El éxito en la vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas.
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Llevaba más de una hora despierta, pero aún permitía a mi cuerpo el placer de estar acostada en la cama, cuando el sonido del despertador resonó por la cabaña haciendo que “More than words” se oyera. Estire el brazo y lo apague, estaba súper cansada, había estado toda la noche corriendo en el bosque enseñando a los pequeños, tenía los músculos agarrotados, por no hablar del susto que nos dio Nick cuando intento saltar el acantilado, gracias que me di cuenta y logre agarrarlo en medio del salto.
Me levante de la cama y me metí en la ducha, el agua caliente sobre mi piel hacia que mis músculos se relajasen. Salí, me seque y me vestí, me puse unos vaqueros, una blusa azul eléctrica y mis botas marrones, hoy me tocaba enseñar a las ninfas a controlar su poder, para que no le hicieran daño a nadie, lo bueno es que Adam me ayudaría, Cogí el secador y cuando tuve el pelo completamente seco, me hice mi peculiar trenza y la solté junto al resto de mi pelo suelto.
Salí de la cabaña y el aire fresco me envolvió, el sonido de las espadas y el olor de las extrañas hierbas me decían que estaba en casa cada mañana, pase delante de unos niños que jugaban al rugby.
-Laura, ¿te quedas a jugar? -Un niño pequeñito de grandes ojos azules y pelo rubio se acercó a mí, era Guille
-No peque hoy estoy liada pero mañana jugamos ¿vale?- le revolví el pelo
-Te tomo la palabra.- Guille se alejó corriendo y siguió jugando. Alguien puso la mano sobre mi hombro y yo por instinto le di un codazo.
-¡¡Ay!!- esa voz me sonaba me di la vuelta y vi a Adam.
-Adam ¿estás bien?, lo siento es la costumbre. – Adam se encontraba encorvado, le había dado fuerte, lo agarre- Adam contesta. – Lo zarandeé
-Creo que me has roto una costilla.- Adam se empezó a reír.
-Mira que eres tonto, me asustaste,- Le di un empujón.
-Sí, pero soy tu tonto. – se acercó a mí y me beso, pase las manos alrededor de su cuello y me aferro más a él.
-Ejem ejem… - Adam y yo nos separamos la directora nos miraba enfadada intentando disimular la mirada divertida. – no deberían estar con las ninfas, tortolitos.
-Si directora lo sentimos ya vamos. – la directora siguió su camino y Adam volvió a besarme.
-No tenemos ni un momento a solas. Agarro mi mano y comenzamos a andar. Llegamos al invernadero y las ninfas correteaban por todos lados al vernos se sentaron en sus correspondientes sitios y esperaron nuestra indicaciones, mire a Adam, es alto, de piel blanquecina, ojos grises, sonrisa perfecta, pelo largo y negro, no largo más bien con flequillo y tiene un buen cuerpo es todo musculo ni un mínimo gramo de grasa, siempre viste de negro y siempre lleva sus botas militares, me encanta su forma de vestir y de ser, lo que es muy raro, siendo lo que somos, deberíamos repelernos, aunque en este sitio todos nosotros nos llevemos bien, nuestra relación no es “normal”.
Adam empezó a pasarles un hilo blanco a las ninfas.
-Muy bien señoritas cada una que se ponga delante de un maniquí.- Las ninfas se levantaron obedeciendo las órdenes y se pusieron delante de los maniquís.
-Lo que queremos que hagáis ahora es concentraros y sin llegar a tocar el hilo con la mano hagáis un traje. Las ventanas del invernadero están abiertas y aquí dentro hay flores, utilizarlas. – todas nos miraron y empezaron a trabajar puede que para algunas personas este ejercicio sea un tanto absurdo pero además de hacer los trajes más bonitos del mundo ayudan a las ninfas a concentrar todo su poder en una sola única cosa y poder llegar a controlarlo. Deje a Adam vigilando a las chicas y me acerque a la puerta pude ver que acababan de llegar dos cambiantes, acababan de llegar de su misión y por sus caras habían tenido éxito. Lo que hizo que me acordara que hace seis meses mis padres fueron reclutados para una misión de máxima seguridad y aún no habían vuelto, los echaba muchísimo de menos pero no podía ponerme triste todos confiaban en mí y necesitaban que les ayudase, así que mis problemas los dejaba un poco de lado, lo que muchas veces era mejor porque así ni siquiera pensaba en ello, pero a mis padres siempre los llevaba conmigo, tenía tan solo 17 años y aunque me faltara solo un año para la mayoría de edad aún necesitaba a mis padres pero a veces tenía la extraña sensación de que las cosas no iban bien cada vez que preguntaba por la misión de mis padres sobre la marcha me cambiaban de tema o me decían que no habían tenido ninguna noticia de ellos.
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Together (#1 Libro de la saga: Lo que se esconde entre las sombras).
JugendliteraturUn mundo que solo los humanos pueden soñar pero ninguno de ellos quiere ser el protagonista, donde las historias son reales, donde existe algo apartado de la humanidad, algo que decían que eran solo mitos, leyendas y poco más. Estas a punto de descu...