente a ensayar. Oí que alguien se acercaba por la barandilla de las escaleras, alcé mi vista y Dylan me observaba seriamente. Se dio la vuelta y volvió a su habitación. Parecía realmente dolido.
Salí de mi casa con una sensación de opresión en el pecho, pero la luminosa sonrisa de mi amiga Cassie me devolvió las energías. Dylan quedó en el pasado.
- Tienes una cara de espanto – me dijo apenas me vio y sonreí. Ella era así. Si me veía mal, trataba de decírmelo y si me veía bien, me alentaba a que siguiera así... Decidí no contarle que Dylan volvió.
- Es por la limpieza de hoy – suspiré, haciendo un ademán de cansancio y ella soltó una risotada asintiendo con la cabeza:
- Lo sospeche... Por eso desactive mi chat para ti, esperaba un mensaje de ayuda o algo así –
- Eres una zorra – la acusé y ella me sacó la lengua.
Fuimos directamente a la universidad y nos pusimos a leer varios libros que teníamos pendientes para una dura prueba de neurología que se avecinaba. Me resultaba fácil la psicología, pero había materias, como esa, que me sacaban canas verdes.
Se hicieron las ocho de la noche y ambas fuimos casi echadas por la bibliotecaria. Aquel día no teníamos clases pero sí podíamos ir a la biblioteca a leer o ponernos al día con las tareas que tuviéramos pero como en toda biblioteca, había horarios que cumplir.
Al salir, Cassie me guiñó un ojo y subimos a su auto nuevamente, era hora de ir al club.
Al llegar, entrar y tomar unos tragos, fuimos a una especie de camarín que yo tenía y nos pusimos más cómodas.
- Recuerda, una hora y te vas... Luna debe ir después de ti – me dijo con cara seria. Y es que su papá era bastante estricto con el tema de los horarios y estaba haciendo demasiado sacrificio para que yo pudiera practicar allí, gratis y sin ningún tipo de molestias.
Me cambié de ropa y me puse unos shorts cortos, un corset algo sexy y un antifaz, todos de color negro. Largué una bocanada de aire y me dirigí al club nuevamente. Cassie me deseo suerte en mi práctica.
Al salir, me encontré con varios clientes disfrutando del baile de las demás bailarinas. Les tenía un poco de envidia, ya que yo era un miserable principiante, pero, según muchos chicos, una principiante que sabía lo esencial.
El baile del tubo o el baile del caño, que era lo mismo, era mi pasión. Siempre fue mi sueño aprender y bailarlo, pero mi madre me lo prohibió siempre, hasta que encontré la manera de engañarla y Cassie me dio la oportunidad de bailar en su club y su padre me aseguró que no me pasaría nada. Nadie me tocaría, nadie me haría nada, sino... Morirían a manos de los guardias. Sólo iba a ese club a practicar.
¿Por qué no iba cuando no había gente? A Cassie no se le permitía abrir el club sin permiso de su padre, ya que una vez hizo una fiesta y olvidó de cerrar el club y fueron víctimas de un robo. Desde ese día, su padre, quien vuelve de otro trabajo sólo a la noche, es el encargado de abrir y cerrar el club y le tiene prohibida la entrada a otro ser humano que no sea él, su hija o yo... Y él al solamente abrir a la noche, me da esa única oportunidad para practicar y yo la aprovechó. Llevó 6 meses practicando aquí y varios guardias tuvieron que echar a los golpes a varios chicos por querer propasarse conmigo, pero nada que no se pueda solucionar. Me sentía segura. Me sentía segura de poder desenvolverme al realizar mi sueño.
Ni mi mamá y ahora, ni mi hermano podían saber aquello. Ambos me matarían.
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El capítulo es corto pero el siguiente viene mañana. Le hago unos ajustes. Muchísimas gracias por los favoritos y los comentarios. Y más aún, por las lecturas.
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Eloise
Teen FictionEl sueño de Eloise es bailar en el caño pero su madre se lo prohíbe terminantemente por ser un baile para 'prostitutas' o 'chicas regaladas' según lo cataloga ella. Un día, su hermano mayor Dylan, aparece en su casa luego de años y por su falta de...