c u a t r o

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acuérdense que Belén no puede narrar cosas subidas de tono ni dar detalles de eso porque le está contando la historia a una nena.

—No me gusta el chocolate blanco —Ecko me miraba confundido.

—¿No? ¡¿De dónde venís, de Jupiter?!

—Quizás. Es que lo noto muy empalagoso.

Paso más o menos un mes desde lo del armario. Ignacio y yo no salíamos ni nada, pero una pequeña chispita se prendió amenazando con prender una llamarada por completo.

Nos veíamos seguido, nos besabamos y pasábamos tiempo juntos sin necesidad de hacer algo atrevido.

Disfrutaba tanto su compañía. Todo su ser era hermoso.

—Como vos.

—¿Yo empalagosa? Perdón, no soy yo la que te anda dando besos cada dos segundos.

—Es que sos hermosa y no puedo no ser así —un beso—. Si no queres que sea así decimelo.

—¿Me estas cargando? Me encantas así —ahora yo le di un beso.

—Lo mejor del beso fue el sabor a chocolate que tenías en la boca. Sentí placer con eso —reí y lo calle de otro beso—. Después yo soy el empalagoso.

—Ay callate queres —le mordi el labio y camine hasta el baño para bañarme.

Hoy era el casamiento de la mamá de Wos, o sea mi tía, así que manos a la obra.


perdoname » ecko.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora