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El día que YoonGi conoció a Hoseok fué, sin lugar a dudas, el momento más confuso de toda su vida.

A lo largo de su infancia y parte de su adolescencia había escuchado infinidades de historias sobre almas gemelas, lazos del destino y/o parejas predestinadas, sus padres desde temprana edad le advirtieron que solía ser algo sumamente complicado encontrar a tu otra mitad, que en el mundo existían millones y millones de lobos que perdían su vida entera buscandola, que en su gran mayoría los mismo muchas veces terminaban rindiéndose ante las escasas posibilidades de tener éxito, ya no solo porque el destino podía resultar ser tan contradictorio hasta el punto de emparejarte con alguien que vive a tan solo unos pocos metros de distancia o bien, con una persona que habita al otro lado del mundo y no habla siquiera tu mismo idioma, sino también, porque al ser alguien totalmente desconocido entraban en juego muchísimos otros factores que podían llegar a ser difíciles de sobrellevar a la hora de decidir una unión de por vida, como por ejemplo su salud, tanto física como mental, la existencia de antecedentes penales o el simple hecho de que se encontrara con vida.

YoonGi recordaba haber visto un programa/documental donde visualizaban la inmensa busqueda de un alfa por encontrar a su omega destinado, el hombre había pagado cantidades exageradas de dinero para dar con el paradero de la misma, finalmente la halló en un pueblo pobre de África, viajó por horas para lo que debería haber sido un precioso encuentro pero, contrario a ello, el final de aquél filme concluía en tragedia al enterarse el protagonista que había llegado demasiado tarde, que su otra mitad había fallecido debido a su alarmante situación de pobreza.

Ese día entendió que si bien la personas que encontraban a su alma gemela eran consideradas afortunadas, también existían casos como aquellos en los que, por más cruel que sonase, era preferible no reparar en la existencia de los mismo, no por nada si se tenía en cuenta que al segundo de olfatear el aroma de una pareja cada lobo se sentía automáticamente por instinto ligado de por vida a su alma, daba igual la situación individual de cada uno, daba igual si se trataba de un asesino serial o una persona con alguna enfermedad terminal, ligarte al alma de otra persona significaba dependencia, si uno en la pareja fallecía, el alma de la otra mitad se iba con ella, no había manera de existir sin el otro.

Los padres de YoonGi eran destinados, el había crecido en un ambiente cargado de amor, lo habían educado como un alfa respetuoso, lleno de valores y con un instinto protector para con sus seres queridos, era hijo único, el orgullo de la familia y sus progenitores eran sin lugar a dudas su perfecto ejemplo de la relación que deseaba para su futuro.

Sin embargo no era idiota, sabía que las posibilidades de encontrar a su pareja destinada eran escasas e incluso nulas, no lo pensaba demasiado para ese entonces, era joven, se decía a sí mismo que tendría tiempo para preocuparse por ello en el futuro, contaba con su familia y sus amigos más allegados, y, por el momento, aquella era la única felicidad que necesitaba.

Min YoonGi resultó ser una de las personas más endemoniadamente suertudas del universo, su pareja destinada no solo había llegado a su vida muchísimo antes de lo que normalmente se espera sino que, como cereza del pastel, vivía a su lado, a escasos metros de su persona, lo tenía al alcance de su mano el día y la hora que quisiera.

Pero había un lado malo en la historia, claramente no todo podía ser color de rosas y por ello, contrario a lo que se pensaría, el día que Min YoonGi conoció a Jung Hoseok no corrió desesperado a sus brazos rumbo a un beso devorador y un abrazo aplastante, sí, lo aplastó, pero por el hecho de inevitablemente haberse desmayado arriba suya.

Aquél martes a las doce de la mañana al salir por la puerta de su casa con su mochila en hombros, en su camino hacía la escuela secundaria, con dieciséis años de edad y una mentalidad de adolescente rebelde enfurruñado con la vida, YoonGi sintió un dulce y embriagante aroma a flores inundando sus fosas nasales, un calor fermetando desde lo más profundo de sus entrañas y una descabellada necesidad de adueñarse completamente de aquél que provocaba esas excitantes sensaciones.

Mi alfa -YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora