El único sonido que se escuchaba era el agua del grifo que, al haberse acumulado, se había llegado a desbordar, dejando todo el suelo empapado.
Se levantó confusa y llena de una extraña adrenalina, avanzó con temblorosos pasos a la taza del váter y se sentó.Quedándose unos minutos observando el reflejo de la ventana en el agua del suelo. ¿Que le había pasado? La reacción con la electricidad la tendría que haber matado casi al instante. Pero nada de eso sucedió, seguía viva y esa era su peor pesadilla.
Se incorporó temblorosa pensando en que hacer. Y decidió volverlo a intentar. Cerró el grifo, cogió el secador que se había roto por la reacción y salió de la habitación buscando algún otro objeto electrónico que fuera lo suficientemente pequeño para llevarlo al baño, y lo encontró.
Esta vez lo iba a intentar con una pequeña lámpara de noche que estaba en una de las estancias llenas de telarañas a las que nunca le gustaba entrar, pero esa situación lo valía. No lo pensó dos veces y entró sin observar primero ,que no estaba sola. Tenía los nervios a flor de piel y sus ojos clavados en la tintineante luz que la lámpara producía en el fondo del cuarto. Su única motivación para enfrentarse a uno de sus mayores miedos, y la única cosa por la que quería seguir estando viva era para coger el objeto que causaría su muerte.
En ese momento se detuvo. ¿Tenía realmente miedo?¿Estaba nerviosa? No lo sabía realmente, se notaba distinta desde que su intento de suicidio había fracasado. Se puso las manos en el pecho buscando el ritmo de sus latidos para tranquilizarse. Pero lo único que halló fue un profundo silencio. ¿Que le estaba pasando? Seguro que eran los nervios pensó y que fuera lo que fuera no la apartaría de su objetivo. Sé irguió y, por primera vez, paseó la mirada por la estancia. Las paredes estaban recubiertas por un papel estampado de flores muy coloridas y alegres. En su tiempo, debería de ser un dormitorio de niños, también había algunos peluches llenos de polvo encima de algunas sillas que rodeaban a una pequeña mesa en un lado apartado de la habitación. Otra vez se fijó en la lámpara que se hallaba en el escritorio, la luz de esta había cambiado de color. Ya no era una luz eléctrica, más bien un fuego pero aún así, no parecía natural.
Con paso seguro avanzó hasta ella y se detuvo a pocos metros de la mesa.
-¡Muestrate!- exclamó Emma con voz firme y segura. De repente la que al principio era una pequeña llama, aumentó de tamaño quemado la tela de la lámpara hasta consumir la por completo.
¿Que como se lo que pasó? Bueno, ella nunca estuvo sola ¿Recuerdas?
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Falsedad
ParanormalNo era la primera vez, ni mucho menos y era como tantas otras, sentada en la taza del baño con los pies encima de la taza, abrazados contra su pecho, sus ojos humedecidos como las otras horas del día. Pero ningún sonido salía de sus labios, tantos a...