EL DULCE SABOR DE LA VICTORIA

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Magnus y Zhou fueron a reclamar su premio, Goile y los chicos de industriales se encontraban en la furgoneta comprobando los daños en los equipos y en Liao.

Goile estaba hablando con el hombre chino de la americana, el cual ahora estaba claro que era su patrocinador. Al parecer no estaba muy contento, normal, su precioso robot había sido destruido por una pandilla de remilgados con aires de grandeza, pero eso no era todo, esos remilgados habían perdido también mucha energía.

- Bien jugado chicos – dijo Zhou al entrar en la furgoneta – parece que se os han colgado los equipos. – el vehículo olía a aceite de motor i a chamuscado.

- Chicos, se os está quemando esa cpu – Magnus señaló uno de los portátiles en la parte delantera de la furgoneta, los dos chicos que estaban mas cerca intentaron apagar las llamas sin mucho éxito y acabaron lanzando el ordenador por la ventana, el cual aterrizó al lado de los restos de Liao.

- Venimos a por lo que es nuestro – dijo finalmente Zhou con un poco de vergüenza – recordad, el doble de lo acordado la semana pasada – fuera de la furgoneta se escuchaba a Goile y el el hombre trajeado que parecía sacado de los hombres de negro discutiendo en mandarín.

- Zhou, no quiero ser alarmista pero fuera, está habiendo una bronca – susurro Magnus, su mandarín estaba un poco oxidado desde la ESO pero aun así entendía parte de la discusión – al parecer ese robot era una pieza única i tu i yo la hemos destrozado con unos discos voladores, si tuviera que apostar diría que vamos a tener problemas como no cojamos el dinero y nos marchemos rápido.

Los chicos de dentro de la furgoneta les dieron una bolsa de deporte llena de baterías de litio cargadas a cien por cien, unos 1200 amperios. Con eso podrían alimentar la nave durante medio mes si organizaban bien sus provisiones. Al salir del vehículo Magnus pudo ver como el patrocinador, gritaba por teléfono mientras Goile buscaba una salida en medio de toda la multitud.

Después de subir a la tribuna de los miembros de la liga i recibir su anticipo en metálico por prestar la nave, Zhou decidió dejar las llaves del gran almacén a uno de los responsables de confianza para que cerrara el garito cuando todo el mundo se fuese. Parte de los beneficios de esa noche serían muy útiles para reparar a DIANA la cual había quedado reducida a un montón de escombros i unos discos sueltos que después de revisar los conectores aún seguían operativos. Ambos ya habían hecho suficiente por aquella noche así que al salir de la nave cruzaron un par de calles hasta su restaurante favorito " la cabeza del androide" un bar oriental dirigido por un ciborg nortcoreando que había escapado de la guerra del atlántico a finales del 2085.

El restaurante olía a fideos en salsa y sake, los dos eran conscientes de que Yang el ciborg sabría lo de su victoria, lo que en otras palabras quería decir, fiesta. No era habitual celebrar muchas cosas en el barrio del antiguo eixample, la mitad de la población eran exoadictos o bien trabajadores de los suburbios, por eso, i por los tiempos que corrían no estaba de más celebrar algo de vez en cuando.

Cuando Yang les vio entrar, encendió todas las luces del local, lo que hasta hacia los momentos había sido una mera barra con tres candelabros mal iluminados, ahora era el típico restaurante oriental con mesas bajas, paredes de papel bordado y al fondo un gran karaoke. Incluso la parte trasera de la barra estaba iluminada en tonos dorados que realzaban las copas y los surtidores de cerveza que solían usar los parroquianos habituales.

- Aquí están mis chicos favoritos, don listillo y don manitas, leche y cacao, Epi y Blas- Yang aparte de ser un ciborg era un tanto racista con todo aquel que no fuera coreano y le gustaba hacer referencia a series antiguas que ni tan solo él conocía.

- Buenas montón de tuercas – dijo Zhou riendo – necesitas software nuevo? Te estas quedando sin motes que ponernos – Magnus i Zhou se sentaron en la barra aparados de un grupo de borrachos que dormían la mona sobre la oscura madera de nogal.

- Hablando de poner...que os sirvo chicos? Lo de siempre? – Yang se movió por el mostrador mientras preparaba una especie de cóctel humeante.

- Si, hoy venimos a celebrar hemos ganado un montón de energía y mañana recibiremos el dinero por el alquiler del local – respondió Zhou mientras esperaba su copa.

Yang acabó de servir las copas y miró pensativo por la ventana trasera de la barra, había empezado a llover y la humedad se camuflaba por las calles oscuras bañadas por el neón de los locales cercanos. Entre los suburbios, formas oscilantes se movían por los rincones. Pero algo destacaba bajo la lluvia, unas luces rojas llenaron de vapor los cristales traseros del bar.

- Chicos...por casualidad no os habrá seguido alguien no? – pregunto Yang saliendo de la barra, no tenía piernas sino tres ruedas enganchadas a su torso.

- No creo, todo el mundo seguía dentro cuando nos hemos marchado – dijo Magnus acabando su bebida.

Fuera se oyó un chasquido y las rendijas del local se iluminaron de un color anaranjado seguidas por un grito desgarrador, una voz retumbaba con ecos metálicos fuera.

- Debéis marcharos...- Yang sacó un rifle recortado de debajo de la barra mientras Magnus y Zhou seguían aun atónitos – Es que no me habéis oído cabezas de chorlito! Vamos! Fuera!

Ambos salieron corriendo por la puerta trasera la cual chirrió al abrir-se, fuera la humedad era más intensa de lo normal, la lluvia caía con la fuerza de un vendaval sobre sus cabezas mientras corrían sin ningún rumbo. No sabían de que estaban huyendo ni porque, solo tenían claro que debían seguir corriendo.

En la lejanía se oyó el estruendo de un disparo seguido por otro fogonazo naranja. Sin duda venia del bar de Yang.

- Magnus! Tenemos que volver! No podemos dejar a Yang solo! – gritó Zhou entre el ensordecedor ruido de la lluvia. Tenían los pies mojados y fríos.

- Se puede saber que está pasando? Que era ese grito? I porque Yang ha sacado una escopeta?

- Tenemos que volver, me has odio tenemos que volver! – entonces a Magnus le vino una visión a la cabeza, aquel hombre de rasgos asiáticos, el hombre trajeado del combate, como podía alguien permitir-se un robot tan caro...a no ser que fuese algún lacayo de...

- Rápido corre debemos volver a la nave industrial! – Magnus cogió del brazo a Zhou i volvieron sobre sus pasos para llegar al local la lluvia caía con más fuerza mientras exhalaban el vaho en el viento.

Otro disparo se oyó ahora más cerca, en un callejón cercano esta vez no eran ellos los que corrían a toda prisa sino el hombre trajeado, que dejaba a su paso un cadáver. Magnus y Zhou se acercaron temerosos a la víctima, un chico joven con una camiseta obscena, era Goile.

- Chicos...bien jugado, pero os habéis metido en un problema... - Goile escupió sangre al suelo, donde se diluyo rápidamente con la lluvia – saben dónde vivís, saben dónde estaréis mañana...lo saben todo. Ellos controlan más de lo que creéis, nunca debimos hacer ese pacto...

Acto seguido, Goile cerro por última vez los ojos y su cuerpo magullado por los golpes exhaló un último aliento el cual se llevó el viento. Tras ellos estaba el local, nadie parecía haber-se percatado de lo sucedido y los pocos que se hubieran dado cuenta ya estaban muy lejos de la fiesta. Ambos se levantaron del suelo y al igual que el hombre trajeado se marcharon dejando el cadáver a un lado de la calle y corrieron de nuevo lejos, no eran tontos sabían lo que estaba pasando. Unas sirenas de policía se oyeron en las calles colindantes y justo después pasó un dron armado de la patrulla civil, el hombre trajeado no buscaba a Goile, ni lo que fuese que soltaba la luz naranja buscaba a Yang, les buscaban a ellos y estaba claro que sus enemigos ya tenían un plan trazado.

ANDROMEDA (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora