Día uno en la nueva ciudad, o más bien pueblo, no sabría muy bien cómo definir este nuevo sitio en el que me ha tocado vivir, por suerte o por desgracia, la vida lo ha puesto en mi camino. También hay que decir, que mi padre trabaja mucho, y que, por tanto, cada dos por tres tenemos que estar cambiando de hogar. Si logro completar un año académico en el mismo instituto, es un milagro, la verdad. Creo que es una de las mayores desventajas de tener un padre investigador, pero, una ventaja a su vez, ya que no me arrepiento de haber vivido en todos los lugares que hemos concurrido. Sigo sin comprender el trabajo de mi padre. Sé que es investigador, y sé que es jefe de departamento, también sé que se encarga de una plantilla entera de personal, que, según él, "les pagan más de lo que deben por el poco trabajo que hacen", pero bueno, supongo que ser jefe de algo no es nada fácil. Normalmente, su plantilla y él se dedican a indagar sobre un tema en concreto durante un periodo de tiempo determinado, dependiendo del sitio al que les destinen. Antes de emprender el viaje les dicen el tópico sobre el que tratará la investigación y cuánto tiempo aproximado tienen para entregarlo, así enriquecen el catálogo al que se dedican durante ese periodo de tiempo. Debe de ser exhausto para ellos, pero también para nosotros. En especial, para mí. Con tanto cambio, podríamos decir que no he tenido un grupo de amigos establecido, ni una vida muy estable, y no hablemos de los conocimientos, porque cada instituto al que he ido seguía unos contenidos diferentes, y al final he tenido que adaptarme a mi manera, haciéndole mención de mi padre e investigando por mi cuenta para lograr alcanzar el nivel del curso al que pertenecía. Supongo que me gusta aprender por mi propia cuenta, culturizarme de alguna manera. Habíamos llegado a un nuevo destino, hace cuestión de dos días, un viernes por la tarde. Un sitio muy apagado y húmedo, me gustaba. Mi padre y su equipo debían investigar esta vez el efecto del clima en una especie de árbol concreto, o tal vez un hongo, no lo sabía, pero estaba relacionado con la botánica.

Nada más llegar, ayudé a mis padres a instalarnos, en cierta medida, ya que una mudanza no es cuestión de segundos, pero dejamos casi terminado el salón y la cocina. Nuestra nueva estancia no era muy grande, pero claro, acostumbrado a vivir en todo tipo de sitios, uno ya no sabe a qué criterio aferrarse para juzgar una vivienda. Una casa de dos pisos, con un breve recibidor, cocina a mano izquierda nada más entrar, americana, si cabe la apreciación, con un espacio al fondo en el que cabía perfectamente nuestro sofá y la televisión, el salón. Un aseo a mano derecha, ya que carecía de bañera o ducha, pero útil a su manera. Frente a la puerta, las escaleras que guiaban al piso de arriba, pero también una puerta a lo que parecía ser una pequeña despensa. Subiendo las escaleras, el número de puertas que contaba era cuatro. Una habitación, la de mis padres, bastante amplia para el tamaño general de la casa, mi habitación, la cuál contenía un pequeño banco para sentarse junto a la ventana, un gran detalle, ya que me encanta sentarme mirando a la lluvia, y creo que aquí no me cansaré de ello. Otra puerta que contenía un baño en condiciones, con una bañera bastante elegante, y la última, una especie de estudio que mi padre se había adaptado para proseguir con el trabajo en casa. Supongo que es una casa bastante asequible para una familia de tres personas.

Tengo la necesidad de terminar de instalarme en mi habitación. El desorden es algo que me altera por dentro, soy una persona sumamente ordenada, así que, ese mismo viernes, cuando terminamos la cocina y el salón, mis padres me dejaron marchar para seguir con mi habitación, por eso mismo, subí corriendo y me puse manos a la obra. Empecé con el enorme armario que hacía esquina, lo abrí, y me sorprendí al ver tan robusto mueble sin contenido alguno, así que, me las apañé para guardar toda mi ropa entre estanterías y perchas, aunque en algún que otro cajón. Tras una buena cantidad de tiempo con el armario, saqué a relucir mi gran cantidad de libros y de cómics y los coloqué en las estanterías que tenía colocadas encima del escritorio, sumando alguna que otra figura de super héroes que había conseguido en una gran conferencia de cómics. En cuanto a lo demás, no había mucho más trabajo que hacer, simplemente, limpiar la estancia. Las paredes eran de un gris que no sabría distinguir, pero que me cautivó desde el primer momento que entré, junto con el suelo de parqué, hacía una gran combinación para mi vista.

Ya era tarde cuando terminé de limpiar, y no quedaba mucho para la cena, así que me relajé un momento, y me senté en el banco situado bajo la ventana a contemplar la calle. Era una calle de un vecindario bastante concurrido, la verdad, así que tenía la impresión de que, en cuestión de días, los vecinos empezarían a presentarse y yo tendría que sacar a relucir mi mejor cara de "no sé quién eres, pero te tengo que sonreír por educación" que creo que tanto me caracteriza. Supongo que en cuestión de días también empezaré yo mi último año de instituto, mejor dicho, reanudaré, después de haber estado casi dos meses estudiando en otro centro, y haré mi reincorporación a mediados de noviembre, pero sin llegar a adentrarnos en su fin.

Entre tanto pensamiento, oigo la voz de mi madre desde el piso inferior de mi casa, anunciando que la cena estaría lista en cinco minutos, así que me digo, "Alexander, deja de fantasear, y ve a cenar, que sabes que te lo has ganado". 


¡Hola! 

Subiré capítulo aproximadamente cada 3 o 4 días. Espero que os vaya enganchando la historia, ya que tengo muchas ganas de este proyecto que tengo entre manos :D

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