Capítulo 34

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Saltó de la cama y se vistió con celeridad. Estaba demasiado nervioso y no pudo evitar recordar el momento en el que había despertado a sus nueve años para encontrar a su madre muerta en su cama.

—¡¡Mierda!! —gritó, alterado, mientras buscaba una manta con que cubrirla.

No tenía tiempo de vestirla, por lo que se apresuró a envolverla con ella. La alzó en brazos y avanzó en dirección a la puerta para bajar las escaleras como una exhalación.

No supo cómo lo hizo, pero en menos de cinco minutos se encontraba en su auto conduciendo, como un loco, hacia el hospital con Melina recostada en el asiento trasero. Tenía la mente embotada y no podía pensar con claridad. Sin embargo, sabía que debía avisarle a Mariano de lo sucedido. Sacó su celular y con dedos temblorosos, buscó su contacto.

La insistente vibración de su teléfono sobre la mesita de luz, lo despertó

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La insistente vibración de su teléfono sobre la mesita de luz, lo despertó. Tanteó con su mano hasta encontrar el maldito aparato y abrió los ojos para ver la pantalla. Una sensación extraña lo invadió nada más ver el nombre de su amigo. No era normal que lo llamase a esa hora de la madrugada. Se apresuró a atender.

—¿Sebastián? —saludó despabilándose al instante.

Victoria se despertó también y, preocupada, encendió la luz de su mesita.

—¡Nano! Es Melina. La estoy llevando al hospital —lo oyó decir con desesperación en la voz.

Se sentó en el acto en la cama provocando que su mujer también lo hiciese.

—¡¿Qué?! ¿Qué pasó? —preguntó a la vez que se incorporó para comenzar a vestirse.

—No lo sé y no puedo despertarla.

—¡Voy para allá! —dijo mientras cortó la comunicación.

—Nano, ¿qué pasa?

—Mel no está bien. Seba la está llevando al hospital ahora mismo. Tengo que irme.

—Voy con vos —afirmó a la vez que también ella comenzó a vestirse.

Mariano asintió ya que apenas podía hablar. En el estado en el que estaba, sentir su apoyo lo tranquilizaba. Por fortuna, Facundo no estaba con ellos esa noche por lo que no demoraron demasiado en salir para allá.

 Por fortuna, Facundo no estaba con ellos esa noche por lo que no demoraron demasiado en salir para allá

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Tras su promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora