[EN EDICIÓN]
Un extraño estupefaciente aparece cerca de las afueras de Rusia, triple veces más potente que la heroína. Y las consecuencias que sufren los consumidores son devastadoras. Una dolorosa y violenta agonía.
En menos de veinticuatro horas...
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Luego de un largo viaje me encontraba bajando del gran pájaro con alas de metal hacia el pueblo natal de mi padre.
Ya sobre el suelo de mi destino, Caminaba mirando por todos lados, había ido en algunas ocasiones pero no lo recordaba, para nada, ya que era muy pequeña.
Fui consciente de llegó el turno de que registraran nuestras pertenencias. Entonce para matar el aburrimiento observé a cada uno de los presentes en el empaque. Obviamente no hubo nada interesante.
Salimos del aeropuerto cargando nuestras maletas. Llegamos a una autopista e íbamos a cruzar la carretera.
Aún con la mirada puesta en el camino vislumbré a lo lejos a un hombre de apariencia vagabunda que sostenía un cartel hecho de cartón con letras bastas y desaliñadas escritas con un plumon.
«"El fin se acerca, recuerde confesar sus pecados"»leí en mi mente.
Observé por el rabillo del ojo que aquel hombre me estaba observando. Un recorrido por mi espina dorsal hizo que tiritara y el mal presagio se apoderó de mi.
Cruzamos la calle y sentía la mirada de aquel hombre detrás de mi espalda. Sostenía tan fuerte el manubrio de mis maletas que hasta creí que por allí ya no circulaba sangre.
Por algún motivo, en lo más profundo de mi ser creía aquellas palabras, aquellas que estaban escritas en lo más profundo del destino de la humanidad.
«"El fin se acerca"»
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